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La espontaneidad como estilo político

Los ciudadanos valoran la capacidad de decir lo que piensa de la expresidenta madrileña

Paul Gasol firma una camiseta de los Lakers a Aguirre en 2009.
Paul Gasol firma una camiseta de los Lakers a Aguirre en 2009.B. Rodriguez (EFE)

Pocas figuras hay, en nuestra escena política, con el gancho popular de Esperanza Aguirre. A nadie deja indiferente. Provoca tanto adhesiones entusiastas como igualmente entusiastas rechazos. Lo cual, electoralmente, tiene sus ventajas y sus inconvenientes, pues enfervoriza casi por igual a partidarios y oponentes. En todo caso, unos y otros coinciden en reconocerle sin ambages una serie de importantes cualidades políticas: capacidad de liderazgo (que la ciudadanía puntúa con un 6.7, que alcanza el 8.4 entre los votantes populares pero que queda también en un 5.6 entre los votantes socialistas), fidelidad a su partido (6.3), ideas claras (6.2), sinceridad (5.4) y competencia (5.4). Más matizadas, y polarizadas, son en cambio las evaluaciones ciudadanas sobre otros dos rasgos de la todavía Presidenta de Madrid: su capacidad de inspirar confianza, que merece una puntuación media de 4.5 pero que es de 7.8 entre los votantes del PP y de solo 3.4 entre los del PSOE; y su preocupación por “la gente como usted”, que es puntuada, globalmente, con un 4.0 pero que merece un 6.9 a los votantes populares y solo un 1.9 a los socialistas.

De todas estas puntuaciones, quizá la más llamativa es la referida a la sinceridad (“dice lo que verdaderamente piensa”), atributo rara vez reconocido a un político y que sus correligionarios puntúan con un 7.6 y los votantes del PSOE con un apreciable 4.0. La espontaneidad (que propicia, sin duda, esas meteduras de pata que Esperanza Aguirre dice lamentar especialmente) es la otra cara de la sinceridad y ambos rasgos suelen aparecer como los directamente opuestos al cálculo, la simulación o la hipocresía. Lo que sin duda explica la simpatía de base (o, al menos, la falta de recelo) que por encima de la mayor, menor o nula afinidad ideológica con ella parece inspirar Esperanza Aguirre a la ciudadanía. “Se la ve venir”, “con ella se sabe qué se puede esperar”, suele oírse a su respecto. Y de ahí, probablemente, que el 54% de los españoles consideren que su marcha de la política represente una pérdida importante para su partido y un 64% que lo suponga concretamente en Madrid. Y también que, en un momento como el actual de hondo desafecto ciudadano hacia la clase política, su trayectoria merezca, en conjunto, una puntuación media de 5.4, por más que en este holgado aprobado pueda estar influyendo en alguna medida la usual generosidad de nuestra sociedad hacia quienes, tras una intensa y prolongada vida de servicio público, optan retirarse voluntaria e inesperadamente.

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