Tres desactivadores de bombas mueren en una explosión en la base de la Legión

Tres suboficiales del Ejército de Tierra —los brigadas Antonio Navarro García y Manuel Velasco Román y el sargento José Francisco Prieto González— murieron ayer como consecuencia de una explosión en los locales de la Sección de Desactivación de Explosivos de la Bandera de Zapadores de la Legión, en Viator (Almería). En el siniestro, que se produjo a las 14.20 horas en el corazón de la base Álvarez de Sotomayor, resultó también herido grave un sargento, que fue intervenido de una fractura abierta de fémur en el hospital de Torrecárdenas (Almería); y leve una cabo primero, que ayer por la tarde fue dada de alta.

Pese a la insistencia de los periodistas, ni el Ministerio de Defensa ni el Ejército de Tierra quisieron revelar qué estaban haciendo los militares cuando se produjo la explosión. Aunque algunas fuentes señalaron que estaban realizando un ejercicio de desactivación de artefactos, y otras que trasladaban explosivos a un vehículo, los ejercicios se realizan en el vecino campo de maniobras y los explosivos se guardan en el polvorín. En las dependencias de los desactivadores estos suelen almacenar sus equipos de trabajo y también algunos artefactos que utilizan con fines didácticos, pero se supone que están inertes o desactivados. La hora del accidente —coincidente con uno de los turnos de comida— hace el suceso aún más extraño.

No obstante, todas las fuentes consultadas subrayaron que se trataba de expertos con una “amplísima experiencia”, entre los mejores del Ejército. Navarro, soltero, nacido en Córdoba en 1967, estuvo destinado en Bosnia, Kosovo, Líbano y Afganistán. Velasco, casado y con dos hijos, nacido en Humilladero (Málaga) en 1968, participó en las misiones de Bosnia, Congo, Líbano y Afganistán, donde fue distinguido con una Cruz al Mérito Militar con distintivo azul. Prieto, casado y sin hijos, nacido en Estepona (Málaga) en 1979, había estado en Kosovo y Afganistán. Todos eran técnicos en desactivación de explosivos.

Tras la explosión se desplazaron a la base cuatro equipos de emergencias del 061, varias dotaciones de bomberos de la capital —tres camiones autobomba con 18 efectivos— y patrullas de la Guardia Civil, que se hizo cargo de la investigación.

Por la tarde llegaron los familiares. Una de las primeras fue la esposa del sargento Prieto, quien se enteró de la muerte de su marido en la propia base.

El ministro de Defensa, Pedro Morenés, conoció la noticia al aterrizar en Azerbayán, donde tenía previsto iniciar una gira que incluía también la república centroasiática de Kazajistán. Morenés decidió cancelar la visita y regresar a España “tan pronto como sea posible”.

El accidente de ayer es el más grave desde que cinco militares perdieron la vida en una explosión en la Academia de Ingenieros de Hoyo de Manzanares (Madrid), el 24 de febrero de 2011. Los fallecidos —tres sargentos y dos cabos del Ejército de Tierra y la Armada— asistían a un ejercicio de destrucción de minas anticarro antes de partir hacia Líbano. El exceso de confianza hizo que un número muy elevado de militares estuviera al alcance del artefacto, que estalló antes de tiempo.