Euskadi cierra su primera campaña electoral sin ETA
PSE, PNV, PP y Amaiur se repartirán 18 escaños en País Vasco Dirigentes de varios partidos pronosticaban un doble o incluso triple empate a cinco
Euskadi votará el domingo por primera vez en su historia sin tener en la nuca la amenaza de las pistolas de ETA. Cuatro formaciones —PSE, PNV, PP y Amaiur— se van a repartir los 18 escaños en juego en unos comicios en los que como en pocas ocasiones antes los restos van a jugar un papel fundamental. Dirigentes de varios partidos pronosticaban los últimos días la posibilidad de un doble (o incluso triple) empate a cinco, pero nadie se arriesga a poner el nombre de un partido detrás de cada guarismo. Estas fuentes sitúan la pelea en Bizkaia entre el tercer escaño del PNV contra el segundo de Amaiur, en Gipuzkoa entre el PSE y el PNV por el segundo asiento y en Álava con el PP buscando su segundo diputado frente al cuarto clasificado (PNV o Amaiur). En 2008, los socialistas lograron nueve escaños, el PNV seis y el PP tres. La previsión de la mayoría de observadores es que se repita el resultado de las municipales y forales de mayo con un partido venciendo en cada provincia: los populares en Álava, el PNV en su feudo vizcaíno y la izquierda abertzale —ahora Amaiur, en mayo Bildu— en Gipuzkoa.
Aunque la campaña electoral comenzó apenas dos semanas después de que ETA declarase el histórico cese de su actividad terrorista —y la banda se hizo presente en el ecuador de la misma con una larga entrevista que todos los partidos, menos Amaiur, consideraron un apoyo a la coalición abertzale—, el peso de la adversa situación económica ha ido ganando peso en todos los discursos casi de la misma forma que escalaba posiciones la prima de riesgo.
Además de la pugna por el primer puesto, en la que el PP se hace valer de la mano del efecto Rajoy, algo inédito en la historia del País Vasco, donde los populares jamás han ganado unos comicios —en las generales de 2000, las de la mayoría absoluta de Aznar quedaron segundos, a más de 24.000 papeletas del PNV—, en las urnas del domingo se van a dilucidar otras peleas. Una de las principales es la batalla entre el PNV y Amaiur, la coalición que apadrina la izquieda abertzale, con EA, Alternatiba y Aralar como acompañantes— por la hegemonía en la familia nacionalista. El PNV, que ve con pánico tanto la posibilidad de quedarse sin grupo parlamentario como de verse superado por su rival, ha convertido en auténtico protagonista de su campaña a su presidente, Iñigo Urkullu, quien ha dado un mitin todos los días, ha marcado el acento en presentar a su partido como buen gestor. Por un lado, confronta al Gobierno de Patxi López —al que sitúa siempre de la mano con sus socios del PP— con los últimos malos datos económicos de Euskadi, y, por otro, descalifica a Amaiur con la imagen de la gestión de Bildu.
El PNV, que ha buscado sacar cabeza frente a la polarización de todas las miradas en el combate Rajoy-Rubalcaba, se ha esforzado en presentar como la única voz eficaz de Euskadi en el Congreso, disputándole el puesto a Amaiur. Pero no ha podido abandonar su perfil sobranista. De ahí la reiterada insistencia en su propuesta de nuevo estatus político para Euskadi con el horizonte en 2015. Urkullu ha cerrado esta noche la campaña en el pabellón bilbaíno de La Casilla, donde su partido celebra tradicionalmente el último mitin de cada cita electoral. Allí ha situado a su partido frente a un PP y un PSOE que “se han olvidado completamente de Euskadi” y una coalición independentista que “están bajando de las nubes y todavía no tiene claro el norte, ni ideas ni propuestas”.
Con Amaiur la izquierda abertzale va a regresar al Congreso tras 11 años de ausencia. La coalición intenta repetir el éxito de Bildu en las municipales, donde fue segunda fuerza en Euskadi, y ha jugado a fondo la baza del independentismo —“Queremos ir a Madrid para no volver a ir”, ha sido una de sus frases recurrentes—, hasta el punto de que se ha convertido casi en su única propuesta. Sus casi únicas y repetidas referencias económicas han sido para reclamar un marco vasco de relaciones laborales y para echar a la marca España la culpa de la crisis en Euskadi. En su campañaa no ha habido sitio para condenar a ETA y toda su historia.
Aunque se ha desinflado algo en los últimos días, su objetivo es tener grupo propio, lo que tiene al alcance de la mano con los resultados de Navarra. Ello le dará la posibilidad de convertirse durante toda la legislatura de la gestión del final de ETA en interlocutor político del Gobierno dentro del palacio de la Carrera de San Jerónimo.
Amaiur, que ha celebrado el mayor mitin de la camapañ en Euskadi, llevando a uhnas 12.000 personas al Velódromo de Anoeta, un símbolo para la izquierda abertzale, ha reunido esta mañana en San Sebastián a casi todos sus pesos pesados para llamar a los votantes a “tender un puente a la soberanía” para hacer frente a un Estado que “hipoteca el presente y el futuro” de Euskadi en todos los ámbitos. Ya por la tarde, su cabeza de lista por Bizkaia y principal referente de la campaña, Iñaki Antigüedad, ha pedido el voto para que el día 20 se entere “el Estado de que hay una parte importante de la sociedad vasca que se ha autodeterminado”.
El PP ha intentado en lo posible sacar el terrorismo y ETA de la campaña para jugar en el terreno que le resulta más propicio y que mejor le puede favorecer: los cinco millones de parados y la crisis. La ola de Rajoy sitúa al PP con perspectivas de poder incluso ganar en Euskadi. Su objetivo reconocido es lograr cinco diputados, dos más que ahora, y asentar la política de giro al centro que abandera Antonio Basagoiti desde que se hizo con las riendas del partido en julio de 2009.
Los populares han intentado asentar sus resultados llamando a la movilización de sus votantes para que no se dejen llevar por la euforia de las encuestas. A punto de ver en el Congreso a dos de los pesos pesados del partido en Euskadi, Alfonso Alonso y Leopoldo Barreda, ambos en la amplísima rumorología de ministrables de Rajoy, Basagoiti ha elegido para cerrar campaña un bar del Casco Viejo de Bilbao. El líder popular ha recalcado que era la primera vez en la historia que realizaban un acto político en esa zona de la capital vizcaína, que durante años era “un sitio para algunos y de algunos” donde las “armaban pardas”, en referencia a los radicales abertzales.
A renglón seguido, economía y economía: en estas elecciones España “se la juega” entre seguir “al borde de la ruina” o salir adelante, “dando impulso a la economía y creando puestos de trabajo”.
Los socialistas considerarían un magnífico resultado perder cuatro escaños y quedarse en cinco, reconocen algunos de sus dirigentes, que aprecian en las últimas encuestas que manejan una cierta tendencia al alza. El lehendakari, Patxi López, embarcado en la campaña de los socialistas como un candidato más, ha incidido varias veces en el mismo argumento—no es lo mismo Rubalcaba que Rajoy, ni para el proceso del final de ETA ni para la crisis—, pero su discurso ha ido ganando en tonos críticos contra el candidato del PP, un partido que es su socio preferente en Euskadi.
Los socialistas saben además que su resultado será visto por todos como una etapa previa de las autonómicas de 2013, en las que la izquierda abertzale volverá a entrar en liza, una izquierda abertzale que ya llama a los suyos a “desalojar al okupa” de Ajuria Enea, en referencia a López.
El PSE ha sido la única de las cuatro fuerzas en liza que ha cerrado campaña en Vitoria con el lehendakari y los cabezas de lista de los tres territorios —Ramón Jáuregui, Eduardo Madina y Odón Elorza—. López ha jugado la baza económica y la amenaza de una derecha que solo piense en los recortes. “No podemos dejar nuestro futuro en manos de la derecha” porque “retrocederemos al pasado que tanto nos ha costado superar” hasta “dejar irreconocible el Estado del Bienestar”.Tras recordar el asesinato del concejal socialista de Mondragón Isaías Carrasco a manos de ETA en plena camapaña de las generales de 2008 ha reclacado que “hoy se cierra la campaña de la libertad” y defendido que los votos de los socialistas son los que "permiten hacer política para terminar con el terrorismo de ETA”.
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