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ENCUESTA DEL CIS

La remontada imposible

El CIS amplía la ventaja del PP a 74 diputados y 17 puntos. En 1996, hito al que apela el PSOE, la encuesta auguró siete puntos para el PP y ganó por uno. Los populares creen que la diferencia está hinchada para meter miedo a la izquierda

Carlos E. Cué

Alfredo Pérez Rubalcaba tendrá ocasión de recordarlo hoy, cuando se encuentre con Felipe González y Alfonso Guerra en un mitin en Dos Hermanas (Sevilla). Sucedió en 1996. Y, pese a que no sirvió absolutamente para nada, tal vez solo como consuelo, es un auténtico mito para el PSOE, y hasta hace unos meses una sombra que daba escalofríos en el PP. González llegó a la campaña electoral hundido en las encuestas. Algunas daban hasta 14 puntos a favor de José María Aznar. La mayoría, casi 10. La del CIS, la más importante, siete. Y estuvo a punto de ganar.

Solo 300.000 votos y un punto le sacó Aznar, una frustración que en el PP aún recuerdan algunos, aunque la llegada al poder lo borró todo después. “Nos ha faltado una semana de campaña y un debate”, dijo un eufórico González en la noche electoral mientras en la sede de Ferraz le aplaudían como si hubiera ganado.

Esta vez, sin embargo, todo parece muy distinto. Prácticamente nadie en el PSOE sueña con esa mítica remontada. Los populares cambian el gesto a una sonrisa irónica cuando alguien plantea la hipótesis. No solo es altamente improbable. Parece imposible. Entre otras cosas porque, pese a la larga tradición de errores en las encuestas, las diferencias son aplastantes. Si el CIS de 1996 daba siete puntos de ventaja, el que se publicó ayer llega hasta los 17 puntos, bastante más del doble.

Si el sondeo acierta, Rajoy obtendrá el mejor resultado en la historia del PP

Y si en 1996, a pesar de esa enorme remontada, hubo derrota del PSOE, por mucho que fuera dulce, ahora no cabe más que pensar en una aplastante victoria del PP. Además hay otro elemento: las encuestas, tanto las conocidas como los tracking diarios que realizan los partidos, no parecen detectar ningún movimiento significativo en las últimas semanas.

El CIS dio en 1993 y 1996 menos votos al PSOE de los que tuvo; en 2000 no detectó el enorme desplome de los socialistas y en 2004 tampoco acertó. Nadie lo hizo ese año, el del atentado de Atocha. Sin embargo, sí se acercó mucho en 2008, aunque también la victoria del PSOE fue mayor de la esperada. Pero nunca ha tenido un error de más de seis puntos. Mucho menos de 17.

En el PSOE se vivió la encuesta con preocupación pero concentrados en una idea: hay un 30% de indecisos, por tanto hay espacio para trabajar. Además insistían en que en intención directa, antes de la cocina, la diferencia es menor (12,5 puntos), y si se suma intención y simpatía baja aún más (8,5).

En el PP estaban muy sorprendidos de la enorme ventaja en escaños que les otorga. Tanto, que varios dirigentes señalaban que la cocina del CIS, a la que tanto ha criticado el PP en los últimos años, ha exagerado la diferencia para meter miedo en el cuerpo a los votantes de izquierda que dudan o han decidido abstenerse.

Lo cierto es que el resultado que pronostica la encuesta (190-195 escaños para el PP, 116-121 para el PSOE) implicaría que los socialistas pasan de rozar la mayoría absoluta en 2008 a quedar por debajo de 125 escaños, el resultado que forzó a Joaquín Almunia a dimitir en 2000, lo que abrió paso a José Luis Rodríguez Zapatero.

Mientras, Mariano Rajoy lograría, de confirmarse, una especie de venganza personal contra José María Aznar, a quien los marianistas siempre han acusado de ser displicente con su sucesor, de tutelarlo, de hacerle la vida imposible. Aznar trasladó a conocidos suyos que estaba arrepentido de haber elegido a Rajoy porque le veía incapaz de ganar, un líder débil que buscaba “heredar el Gobierno” y no luchaba por la victoria.

Si el CIS acierta, Rajoy obtendría el mejor resultado de la historia del PP, aplastaría el récord de Aznar de 2000 —el expresidente sacó 183 diputados y el CIS pronostica entre 190 y 195—. No está en su estilo exhibir esa victoria frente a Aznar. Pero sí disfrutar en la intimidad ese plato frío que podría servirle en bandeja el desplome del PSOE por la crisis económica.

Los datos desagregados del PSOE no ofrecen ningún paliativo para los socialistas. Se hunden en todas partes, aunque es especialmente dramático el desplome en Andalucía, su tradicional granero. Una posible derrota del PSOE en las andaluzas de mayo de 2012, previsible con este resultado en generales, dejaría en manos del PP y de Rajoy la mayor concentración de poder de la historia democrática española. Hay detalles especialmente simbólicos, como la posibilidad de que el PSOE se quede sin escaño en provincias como Ávila o Soria. Eso nunca le pasó a los socialistas. Solo al PP, que no tuvo escaño durante muchos años en Girona. En esta comunidad el desplome del PSC sería algo menor pero los populares tendrían un resultado similar al de 2000 y no están muy lejos de superar incluso a CiU, algo impensable hace unos años.

Al PSOE ya le quedan pocas cosas a las que aferrarse. Hasta hace unos meses, por ejemplo, tenía la fuerza de su candidato, mucho mejor valorado que Rajoy. Ahora sigue estando por encima, pero la diferencia ya es mínima. Rubalcaba también inspira más confianza que Rajoy, pero de nuevo las diferencias son pequeñísimas, tanto que el líder del PP gana por la mínima cuando se pregunta a quién prefiere para gobernar. Hasta en eso se olfatea el peso del poder del que Rajoy parece ya casi ungido. Los políticos siempre tienen un salto de valoración cuando se hacen con el poder. Rajoy parece estar lográndolo antes incluso de llegar. Una consecuencia más de una extraña campaña en la que todo parece ya decidido.

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