La campaña beatífica de Rajoy
El candidato del PP utiliza un tono moderado y evita toda confrontación
Campaña beatífica. Mariano Rajoy no hace mítines, sino celebraciones de un triunfo futuro, y su campaña va camino de ser una larga cabalgata electoral.
“Yo no peleo”, repite en sus actos, con la aureola de quien no quiere molestar. La idea del líder del PP es pasar por la campaña electoral sin manchar ni romper, para no cometer errores que movilicen a los votantes de la izquierda o que rebajen sus óptimas expectativas.
No hay ataques a nadie y el adversario, según el estribillo que repite, es el paro, no el PSOE. Los mítines son inmaculados y solo rompe el ambiente de celebración algún grito aislado de fervoroso asistente que pregunta por los “asesinos de ETA” o que menciona la cárcel asociada a dirigentes socialistas. Rajoy no entra al trapo y sigue con su oración y su oferta a España para combatir el paro y la crisis.
Lo que sí hace es aprovechar las ocasiones que le brinda el PSOE. Ayer en Leganés (Madrid) llevaba preparada una idea fuerza que repitió: yo soy el futuro y Alfredo Pérez Rubalcaba es el pasado. Sin hacer daño y sin ser hiriente, pero rematando el balón que el PSOE le dejó botando ante la portería vacía con el mitin vintage que los socialistas celebraron en Sevilla, con Felipe González, Alfonso Guerra y Alfredo Pérez Rubalcaba.
“Hay gente que mira al siglo XX y se ha quedado allí, que está en el pasado y olvida que estamos en el siglo XXI, pero el PP mira al futuro y nuestro objetivo es vencer a la crisis económica, acabar con el desempleo y atender los problemas de la gente”, aseguró Rajoy, sin mención expresa al PSOE, pero con las suficientes insinuaciones como para que quedara claro que estaba describiendo el acto que los socialistas celebraban a la misma hora.
El equipo de campaña del PP explica que la estrategia del PSOE refuerza su intención de identificar a Rubalcaba con el pasado, con el que en este momento los españoles están tan molestos. Entiende que la presencia de González y Guerra en la campaña socialista busca reforzar a los fieles del PSOE y agruparles en torno a Rubalcaba para mantener el suelo electoral. Pero añaden que, al tiempo, eclipsa al candidato socialista, le identifica con el pasado y, sobre todo, le sirve al PP para lanzarse a por el voto de electores del PSOE desencantados, es decir, la bolsa de ciudadanos que afianza su mayoría absoluta.
“El PP se ofrece a todos los españoles, piensen como piensen. Contamos con todos, piensen lo que piensen, sientan lo que sientan o hayan votado lo que hayan votado, para liderar ese cambio político, y sumarse al cambio porque la tarea es dura, y contamos con todos y aspiramos a representar a todos”, dijo ayer Rajoy en Leganés, en busca de ese nicho de electores.
El PP asegura haber detectado un trasvase importante de votantes del PSOE a su favor o, en cualquier caso, de miles de ciudadanos que antes apoyaron a los socialistas y ahora ya no muestran rechazo hacia el partido de Rajoy. A los suyos los tienen seguros, según encuestas como la de Metroscopia, que muestran un nivel de fidelidad que supera el 90%, y no necesitan lanzarles mensajes de dureza.
“Hay quien pide pelea, pero nosotros pensamos que España necesita unidad, moderación y cambio, no necesita ni división ni peleas. Nosotros solo nos peleamos contra la crisis y contra el paro. Que otros expliquen por qué nos han traído a la situación de vergüenza que tenemos en España”, repitió ayer Rajoy como parte de su campaña beatífica.
En su discurso, incluye siempre una especie de jaculatoria de bondad que lleva tan aprendida como que ayer repitió una parte dos veces en Leganés y que viene a decir así: “Me comprometo a decir la verdad y no engañar, que es la primera obligación de un gobernante. Me comprometo a no engañar a los españoles y estaré en la realidad, porque estar en la realidad y hacer un buen diagnóstico es el primer paso para salir de la crisis. Me comprometo a preparar un plan económico, no 41. Me comprometo a cambiar la forma de gobernar. Hay que acabar con las ocurrencias, las rectificaciones y las improvisaciones, y hay que gobernar con sentido común y austeridad”. Y así hasta completar el compendio de todos los bienes que se compromete a cumplir.
Las bondades que promete alcanzan a Europa: “A mí no me gusta que nos miren como nos miran hoy en Europa y que nos den instrucciones ni órdenes. Quiero que nos miren como nos miraban cuando nosotros gobernábamos, con admiración y orgullo”.
Hasta la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se metió en el papel beatífico y se limitó a pedir “el mayor apoyo posible para hacer posibles las reformas que necesitamos. Una mayoría muy amplia”. La presidenta de la Comunidad de Madrid no pudo evitar lanzar, no obstante, una broma muy celebrada por los asistentes al hablar de “los Rubalqueros y Zapaltabas” y sus “mentiras a los ciudadanos”.
Otra de las pautas de la cabalgata de celebración que acaba de empezar Rajoy es la de hacer referencia a la victoria electoral que tuvo el PP el pasado 22 de mayo en la comunidad en la que se celebra el mitin de cada día y presentarla como vanguardia de su gran triunfo del 20-N. Anteayer lo hizo con Dolores de Cospedal y ayer con Esperanza Aguirre y, salvo en Cataluña y Andalucía, podrá seguir haciéndolo cada día. Hoy Rajoy descansa de mítines para preparar el debate del lunes.
La campaña beatífica del PP se completa con la afonía de Esteban González Pons.
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