Un pueblo en vilo pendiente de la furia del Ebro
Los 2.400 vecinos de Pina de Ebro (Zaragoza) esperan su posible desalojo por la crecida “Nos hemos pasado la noche casi sin dormir, todos en la calle", apunta una joven hostelera
A sus 80 años, José Avenea, vecino de Pina de Ebro (Zaragoza), se ha esmerado este lunes junto a su mujer, que ya ha pasado "los setenta y tantos" para conseguir —no sin esfuerzo— subir el sofá encima de la mesa del salón. Así tienen todo en la casa, las sillas, los enseres; todo en alto, a la espera de que el Ebro termine por desbordarse y se cuele por debajo de la puerta. Ya saben de lo que hablan, porque en los años 60 el río ya irrumpió en la casa, que ocupa una planta baja. "Pero entonces no había tantos aparatos, frigoríficos y todo eso, y las cosas se estropeaban menos", explica José. El matrimonio tiene el equipaje preparado por si tuvieran que salir corriendo: desde la madrugada de ayer, los 2.400 vecinos de la localidad zaragozana esperan su posible desalojo por la crecida del Ebro, que mantiene en alerta naranja la provincia en toda la zona de paso del río.
A las siete de la tarde los vecinos han sido informados de que de momento no serán evacuados. La decisión vuelve a posponerse porque está aguantando el refuerzo que se ha llevado a cabo en una segunda mota (muro de contención fijo del río), según fuentes del Gobierno aragonés. Pero los habitantes de Pina de Ebro llevan en vilo desde esta pasada madrugada ante la posible evacuación, y ya viven solo pendientes del Ebro. "Yo voy a verlo todos los días", apunta José al otro lado del teléfono. "Esto ocurre porque el río no se limpia, si se limpiara de leñas, de gravas, esto no pasaría", se queja el anciano, que espera que su hijo vaya a buscarlos si finalmente tienen que abandonar la casa. "Miedo no tenemos, pero precaución..."
“Nos hemos pasado la noche casi sin dormir. El pueblo lleva todo el día en la calle”, asegura por su parte Rebeca Blasco, de 24 años, dueña de La Tabernica, uno de los bares junto al Ayuntamiento, en la plaza principal de la localidad aragonesa. Blasco, que ha abierto su negocio a partir del mediodía, se ha pasado, junto a varios vecinos, parte de la noche y de la mañana preparando sacos de arena para reforzar las puertas en caso de que crecida del rio anegara el pueblo: “Los vecinos se arremolinan y hay mucho movimiento en el bar y la plaza, que es desde donde la gente puede escuchar mejor los avisos que se hacen a través de la megafonía”, explica por teléfono la dueña del bar, minutos antes de las siete de la tarde de este lunes.
La joven hostelera asegura que la plaza principal del pueblo sería el primer lugar en inundarse, por su cercanía con la ribera del Ebro. Según relata, durante todo el día ha habido muchos rumores “a través de las redes sociales” de que se rompía la mota principal, la llamada del molino, que suponía la de mayor peligro para la inundación de la localidad. Varios equipos de bomberos, además de los vecinos, se han encargado de reforzar las barreras que corrían más peligro de romperse. Y las aguas revueltas del Ebro también han traído más negocio, según asegura la joven, que dice que ha servido este lunes 30 comidas: una cifra que solo alcanza los fines de semana.
La pequeña localidad en el margen izquierdo del río aguarda con inquietud el devenir de la crecida del Ebro, que ha alterado todas sus actividades. "En la fábrica nos han dicho que entremos más tarde a trabajar, porque saben que hemos pasado la noche sin dormir desde el primer aviso a las tres de la madrugada de ayer, y mañana igual porque esta noche también será larga", cuenta Luis Miguel, de 46 años. "Mi hermana, que vive en Zaragoza, no para de decirme: '¡pero vente ya!", relata. No son los únicos en la zona: este fin de semana, 1.500 vecinos de las localidades de Boquiñeni y Pradilla han dormido en polideportivos. Los habitantes de Boquiñeni se han afanado durante todo el día en limpiar el pueblo después de haber podido volver hoy a sus casas.
La crecida ha anegado más de 20.000 hectáreas de cultivos, según las primeras estimaciones de la Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón (UAGA) y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA). El secretario general de UAGA, José Manuel Penella, ha explicado a Europa Press que todos los cultivos de cereal de invierno, alfalfa y hortalizas están "totalmente perdidos".
La avenida extraodinaria del Ebro, que ha alcanzado esta madrugada en Zaragoza un caudal de 2.610 metros cúbicos por segundo y 6,10 metros de altura, no ha causado este lunes daños personales, aunque sí materiales. En la carretera Ara-1, en el kilómetro 4,6, el agua ha provocado el derrumbe de la calzada y ha afectado a cinco vehículos que circulaban por la zona, según fuentes de la Guardia Civil. El resto de vías son transitables a esta hora.
La crecida del Ebro, la mayor desde 2007, cruzó entre este jueves y este viernes Navarra, donde causó una inundación histórica con unas 20.000 hectáreas afectadas pero sin daños personales y donde cuatro localidades siguen en alerta, y entró el sábado en Aragón, con mucha fuerza pero menor a la esperada. La madrugada del domingo llegó a Zaragoza, con un caudal de entre 2.000 y 2.200 metros cúbicos por segundo, que se mantendrá 48 horas. Los vecinos del Ebro no tendrán más remedio que seguir en vilo al menos hasta entonces.
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