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La misma pareja, el mismo balcón, diez años después

El nuevo Rey llena de símbolos y gestos de cariño el día de su proclamación

Mábel Galaz
Los reyes Felipe y Letizia, este jueves en el balcón principal del Palacio Real.
Los reyes Felipe y Letizia, este jueves en el balcón principal del Palacio Real.gorka lejarcegi

La última vez que se abrió el balcón del Palacio Real fue hace 10 años. Los entonces recién casados príncipes de Asturias se asomaron para recibir la felicitación popular por su enlace. Este jueves traspasó de nuevo el dintel aquella misma pareja, pero con dos niñas rubias, tímidas y sorprendidas por la expectación que despertaba su padre. Ellas saben que algo importante ha pasado en su familia pero no alcanzan a comprender la magnitud del momento histórico que vive la Corona española.

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Como hace una década, Letizia optó por el blanco, color al que recurre para sus grandes ocasiones. De blanco se vistió el día en que se convirtió en la prometida del príncipe de Asturias, y de blanco, como no, dijo “sí quiero”. Pero el acto de proclamación de Felipe VI tuvo más semejanzas con aquella boda real. Don Felipe vistió en ambas ocasiones el uniforme de gala del Ejército de Tierra con el Toisón de Oro en versión simplificada. El coche que llevó a los nuevos Reyes en su paseo por las calles de Madrid fue el viejo Rolls que ya usaron en su camino de la catedral de la Almudena al Palacio Real hace 10 años. Eso sí, este jueves en Madrid lucía un espléndido sol a diferencia de la lluvia que deslució la boda real.

Los grandes acontecimientos que tienen como protagonistas a los miembros de las casas reales están llenos de pequeños detalles que suelen convertirse en el termómetro de cuestiones más importantes. El día de la proclamación de Felipe VI estuvo repleto de ellos.

Don Juan Carlos recibió a su hijo en el Salón de Audiencias del palacio de la Zarzuela. Y allí, antes de salir camino del Congreso, el rey saliente entregó al rey entrante el fajín de capitán general del Ejército. Un gesto más que representaba el relevo. El escenario elegido, el mismo en el que el conde de Barcelona cedió los derechos sucesorios a su hijo. Como espectadores, la reina Letizia, la princesa de Asturias, la infanta Sofía, la reina Sofía, la infanta Elena y su hijo Felipe (Froilán) Marichalar. Fue un traspaso breve sellado con un abrazo entre los protagonistas del pasado y el presente de la Corona. Luego, don Felipe investido como máxima autoridad militar besó a su esposa y a sus niñas, y cuando llegó ante su madre, se unió a ella con un abrazo. Fue el momento más emotivo y cariñoso del día. Doña Sofía es una madre feliz que parece reconciliada con su a veces difícil papel de reina y esposa.

Don Felipe quiso que su madre tuviera un lugar importante el día de su proclamación y por eso le dedicó una parte de su discurso. En el homenaje encontró el respaldo del Congreso, que la aplaudió a rabiar.

El cetro y la corona, en la ceremonia de proclamación.
El cetro y la corona, en la ceremonia de proclamación.Claudio Alvarez

La ceremonia de este jueves no fue una coronación porque, aunque los símbolos —la corona y el centro— estuvieron presentes en el estrado del Congreso, el nuevo rey lo que hizo fue jurar la Constitución como corresponde a una Monarquía parlamentaria. Y, en estos momentos en que la puesta en escena es analizada como fórmula para ir conociendo cómo va a encarar el nuevo rey su trabajo, muchas de las miradas estaban centradas en los 25 sillones reservados para los invitados de don Felipe y doña Letizia. En el hemiciclo estuvieron 350 diputados, 266 senadores y jerarquías del Estado. En la zona más privada doña Sofía ocupaba el lugar más destacado —sus nietas al descubrirla la saludaron sonrientes con la mano— junto a la infanta Elena. Ni rastro de doña Cristina, apartada de la vida oficial de la familia real desde hace dos años. Algo más alejados, los Ortiz-Rocasolano. Paloma, la madre de la nueva Reina, se sentó entre los dos abuelos de doña Letizia, y cerca de ellos, Jesús Ortiz, el padre de la hasta el jueves princesa de Asturias con su nueva esposa, Ana Togores. Ni rastro tampoco de Telma Ortiz, que huye del papel público que como hermana podría tener y por eso prefirió ir solo al cóctel posterior. También hubo sitio para Constantino y Ana María de Grecia, y para las hermanas de don Juan Carlos, doña Pilar y doña Margarita.

Don Felipe quiso, además, tener cerca a Carmen Iglesias, su profesora durante muchos años, y a su gran amigo Pau Gasol. A Felipe Marichalar se le veía feliz de estar sentado junto a uno de los mejores jugadores de la NBA.

La declaración del nuevo rey del siglo XXI de trabajar para “una Monarquía renovada para un tiempo nuevo” no se quedó, solo, en una declaración de principios. Don Felipe intentó introducir algunos cambios en su primer día. El más evidente, la falta de símbolos religiosos. También quiso rodearse de muchos representantes de la vida social española.

En su deseo de abrir los salones convocó a casi 2.200 personas al Palacio Real, y junto con la reina Letizia les dio la mano uno a uno. Tardó más de dos horas. Por el besamanos pasaron desde Alejandro Sanz y David Bisbal a Florentino Pérez, Isabel Preysler, Luis Alfonso de Borbón, Mirella Belmonte, los dos hijos mayores de la duquesa de Alba —Carlos y Alfonso—, los toreros Manzanares, Ponce, El Juli, además de representantes del poder económico y empresarial como José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia; Ángel Ron, del Banco Popular; Emilio Botín, del Santander; Francisco González, del BBVA; Javier López Madrid, consejero delegado de OHL y uno de los mejores amigos del nuevo rey; Esther Koplowitz, presidenta de FCC, y Alicia Alcocer Koplowitz, consejera de FCC. Las palabras “suerte” y “enhorabuena” fueron las repetidas.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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