Felipe VI prepara ya su agenda
Su primer acto será una reunión mañana en Madrid con las víctimas del terrorismo
Como príncipe de Asturias, Felipe de Borbón visitó todas las autonomías, salvo las ciudades de Ceuta y Melilla, y todos los países iberoamericanos, excepto Cuba. No hay prisa. Su padre solo pudo pisar las dos ciudades españolas del norte de África en noviembre de 2007, tras 32 años de reinado, para evitar roces con Marruecos, y nunca cumplió su sueño como Rey de hacer una visita oficial a la última colonia española de América, aunque acudió en 1999 a la Cumbre Iberoamericana de La Habana.
En sus años de aprendizaje, Felipe de Borbón ha realizado más de 200 viajes al extranjero —69 de ellos a tomas de posesión de mandatarios iberoamericanos— y prácticamente no hay rincón de España que no conozca de primera mano. Todas las encuestas realizadas en los últimos meses coinciden en la alta valoración que tienen los españoles del hasta anteayer príncipe de Asturias, pese a la pérdida de popularidad de la Monarquía.
En estas condiciones, parecería innecesaria la gira de presentación que están ultimando la Casa del Rey y el Gobierno. Pero el príncipe Felipe no es el rey Felipe VI, como el cardenal Bergoglio no es el papa Francisco. El primero es bien conocido; el segundo es una incógnita que empezó a despejarse ayer con su discurso de proclamación.
Por eso se está revisando al detalle la agenda que tenía prevista para los próximos meses el príncipe de Asturias y también la que correspondía a don Juan Carlos, para decidir qué compromisos deben mantenerse y, sobre todo, cuáles hay que introducir porque son los propios del arranque de un nuevo reinado.
En La Zarzuela son muy conscientes de que la opinión pública, la nacional y la internacional, estará muy pendiente de sus primeros pasos y de que la imagen que se labre ahora será muy difícil modificarla en el futuro. La expectación es máxima, por lo que cualquier acierto o error será magnificado.
El primer acto público de los nuevos reyes será una reunión mañana en Madrid con representantes de las asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo, a las que recordó en su discurso de ayer. A partir de ahí —es decir, más allá del sábado— la Casa del Rey ni confirma ni desmiente dónde estarán los Reyes y se remite a su agenda semanal, que debería conocerse hoy.
Todo parece indicar, no obstante, que el día 26 inaugurará en Girona el Fórum Impulsa, que apoya las iniciativas de los jóvenes. Será su primera visita como Rey a Cataluña, el desafío más difícil al que se enfrenta el nuevo titular de la Corona en su apuesta por una España “unida y diversa”, donde quepan “todos los sentimientos y sensibilidades [...] las distintas formas de sentirse español”, según sus palabras.
Durante el verano está previsto que realice breves viajes de presentación a los países vecinos: Marruecos primero, con el que es imprescindible mantener los lazos de confianza y familiaridad que tejió don Juan Carlos, y luego Portugal y Francia.
Pero antes, según adelantó Abc, don Felipe y doña Letizia acudirán al Vaticano para ser recibidos en audiencia por el papa, como hicieron tras casarse. Y ello a pesar de que ayer no hubiera misa ni Biblia ni crucifijo en su proclamación.
Los Reyes han sido invitados a los actos conmemorativos del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, el 4 de agosto en Lieja (Bélgica), pero su verdadera puesta de largo internacional será el discurso que pronunciará en septiembre ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en Nueva York. Felipe VI es la mejor baza de la candidatura española para formar parte del Consejo de Seguridad en el bienio 2015-2016.
Todo ello deberá combinarlo con su agenda institucional en España. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, no oculta su deseo de que acuda en julio a alguna de las entregas de despachos de las academias militares, y también podría presidir una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros, como hizo Juan Carlos I en una docena de ocasiones. Y además tendrá que reorganizar su casa, la Casa del Rey, la única decisión que, según la Constitución, puede tomar libremente, sin el aval del Gobierno.
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