En defensa de la Fundación Pablo Iglesias
No estamos sobrados en nuestra vida cultural de instituciones tan sólidas y rentables
Los inicios del nuevo año y los recortes en los presupuestos públicos han levantado vientos que parecen amenazar el futuro de la Fundación Pablo Iglesias. Por supuesto que a todos nos obligan los planes de austeridad con que hacer frente a la crisis económica. Pero estaremos de acuerdo en que los recortes imprescindibles deberán hacerse con criterios de racionalidad que tengan bien en cuenta los rendimientos de todo orden que ofrecen las instituciones amenazadas por los efectos de la crisis.
Los partidos políticos no pueden ser ajenos a los planes de ahorro que se ciernen sobre la sociedad española. Pero los partidos políticos, como el resto de las instituciones, están obligados a observar esos criterios de racionalidad y productividad que deben estar siempre presentes en la vida de aquellas instancias sociales sostenidas por el sacrificio de los contribuyentes.
La Fundación Pablo Iglesias, desde su refundación en 1977, se ha convertido en una instancia eficazmente cooperadora del desarrollo de las ciencias sociales en nuestro país. La historia del movimiento socialista y obrero, la historia de España, Europa y América Latina, la ciencia política, la sociología, las relaciones internacionales y el derecho internacional, el derecho público, la economía, la situación de la mujer, entre otras grandes cuestiones, han tenido en la Fundación un cultivo permanente en colaboración con buen número de universidades españolas. La Fundación ha sostenido además un programa editorial de gran significado en nuestra vida académica, proyectado también al mundo de las publicaciones periódicas, y ha mantenido un programa de exposiciones del mayor interés. Por último, la Fundación sostiene un archivo de importancia decisiva en el campo de la investigación de la historia de nuestros movimientos sociales, el exilio y, en general, de la historia de España.
Por la Fundación han pasado miles de conferenciantes, participantes en seminarios y oyentes a lo largo de más de tres décadas de ininterrumpido trabajo. Complementariamente, ha sido una plataforma privilegiada de presencia del PSOE en las raíces de la sociedad y la opinión pública españolas. Esta espléndida contribución a la cultura de nuestro país se ha realizado con un empleo austero de medios, contando con la participación de amplios sectores de la opinión progresista española y manifestando siempre una significativa apertura intelectual y política.
Puede concluirse por todo ello que no estamos sobrados en la vida cultural de nuestro país de instituciones tan sólidas y rentables como ha demostrado ser la Fundación Pablo Iglesias a lo largo de nuestra transición y consolidación democráticas.
Quienes nos enorgullecemos de haber colaborado con tan importante empresa, queremos hacer hoy un llamamiento a la sensatez y al buen sentido en defensa de la continuidad de su trabajo. Un llamamiento que va dirigido, en primer lugar, al PSOE. A la hora de remodelar su organigrama como consecuencia de la disminución previsible de sus ingresos públicos, el PSOE debe tener presente el balance que ha ofrecido hasta el día de hoy una Fundación que, por derecho propio, constituye un instrumento de primer orden de nuestra vida cultural. La discutible política socialista de impulsar diferentes Fundaciones, deberá reconciliarse con un análisis sereno de su rentabilidad social, cultural y política. En segundo lugar, nuestro llamamiento se extiende a los responsables de la política cultural de España. La necesaria austeridad en relación al dinero de los contribuyentes no puede implicar el desmantelamiento de una infraestructura cultural que nuestro país necesita para garantizar su vida como sociedad, como nación y como Estado. Que se tenga en cuenta la contribución de la Fundación Pablo Iglesias a esta infraestructura sería, en última instancia, la modesta proposición implícita a la presente defensa.
Firman este artículo Andrés de Blas Guerrero, Mercedes Cabrera, Santos Juliá, Pablo Martín Aceña y 37 firmas más.
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