Amaiur entra en el juego
Siguen los plenos con atención. Se involucran en el Congreso más de lo esperado. Los siete diputados de la coalición ‘abertzale’ cuentan sus primeros días de actividad en la Cámara
Iñaki Antigüedad nunca olvidará su primera intervención en el Congreso de los Diputados. Fue en el debate de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, el pasado 20 de diciembre. Subió las escaleras, se colocó frente a sus señorías y se hizo el silencio. Un silencio denso, casi sólido. Hacía más de quince años que la voz de la izquierda abertzale no se oía en la Carrera de San Jerónimo. Al posar sus manos sobre la madera de la tribuna, varias imágenes desfilaron a toda velocidad por su cabeza. Fueron décimas de segundo. Le llegó la instantánea de Jon Idígoras. La de Tejero.
“Me dieron ganas de decir: ‘Negocien, coño”.
Antigüedad describe ese momento sentado sobre los rojos sofás del salón de los Pasos Perdidos, uno de los espacios que rodea el Hemiciclo. Es uno de los siete diputados de la coalición Amaiur que acaban de desembarcar en Madrid con una misión clara: tender puentes y defender los postulados de la izquierda soberanista. “Venimos a ver si el Estado español, tomándose su tiempo, se compromete a un nuevo marco de convivencia”.
En un principio, parecía que los representantes de la izquierda abertzale se iban a meter en pocos fregados, tan solo en los que afectaran a lo suyo: abrir el melón de la independencia. Pero lo cierto es que se han ido integrando en comisiones de trabajo y están participando en debates que no afectan solo a su reclamación histórica. En particular, en todo lo concerniente a la crisis y al cambio de modelo económico. De hecho, aún están definiendo en qué temas entran y cuáles dejan de lado. “Si se discute si en Murcia las carreteras deben tener dos o tres carriles, ahí no entraremos, es cosa de Murcia”, explica gráficamente Rafael Larreina, diputado de la coalición procedente de Eusko Alkartasuna. Sobre la mesa de su despacho en la Carrera de San Jerónimo descansa un listado con las propuestas e iniciativas que se debatirán y votarán en la Cámara y la palabra bai —sí en euskera— escrita junto a aquellas en las que participarán. A Larreina, experimentado diputado, con 18 años de trayectoria en el Parlamento Vasco —del que ha sido vicepresidente—, corresponde la coordinación de esta cuestión: ver en qué asuntos participan.
Amaiur es una coalición que representa toda una paleta de sensibilidades dentro de la izquierda abertzale. Una órbita que ha estado muy fragmentada en los últimos años y que ha encontrado un camino común por el que avanzar con el anuncio del cese definitivo de la violencia por parte de la banda terrorista el pasado 21 de octubre. Los siete diputados representan a todas esas sensibilidades, que van desde la socialdemocracia de Eusko Alkartasuna al marxismo que aún late en ciertos postulados de sectores provenientes del sindicalismo abertzale.
No van a integrarse completamente, como cualquier otro grupo parlamentario. No van a participar en todos los debates y decisiones. Pero, desde luego, hasta la fecha están mostrando un respeto exquisito por los usos y trámites de la vida parlamentaria. Los escritos que presentan son rigurosos, según fuentes del Congreso. Se nota que hay cuatro juristas entre sus filas (Iñarritu, Urbina, Aristegui y Cuadra). Eso sí, estiman que su ámbito de decisión y participación debe circunscribirse a Euskadi. “No podemos participar de forma integral en un poder legislativo que emana de una Constitución que contiene puntos inaceptables para nosotros y que niega que haya otros espacios de decisión”, sostiene Antigüedad. Este veterano catedrático de Geología en la Universidad del País Vasco es el hombre que defenderá los postulados de Amaiur en los grandes debates ideológicos. Aunque la coalición tenga un portavoz, Xabier Mikel Errekondo, por el estrado irán desfilando los siete diputados en función de los temas que se aborden.
"Madina es una persona de un nivel humano altísimo, que fue víctima de una terrible injusticia", dice Iñarritu
Esta semana volverán a ser protagonistas. La diputada de UPyD Rosa Díez ha instado al Gobierno a la ilegalización de la formación. El martes se abordará la cuestión, con el previsible voto en contra de PNV, PP y PSOE. El ministro del Interior, Jorge Fernández, dio un paso de gigante la semana pasada al hablar desde la tribuna del Congreso de la “dimensión política” de ETA. En las filas de Amaiur, la frase sorprendió. Los gestos que hacen unos y otros van dando frutos.
Antigüedad tiene claro que la coalición no va a seguir la estrategia de un partido como CiU, explica, que pretende ir ganando peso cada cuatro años, sumando votos, para ampliar su capacidad de influencia. “Nosotros no vamos a ganar nada aquí ni hoy ni en 35 glaciaciones. Aquí, la izquierda soberanista tiene poco que rascar”, proclama. Tiene claro que la misión es ir tejiendo una red de confianza que ayude a generar diálogo, a abrir espacios de acuerdo.
La idea de Antigüedad es pasar una noche por semana en Madrid y compatibilizar su actividad de parlamentario con la de profesor de Universidad. De hecho, ha renunciado a su salario nada más entrar en la Cámara. Él y todos los representantes de la coalición han renunciado al plan de pensiones que se ofrece a todos los diputados.
Este exmiembro de la mesa nacional de Herri Batasuna, que lleva diez años alejado de la primera línea política, dice que se oía más ruido en la Antártida que en el Congreso el día que se subió al estrado para el debate de investidura. Antigüedad, de 57 años, es doctor en Geología y un reputado investigador. En el arranque de 1989, pasó tres meses en una base en la Antártida. La base Rey Juan Carlos. Curiosamente, por aquellos días se hallaba en libertad condicional por injurias al Rey. Diputado en tres legislaturas en el Parlamento Vasco y apoderado de las Juntas Generales de Vizcaya entre 1995 y 1997, sostiene que en el proceso de paz cada vez son más importantes las metas volantes. “El objetivo final es que las madres de [José Antonio] Lasa y [José Ignacio] Zabala se sienten a tomar un café con las madres de las víctimas de ETA. Si hubiera que llegar a una situación de perdón, tiene que ser para todas las víctimas”.
En su regreso a la primera línea, Antigüedad, que condenó en 2008 el atentado contra el constructor vasco Ignacio Uría, no alcanza a entender por qué la democracia reposa en instituciones en las que se debate poco y, básicamente, se vota. “Aquí hay mucho teatro, mucha fachada”. Le sorprende que haya un diputado en cada grupo parlamentario que dé la orden a los demás de lo que hay que votar.
A Rafael Larreina, sin embargo, lo que más le choca es el guirigay que hay en el Parlamento durante las intervenciones de los diputados. A sus 55 años, tiene una dilatada carrera parlamentaria a sus espaldas en el Parlamento Vasco. Le llama la atención que en Madrid sus señorías mantengan conversaciones en voz alta y hagan tanto ruido. “Me parece una falta de consideración para quien está hablando. Este debería ser un espacio para hablar y para escuchar. Aquí solo se habla y creo que la cuestión tiene su fondo. Hay otra forma de hacer política y pasa por escuchar”.
Larreina conoce a varios de sus compañeros de grupo desde hace años. Aunque proceden de formaciones políticas distintas, dice que no les cuesta nada llegar a acuerdos porque el objetivo es común: tender puentes. Da la sensación, de hecho, de que en Amaiur se eligieron perfiles de candidatos relativamente moderados dentro de lo que es el mundo de la izquierda abertzale para favorecer el proceso de paz en curso. “Aquí no están representados ninguno de los extremos de las partes”, corrobora Larreina. A pesar de todo, el diputado procedente de Eusko Alkartasuna explica que el recibimiento de algunos miembros de la derecha parlamentaria ha sido muy frío. “Hay gente del PP que nos ve como filoterroristas, como personas peligrosas a las que les puede parecer bien que atenten contra ellos”, dice. Atribuye esta situación a las realidades mediáticas que construyen ciertos sectores de los medios de comunicación que contribuyen a desfigurar la realidad. Larreina enfatiza que siempre ha estado comprometido con la no violencia: “Somos personas normales. Tenemos un compromiso muy claro con la defensa de los derechos humanos. Estaremos frente a cualquiera que quiera utilizar la violencia para hacer política”.
La percepción de cómo les ha recibido la Cámara varía de unos diputados a otros. Jon Iñarritu, que procede de Aralar y es el diputado más joven de Amaiur, afirma que el recibimiento ha sido una mezcla de novedad y extrañeza. “El PP tiene una doble cara”, explica. “Frente a las cámaras, de cara al lobby de la caverna mediática, mantiene un discurso muy duro. Pero en los pasillos, el trato es muy correcto, incluso cordial”. Dice que ministros como Ana Pastor, José Manuel Soria y Ana Mato fueron de los primeros en darles la bienvenida.
Iñarritu va a desempeñar gran parte de su labor en el frente de los asuntos exteriores, la cooperación internacional y la Unión Europea. A sus 32 años, acredita largas estancias en distintos países del mundo: Francia, Reino Unido, Turquía, Italia. Su trabajo en el sector de la automoción le ha llevado por todos esos países, motivo por el cual ha desarrollado una suerte de hotelfobia. De ahí que sea el único parlamentario de Amaiur que ya cuenta con un apartamento en Madrid. Los demás pernoctarán en hoteles una, dos o tres noches a la semana. Iñarritu estará en el Congreso toda la semana.
“Es necesario que el Gobierno tenga altura de miras y que coja al toro por los cuernos”, sostiene. “El Estado español y ETA deben hablar, cada cual debe dar sus pasos. Hay tres cuestiones fundamentales: el desarme, los presos y las víctimas, todas las víctimas”. Preguntado sobre cómo es cruzarse en la Cámara con una víctima del terrorismo como Eduardo Madina, declara: “Madina es una persona de un nivel humano altísimo que fue víctima de una terrible injusticia. Yo siempre he tenido un respeto y he sentido una solidaridad extrema hacia él desde ese terrible e injustificable atentado del que fue víctima”.
Xabier Mikel Errekondo, exalcalde de Usurbil con Acción Nacionalista Vasca (ANV), es el portavoz del grupo. A él le ha correspondido una de las tareas más farragosas: coordinar los tiempos con el resto de partidos del Grupo Mixto. Para la historia queda ya la imagen del gesto distante del rey Juan Carlos recibiendo al portavoz de la coalición en el palacio de la Zarzuela. “Nos pareció correcto que nos recibiera con ese gesto: él defiende un Estado único; nosotros, naciones. Mejor ese gesto a que nos recibiera con paternalismo”. Errekondo, licenciado en Informática de 47 años, que tiene un hermano que fue condenado por colaborar con ETA, manifiesta que es el momento de ser pragmáticos. “Venimos con un encargo de la ciudadanía vasca que va más allá de los que nos votaron. Euskal Herria es una nación que tiene derecho a ser lo que quiera ser”. Exjugador de balonmano, compartió la camiseta de la selección española con Iñaki Urdangarin, del que dice que era “un chico agradable” con el que hubo cierta cercanía. Espera que la disolución definitiva de ETA llegue pronto y solicita la liberación de presos enfermos y de aquellos que llevan dos tercios de la pena cumplida.
De presos sabe, y mucho, Iker Urbina, abogado de 34 años que lleva once años defendiendo en la Audiencia Nacional a miembros de ETA y de Jarrai y Segi. Tras pasar muchos años viniendo a Madrid, se había decidido a dejar de viajar, pero la propuesta de formar parte de la coalición en un momento político como el actual le convenció para seguir con las maletas a cuestas. Dice que la “reconciliación” va a requerir un trabajo de largo aliento. “Olvidar no es posible, por una cuestión de humanidad. No puede ocurrir lo mismo que con la Guerra Civil”, sostiene, “en que haya un esquema de vencedores y vencidos. Tenemos que generar una verdad en la que nos veamos reflejados todos”.
La representación de la coalición abertzale la completan otros dos juristas de formación con experiencia en el mundo sindical. Sabino Cuadra tiene una larga trayectoria en el sindicato LAB y participará en la Comisión de Empleo y Competitividad. A sus 63 años, estaba prejubilado y tenía pensado dedicar este año a ir a la piscina, a nadar y a caminar con su cuadrilla de amigos prejubilados por el monte. Pero su compromiso le ha vuelto a poner en acción. Sostiene que es fundamental un cambio de modelo económico: “El parámetro hoy es el beneficio puro y duro, el pelotazo, y lo que hay que hacer es darle la vuelta al sistema”. Por su parte, Maite Aristegui, de 59 años, ex secretaria general del sindicato agrario EHNE, que regenta una casa rural y es agricultora y ganadera, destaca que es el momento de ser positivos. “Estamos en un momento diferente, de gran ilusión. Espero que utilicemos este brazo que tenemos aquí para llevar la ilusión allá: dotarnos de una soberanía real. Es el momento de tender puentes, de buscar sinergias y encontrar nuevos compañeros de viaje”.
Esta no es la antigua Batasuna
"Si convencemos a una mayoría de españoles que en Euskadi se ha abierto una nueva etapa, en la que ETA ya no volverá a atentar, que hay que cambiar la política penitenciaria y, además, un 25% de los encuestados del CIS respeta el derecho a decidir de los vascos, habremos logrado de sobra nuestros objetivos”. De este modo fija un representante de Amaiur el trabajo de su grupo para esta legislatura en el Congreso.
Es, pues, la labor pedagógica, la generación de confianza para su causa, destrozada por la trayectoria de su precedente, Batasuna —brazo político de ETA—, el objetivo principal de los siete diputados de Amaiur. Su trabajo es, por tanto, subsidiario de la dirección de la izquierda abertzale en Euskadi, que es donde se juega la principal partida en un grupo independentista.
Teniendo en cuenta los antecedentes históricos, Amaiur no ha empezado mal. El primer discurso de Iñaki Antiguedad, con motivo de la investidura de Mariano Rajoy, el 20 de diciembre, le generó la felicitación de algunos diputados vascos, como Leopoldo Barreda, del PP, y Ramón Jáuregui, del PSE. Con la excepción de los cinco diputados de Rosa Díez, que no les saludan, mantienen una progresiva relación de normalidad con los miembros de la Cámara baja.
No tienen empacho en asegurar que son distintos de Batasuna, cuyos diputados se limitaban a tomar posesión del cargo y ya no volvían a asomar por el Congreso en toda la legislatura. Reconocen que les separa el que Amaiur valora la participación en las instituciones como un instrumento político.
Además, Amaiur es un crisol de grupos y experiencias políticas distintas dentro de la izquierda abertzale, de tal modo que algunos de sus componentes ni se conocían entre sí antes de llegar a Madrid. Rafael Larreina, de Eusko Alkartasuna, es socialdemócrata; Jon Iñárritu procede de Aralar; Sabino Cuadra militó en la Liga Comunista Revolucionaria, trotskista. De origen Batasuna son Antigüedad, Iker Urbina, Maite Aristegui y Mikel Errekondo, exalcalde de Usurbil (Guipúzcoa), por ANV.
Los siete diputados de Amaiur han roto con la tradición de Batasuna y se han instalado en Madrid introduciéndose en las comisiones parlamentarias que les han asignado en el Grupo Mixto: Justicia e Interior; Economía y Competitividad; Empleo y Seguridad Social; Cambio Climático; Hacienda; Unión Europea y Exteriores.
Siempre que pueden insisten en que Euskadi ha entrado en una nueva etapa sin violencia, en la que ETA ya no volverá a atentar. Es esa una de sus principales misiones en Madrid, la de contribuir a la desactivación de las medidas restrictivas a los presos de ETA y en lograr el cambio de la política penitenciaria del Gobierno, implicando al mayor número posible de grupos e instancias políticas, como consecuencia del cese definitivo de la violencia de ETA.
La otra es lograr apoyos a su reivindicación del derecho a decidir. “Evidentemente, hay una confrontación de proyectos políticos que no es nueva. Y si hay una confrontación porque la Constitución vigente impide que Euskal Herria pueda ser ámbito de decisión. ¿Qué más señal quiere usted para ver que el conflicto es eminentemente político?”, le espetó Antigüedad a Rajoy en el debate de investidura.
Su participación parlamentaria, por tanto, es muy diferente de la del PNV. Los peneuvistas tratan de lograr competencias en el Congreso para Euskadi. Amaiur, no. Fue muy expresivo Antigüedad en el debate de investidura de Rajoy. Dirigiéndose al PNV y a Nafarroa Bai, dijo: “Señor Erkoreka, estamos dispuestos a hablar de monjes y salchichones. Pero si son de Guipúzcoa no es este el marco para hablar. Y, además, estamos dispuestos a hablar con Uxue Barkos del espárrago de Navarra, pero no es este el marco para hablar”.
Para Amaiur, por tanto, la clave de su presencia en Madrid se limita a realizar una labor pedagógica para lograr medidas favorables para los presos de ETA y de reconocimiento al derecho a decidir de los vascos.
Otra clave es avanzar hacia un modelo socio-económico alternativo. “Tenemos muy claro lo que no queremos. No queremos esta Unión Europea sometida a los especuladores. Pero estamos debatiendo lo que queremos”. Han dejado atrás las tesis marxistas leninistas de Batasuna. Pero aún no tienen definido un modelo alternativo. Admiten que se sienten próximos en el Congreso a grupos como ERC, BNG e IU. Pero tampoco pretenden anudar alianzas estables.
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