“Léelo y dime qué piensas”
En el correo que ha motivado la imputación de la Infanta, su marido le pidió consejo sobre Nóos
“Aprovecho que estás conectada para enviarte una comunicación de Nóos que tengo pensado enviar. Clientes, colaboradores y amigos, no quiero levantar ampollas. Hay dos versiones. Léelo y dime qué piensas, please. Ciao”. El mediodía del 20 de febrero de hace 10 años, Iñaki Urdangarin escribió esas líneas a su esposa, la infanta Cristina. El duque de Palma diseñaba entonces, junto a Diego Torres —un exprofesor de la elitista escuela de negocios Esade—, las bases de un proyecto que les proporcionó ingresos millonarios y que les ha acabado llevando, a ellos y a sus esposas, ante la justicia: el Instituto Nóos.
La entidad sin ánimo de lucro, que logró casi seis millones de euros de Administraciones públicas para organizar grandes eventos en Valencia y Baleares, nació pocos meses después de que Urdangarin redactara aquellas líneas que ahora se han vuelto contra él. En septiembre de 2003, se constituyó la junta directiva de Nóos. Doña Cristina de Borbón fue designada vocal. Igual que hizo con otros cientos de documentos enviados y recibidos por el yerno del Rey a lo largo de los años, Torres obtuvo ese correo electrónico. Y lo ha utilizado en el momento oportuno.
La semana pasada, la víspera de Jueves Santo, Torres remitió al juez que investiga el caso una nueva remesa, la séptima, de correos electrónicos comprometedores para la imagen de la Monarquía. Por primera vez, la infanta Cristina aparecía como destinataria de una información relacionada con los proyectos de su marido. Por sí mismo y descontextualizado, el correo electrónico es insuficiente para acreditar que la Infanta sabía que su marido iba a usar el Instituto Nóos para, presuntamente, hacer negocios ilícitos. Pero, a la luz de las investigaciones que, durante el último año, han tratado de acreditar el grado de conocimiento de la Infanta en el entramado de su marido, en el caso, el documento ha adquirido un nuevo significado.
Más que por su valor probatorio —que lo tiene—, la última entrega de correos electrónicos por parte de Torres ha servido para acabar de convencer al juez de la necesidad de citar a declarar como imputada a la duquesa de Palma. Ha sido el empujón definitivo. Además de ser vocal en Nóos, doña Cristina poseía el 50% de Aizóon, la sociedad patrimonial de Urdangarin a la que fueron a parar, supuestamente, parte de los beneficios que él y Torres lograron con la organización del Valencia Summit y el Illes Balears Forum.
“Léelo y dime qué piensas...”: el correo de 20 de febrero de 2003 es el argumento número 14 que esgrime el magistrado José Castro para justificar su histórica decisión. El juez asume que el citado correo ha tenido su peso, “aunque no sea dato exclusivamente determinante en la presente resolución”, matiza. Su interpretación de esa comunicación es que Urdangarin “parece consultar con su esposa cuál de las dos versiones de una comunicación de Nóos habría de enviar para no sacar ampollas”.
Urdangarin remitió el correo a su mujer y a otros muchos destinatarios. “No es descabellado pensar”, continúa el juez, “que una consulta en la que no se facilita una mínima información sobre su contenido fuerza a deducir que aquella ya se poseería por su destinataria”. Doña Cristina sabía ya, según el magistrado, de qué le estaba hablando su marido cuando le pidió consejo. Castro remarca que desconoce “el criterio” que la imputada trasladó sobre ese asunto. El encabezamiento sugiere que Urdangarin valoraba la opinión de su esposa: “Gracias mi amor, a veces por no saber lo que piensas voy más perdido, pero mi reacción no es la de dejarte así”, le escribe al correo profesional de la infanta en la Fundación La Caixa.
El juez cita, como argumento número 10 de su decisión, otros correos electrónicos en los que Urdangarin informa a Torres de que su esposa ha tenido cierta “intervención” en relación con un proyecto de vela. En uno de ellos, de septiembre de 2007 —cuando ya se había apartado, al menos sobre el papel, del proyecto de Nóos—, el duque de Palma llega a decir que incluso el Rey ha mediado para que él lograse la participación de un nuevo equipo de vela en la 33ª edición de la Copa de América.
La Infanta aparece citada como correa de transmisión entre don Juan Carlos y su esposo en uno de esos correos: “Tengo un mensaje de parte del Rey y es que le ha comentado a Cristina, para que me lo diga, que le llamará Camps a Pedro para comentarle el tema de la base del Prada. Y que en principio no habrá problema y que nos ayudarán a tenerla”, escribe el duque a su exsocio. Las comunicaciones dan por sobrentendido que se refieren al proyecto Ayre —que no llegó a cuajar— y a la necesidad de disponer de unas instalaciones para el amarre del barco en el puerto de Valencia. “Camps” es el expresidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps; y “Pedro”, el regatista, empresario y amigo de las Infantas Pedro Perelló.
La imputación de la Infanta solo ha sido posible por el celo del juez y el fiscal para llegar al fondo del asunto. Pero también por el empeño puesto en el último año por Diego Torres, que se ha sentido víctima de un agravio comparativo: mientras su esposa ha estado imputada desde el primer minuto, ha hecho falta más de un año de indagaciones para llamar a declarar a la Infanta. Desde ayer, Cristina de Borbón ya es como Ana María Tejeiro, la esposa de Torres: una imputada más en el caso Nóos.
La investigación judicial ha sepultado la antigua amistad que unía a profesor y alumno y la ha transformado en una lucha sin cuartel por atribuirse culpas. En esa batalla, el exprofesor de Esade y experto en mecenazgo siempre ha llevado las de ganar porque ha sabido darle a su exsocio donde más le duele: en su círculo íntimo y familiar.
El lamento de Torres se hizo patente en un escrito que remitió al juzgado en marzo del año pasado. Su abogado, Manuel González Peeters, pidió al juez de Palma que decretase el archivo de la causa en relación con Ana María Tejeiro con los “mismos argumentos” con los que, pocos días antes, había rechazado imputar a la Infanta. Las nuevas revelaciones del caso —no solo los correos, sino también las declaraciones del asesor de las Infantas, Carlos García Revenga, y de Torres— han echado por tierra los argumentos que mantenían a la Infanta fuera de la liza.
El exsocio no ha logrado que su mujer sea apartada del proceso. Pero ha demostrado, con un año de retraso, que Cristina y Ana María no eran tan diferentes. La imputación de la Infanta supone, para él, un pequeño triunfo.
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