Decenas de miles de personas apoyan en Bilbao a los presos de ETA
Gritos a favor de ETA y de la independencia entre los casi 110.000 manifestantes El PNV crea división al acercarse a Sortu
“Impresionante”. Fue la escueta pero significativa valoración de Andoni Ortuzar, presidente del PNV, cuando caminaba, junto al resto del núcleo duro de su dirección, en las primeras filas de la multitudinaria manifestación que colapsó ayer las arterias principales de Bilbao.
Fuentes de la Policía Municipal calcularon una participación de alrededor de 110.000 personas, cifra ligeramente superior a los 100.000 asistentes estimados en la marcha convocada también por las fuerzas abertzales, en enero de 1995 dentro del espíritu de Lizarra. Los accesos a la capital vizcaína estuvieron colapsados desde una hora antes del inicio del acto. La organización estimó un servicio de viajeros de 300 autobuses.
La cabeza de la manifestación, cedida a dos militantes de base de cada una de las organizaciones convocantes —portaron una pancarta solo en euskera con el lema Derechos humanos, acuerdo, paz—, tardó 85 minutos en recorrer los dos kilómetros del trazado, comprendido entre La Casilla y el Ayuntamiento de Bilbao, donde concluyó sin que fuera leído comunicado alguno, como convinieron PNV y Sortu. Representantes de estos dos partidos departieron distendidamente antes de iniciar el trayecto, aunque la imagen fue de mucha más frialdad al concluir la marcha.
No hubo incidente alguno en una marcha sin más control policial que un helicóptero de la Ertzaintza, aunque fueron numerosas y continuadas las exigencias de vuelta a casa de los presos de ETA y a favor de la independencia, desairando así la pretensión de una marcha silenciosa, como anunciaron sus convocantes tras conocerse la suspensión por el juez Eloy Velasco del acto promovido por Tantaz Tanta. También resultó significativo el gesto dispensado a los familiares de los presos, ya que representantes de la asociación Etxerat ocuparon la calzada, ralentizando el paso durante varios minutos. Miles de manifestantes portaron pegatinas a favor de la salida de las cárceles de los etarras condenados, así como centenares de carteles con lemas similares y alusiones a una gota de agua, el símbolo representativo de Tantaz Tanta.
En realidad, la marcha supuso todo un símbolo de protesta hacia la actitud del Gobierno español en el actual proceso de paz, pero rezumaba el sesgo abertzale propio de este tipo de movilizaciones, que ya son habituales cada mes de enero en favor de los derechos de los presos y en contra de su dispersión.
La manifestación de ayer, finalmente autorizada horas antes por el juez Ismael Moreno después de haber recabado informes al Gobierno y a la Policía vasca a petición de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, fue convocada el pasado viernes por Joseba Azkarraga, exconsejero de Justicia por Eusko Alkartasuna en el Gobierno Ibarretxe e impulsor ahora de foros en favor de la reinserción de los presos de ETA.
Azkarraga asumió el registro de la manifestación en su cuenta personal de Twitter, donde aprovechó para descalificar las declaraciones críticas con este acto por parte Patxi López, exlehendakari y secretario general del PSE-EE. “Indican que su nivel de inteligencia es igual a la del ministro del Interior”, acusó.
Esta refriega particular, sin embargo, ilustra el auténtico trasfondo del nuevo debate político que se ha instalado en el País Vasco a partir de la incorporación del PNV al resto de la familia de fuerzas abertzales para compartir, desde la convocatoria de esta manifestación multitudinaria, un mismo escenario de rechazo a la política de Mariano Rajoy en el proceso de paz. Además, este estratégico paso adelante de los nacionalistas, que Ortuzar quiere reducir a “excepcional”, se produce tras conocerse que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha confirmado su deseo de reunirse en breve con el lehendakari, Iñigo Urkullu, para abordar cuestiones relativas a la política penitenciaria y al Plan de Paz y Convivencia del Ejecutivo vasco. Ningún consejero del Gobierno Urkullu acudió a la manifestación de ayer.
En el PNV existe una profunda indignación por el alcance de las últimas detenciones de abogados de presos de ETA y, principalmente, por la suspensión de la marcha convocada por Tantaz Tanta. Urkullu, de hecho, ha descalificado al ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, para pilotar desde el Gobierno la respuesta al proceso de paz.
Pero al compartir la calle con la izquierda abertzale, el PNV se ha situado, de paso, en el centro de la diana de las críticas del resto de partidos porque entienden que así se reabren las viejas heridas que provocó en la sociedad vasca el pacto de Lizarra, donde las fuerzas abertzales se unieron en septiembre de 1998 facilitando el escenario para una tregua de ETA que se mantuvo 14 meses y donde la banda acabó responsabilizando a PNV y EA.
Desde el PSE-EE, López dijo que la manifestación de ayer deja “una foto innecesaria” porque pone una barrera entre los nacionalistas y el resto de los ciudadanos. Horas antes, la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, desconfiaba de la apuesta abertzale por los derechos de los presos y lo reducía a una reivindicación soberanista. Por contra, la plena satisfacción recorre por la izquierda abertzale porque entiende que ha conseguido la fotografía largamente perseguida junto a un PNV al que ya ha comprometido si Rajoy no lo remedia.
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