Caras nuevas o formas distintas
La desafección provoca la irrupción mediática de nuevos políticos
Se atribuye a Alfonso Guerra la teoría del naufragio en los congresos de los partidos. Es decir, la de las “mujeres y los niños primero” para explicar la forma en que se promocionaba en momentos de dificultad a los militantes de menos edad y la renovación por sexo, solo como medida cosmética o balsámica ante la dificultad.
En los partidos se usa la imagen de los más jóvenes como atrezo de fondo en los mítines y en ocasiones como imagen de revulsivo en momentos de crisis. En el PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero se fue tan deprisa como que dirigentes como Leire Pajín y Bibiana Aído se convirtieron en jubiladas de la política con solo 35 años, tras pasar por cargos de tanta responsabilidad como secretaria de Organización del PSOE y ministra. Todo para que el relevo de Zapatero en 2011 fuera atípico por acabar como un salto generacional hacia atrás.
En momentos de zozobra, falta de liderazgo y descrédito de la política surgen caras nuevas con resultado incierto. Beatriz Talegón surgió con una frase sobre los hoteles de lujo, Eduardo Madina con un anuncio que ni siquiera confirma él y Alberto Garzón con la bandera de una protesta no canalizada por los partidos tradicionales. Se buscan caras nuevas como Ada Colau y, sobre todo, discursos y mensajes diferentes.
Además, el hundimiento del bipartidismo ha permitido que afloren caras nuevas con mensajes distintos desde partidos recientes como UPyD o Ciutadans. En el primer caso, han irrumpido Irene Lozano, Toni Cantó y David Ortega, entre otros. Este último, profesor de Derecho Constitucional y ahora portavoz del UPyD en el Ayuntamiento de Madrid explica que “la gente pide nuevos políticos que puedan volver luego a su vida profesional, que el paso por la política sea temporal”. Asume la contradicción —para él “excepción”— de la líder de su partido, Rosa Díez, que lleva 30 años viviendo de la política.
Sémper (PP): “Los ciudadanos piden que cambie la forma de hacer política”
Garzón es un ejemplo de irrupción aprovechando las circunstancias y el vacío que dejan otros. Participó en el 15-M y, sin vida orgánica, se convirtió en diputado de IU por la necesidad de esta formación de atraer a esos movimientos espontáneos. Borja Sémper, líder del PP vasco, asegura también que lo urgente es cambiar la forma de hacer política y que el partido que sea capaz de hacerlo tomará ventaja. Su tesis es que hay que eliminar “etiquetas y radicalidad, para pasar del titular a la reflexión”. Sémper simboliza el cambio que se ha producido en el PP vasco, donde dirigentes jóvenes como él mismo, Antonio Basagoiti e Iñaki Oyarzábal sustituyeron a vacas sagradas del partido como Jaime Mayor Oreja o María San Gil.
En el PP la aparición de caras nuevas se produce ahora desde el poder, por designación para cargos públicos. Sémper sostiene que no es solo problema de caras, sino de actitudes y que “tendrá ventaja el primer partido que se dé cuenta de la necesidad de cambiar”. En su opinión, los partidos están “apoltronados” y deben buscar nuevas formas de participación y admitir errores.
El PSOE busca, tras el fracaso electoral, cómo superar su pasado con un nuevo proyecto político
La renovación, en todo caso, es siempre más fácil tras un batacazo electoral y desde la oposición. En el PSOE empieza la ebullición, tras aplazar ese cambio, y con vistas a las primarias. Su necesidad de cambio está, según destacados dirigentes, en la exigencia de borrar las huellas del pasado, por el simple paso del tiempo, por irrupción de nuevas caras o por renovación ideológica. Zapatero estaba libre de cargas de los Gobiernos de Felipe González, era una cara nueva y presentó un proyecto distinto. Ahora, Madina ha agitado las aguas y militantes de base como Marta Garrote, activa en las redes sociales, se plantean competir. A falta de poder institucional real, el PSOE tiene cantera bregada en la oposición de municipios y autonomías, con una base que decidirá en sus primarias. Óscar Puente, portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Valladolid, considera que en su partido “ahora el problema es mucho más profundo que un cambio de líderes o de caras”. Lo más urgente, asegura, es construir un proyecto sólido y “es cuestión de tiempo que haya líderes libres de pecado”.
“No es fácil abrirse paso en una organización, yo me presenté a mis primeras primarias con 32 años, perdí por solo 11 votos y decidí seguir porque creo que los jóvenes no deben alejarse de los partidos”, asegura Puente.
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