Una cita con Ramón y Cajal

Los lectores escriben sobre la exposición consagrada al científico en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, el acceso a la propiedad, los 50 años del golpe de Pinochet y la insuficiente inversión en sanidad y educación

Parte de la exposición dedicada a Ramón y Cajal en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.KIKE PARA

Tras las turbulentas lluvias y con el aire frío de las mañanas, voy al renovado Museo Nacional de Ciencias Naturales. Me espera Ramón y Cajal, un científico a la altura de un Darwin o un Einstein. Subo a la primera planta y, con el desasosiego de Pessoa, espero en su biblioteca y despacho. La guía de la realidad virtual, con mirada entusia...

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Tras las turbulentas lluvias y con el aire frío de las mañanas, voy al renovado Museo Nacional de Ciencias Naturales. Me espera Ramón y Cajal, un científico a la altura de un Darwin o un Einstein. Subo a la primera planta y, con el desasosiego de Pessoa, espero en su biblioteca y despacho. La guía de la realidad virtual, con mirada entusiasta, instruye a un niño de ocho años —que no sabe quién fue Cajal— y a mí, un médico crepuscular que fue alumno de don Fernando de Castro, su último discípulo. Aparece en una vaporosa y sobrecogedora atmósfera. Me explica sus vicisitudes hasta llegar a la teoría de la neurona y enseña imágenes vibrantes de la actividad eléctrica del cerebro. Me pide que le dé una preparación histológica que cojo de un archivo con cajetines y la examina al microscopio. Me invita a salir a la pizarra y tengo que unir las partes de una neurona a sus nombres (soma, núcleo, axón, dendritas). Al final, me lleva al aula que se conserva en el Colegio de Médicos de Madrid, donde impartía sus clases. ¡Estudiantes y jóvenes del mundo, no os perdáis esta fascinante cita con Cajal!

Francisco Javier Barbado Hernández. Madrid

Ser propietario

Comprarse una casa es una acrobacia, incluso para dos sueldos que considero privilegiados. La acrobacia se eleva al cielo con la reforma que casi todas necesitan. Solo podemos acceder a construcciones de los años sesenta, los setenta, que necesitan una renovación a veces íntegra y no por estética, sino por habitabilidad. Se vuelve casi imposible vivir en tu barrio de siempre, cerca de tu familia, apartándonos del sentido de comunidad, que es lo único que nos salvaría de las grandes ciudades despersonalizadas y vastas.

Sara García Alcaraz. Madrid

Un asesinato

Agradeciendo el recuerdo en sus páginas para el 50º aniversario del golpe de Estado ejecutado en Chile contra Salvador Allende, me gustaría remarcar una cuestión. El crimen contra la democracia chilena tuvo muy poco de tragedia, tal que un accidente o un fenómeno natural, sino de un accionar sedicioso de determinados sectores (jerarquías católica y militar, clase empresarial, Gobierno norteamericano) que, de forma combinada, ahogaron en sangre y pólvora la soberana decisión de un pueblo cuya voluntad se había expresado en las urnas. Sectores, por cierto, que transcurridos 50 años ni tan siquiera han pedido perdón por tal infamia.

Juan Carlos Martínez Portillo. Logroño

Educación y sanidad

Dado el momento político actual, los ejes principales del sistema —la educación y la sanidad— parecen abandonados y apartados del debate. Como pilares de la sociedad, deberían abordarse de forma conjunta y con visión a largo plazo. Cierto es que el modelo territorial, la financiación autonómica y las lenguas también influyen en el funcionamiento del Estado, pero las prioridades tal vez convendría que fueran invertidas y subordinadas al interés general y el bien común. En pleno auge del neoliberalismo, resulta esencial que el Estado actúe como sostén social; sino, en las próximas crisis o pandemias tropezaremos de nuevo con las mismas piedras y las mismas muertes.

Ramón Puchades Rincón de Arellano. Valencia


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