13 fotosSALUD PÚBLICALabio y paladar hendido: una cirugía para volver a sonreírLa organización Mobile Surgery International opera en Oaxaca, uno de los Estados más pobres de México, a personas afectadas de una malformación que causa un gran estigma México - 05 ago 2022 - 05:35CESTWhatsappFacebookTwitterLinkedinCopiar enlaceEn la entrada de este mismo hospital, Ángel, de ocho años, y su madre, Juana, esperan para comenzar la sesión de terapia del habla, a la que acuden cada ocho días. Ángel fue operado de labio en el hospital público de Oaxaca y de paladar en una misión médica humanitaria. No hubo seguimiento de su caso, ni tratamiento posterior. Juana, madre soltera, afronta prácticamente sola la crianza y el tratamiento del niño. Van juntos a todas partes.Julia MOlinsZaachila, Oaxaca. Ángel y Juana viven en una habitación de chapa construida sobre un descampado. En su casa, Ángel toca el saxofón ante la atenta mirada de su prima. ‘Ángeles Azules’ es su canción favorita. “Cuando acabe mi tratamiento volveré a clases de saxofón”, cuenta el pequeño, que quiere ser músico cuando crezca.Julia MOlinsValdeflores, Oaxaca. Ceci tiene 37 años y su primera operación de labio fue a los 40 días de nacer. A partir de ahí, ha tenido unas seis operaciones más de labio y paladar siendo ella un bebé, y cuatro más que recuerde. De todas, solo la primera fue gratuita.Julia MOlinsIrene, madre de Ceci, y dos de sus hijas, en el puesto de carretera donde venden semillas, refrescos y refrigerios. En un buen día de trabajo ganan 350 pesos (unos 16,5 euros). Una operación de labio en un centro privado puede costar alrededor de 1.800 euros.Julia MOlinsIrene prepara agua de sandía para acompañar la comida. “Yo siempre pienso que diosito dijo, ‘una para mí, otro para ti”, cuenta, refiriéndose a cómo su primer bebé nació con labio y paladar hendido (LPH) y falleció a los siete meses. “No pude cuidarla y atenderla como hubiera querido”, continúa. Irene es madre de siete hijos y se desvive para que Ceci, nacida también con LPH, reciba ayuda y cuidados.Julia MOlinsTamazulapan del Progreso, Oaxaca. Josefina, de 39 años, nació en esta pequeña localidad a dos horas y media de la capital del Estado de Oaxaca, el mismo lugar donde su padre fue enterrado. “Cada vez que me van a hacer una nueva operación, vengo a verlo y le hablo, le cuento qué me van a hacer. Él quería que me operase, y aquí estoy”, explica. Su padre fue asesinado la noche antes de cruzar la frontera a Estados Unidos. Quería emigrar para conseguir dinero con el que pagar las operaciones de labio y paladar de su hija.Julia MOlinsOaxaca de Juárez. Josefina vive con su perro Chester en un pequeño cuarto. Está feliz: espera su próxima operación de labio, que le borrará la cicatriz de la cara resultado de una mala cirugía. Hasta los 18 años no tenía idea que su paladar totalmente abierto era el resultado de una anomalía congénita con nombre propio. Su primera operación fue a los 20.Julia MOlinsJosefina sirve comidas durante el día en un comedor de la Colonia Reforma, en el centro de la ciudad; por las noches, trabaja en una taquería. Necesita dos trabajos, que le ocupan toda la semana, para poder ahorrar y hacer frente a los gastos derivados de sus próximas operaciones.Julia MolinsEn esta misma comunidad, Gabo y su familia viven en un pequeño cuarto construido sobre un terreno en obras. Sin apenas recursos económicos, esta familia de Puebla no tiene agua corriente, ni gas, ni nevera para mantener la comida en buen estado; sin embargo, los padres del pequeño deben conseguir el suficiente dinero para poder pagar los viajes para las operaciones, tratamiento y estudios médicos en el Estado de Oaxaca, a siete horas y tres autobuses de distancia.Julia MOlinsSanta Úrsula, Puebla de Zaragoza. Gabriela y Gabo, madre e hijo, pasean por las calles de su comunidad. La pandemia, y con ello las mascarillas, han sido un alivio para muchas personas con esta anomalía. Gabo no sale de casa sin su cubrebocas. A los cuatro años, ya es consciente de que hay algo diferente en su rostro.Julia MOlinsGabo, de cuatro años, sonríe a cámara días antes de su operación. Su familia ha estado esperando esta intervención desde que nació. Nacer con LPH implica problemas de nutrición y respiratorios, además del estigma y el señalamiento. Todo esto es agravado por la desinformación, la precariedad de la atención médica y el empobrecimiento que supone para las familias más vulnerables.Julia MOlinsPuerta del quirófano del hospital Mobile Surgery International. Segundos antes de entrar a su operación, Gabo muestra el interior de su boca a una de las enfermeras quirúrgicas.Julia MOlinsEn el interior de la sala de operaciones del hospital MSI, la cirujana cráneo facial Diana Bohórquez realiza la primera de las muchas intervenciones que le esperan a Gabriel. Su labio ya está cerrado.Julia MOlins