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COLUMNA
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Homenaje

Saben con exactitud lo que han de odiar y el signo de su enemigo. No yerran. El Palau es un símbolo de civilización que les ha de resultar insufrible y lo embistieron

Félix de Azúa
Palau de la Musica
Interior del Palau de la Música a través de una ventana rota.JUAN BARBOSA (EL PAÍS)

El concierto comenzó con el poema de Hölderlin en el que imagina a los dioses adormecidos sobre nubes doradas que mecen aires de pausados giros, pero la orquesta y el coro dan un brusco cambio para reconocer nuestro destino como aguas empujadas por el despeñadero y rompiéndose de peña en peña sin descanso hasta desaparecer. El coro, por la pandemia, canta encaramado en los anfiteatros y el dolor llega de muy alto.

Luego era Schiller quien convocaba a las nenias, aquellos cantos fúnebres romanos, para advertirnos de que todo lo bello perece, que lo hermoso es efímero y ni siquiera los dioses logran mantener en vida a los que aman. Canta a Eurídice, Adonis y Aquiles, muertos en el umbral del Averno sin que sus amantes divinos puedan impedirlo. La orquesta y el coro dan un nuevo giro y cantan con gran potencia que sólo se salvan aquellos a quienes una voz canta su memoria, justamente lo que estaba haciendo esa magnífica orquesta que ha reconstruido David Afkham.

Sí, sólo el himno puede salvarnos, pero entonces surge el piano sobre el escenario y el joven Trifonov ataca el primer concierto para orquesta de Beethoven. Elegante, sobrio, y a velocidad mozartiana, el concierto nos devuelve el ánimo combativo, la afirmación de la vida, la sonrisa. La Orquesta Nacional de España y sus coros son un verdadero prodigio en el actual panorama mundial.

¿Por qué se lo cuento? Pues porque aquella noche las hordas salvajes atacaban, en Barcelona, el Palau de la Música. Ellos saben con exactitud lo que han de odiar y el signo de su enemigo. No yerran. El Palau es un símbolo de civilización que les ha de resultar insufrible y lo embistieron. Dicen ser antisistema, pero es obvio que ahora tienen mucho dinero y apoyo institucional. Aún odian más.

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Sobre la firma

Félix de Azúa
Nació en Barcelona en 1944. Doctor en Filosofía y catedrático de Estética, es colaborador habitual del diario El País. Escritor experto en todos los géneros, su obra se caracteriza por un notable sentido del humor y una profunda capacidad de análisis. En junio de 2015, fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón "H".

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