Sheinbaum: claroscuros económicos de su primer año
Debe destacarse que el entorno inicial le era especialmente adverso y que la economía ha logrado sortear con relativo éxito esta situación

En unos días se cumplirá el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum en México. Su administración comenzó con dos hándicaps muy importantes: la herencia del abultado déficit fiscal que le dejó el último año de gobierno del presidente López Obrador y la posibilidad de que llegara Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Como es sabido, esta amenaza se materializó en las elecciones de noviembre de 2024 y se concretó a partir de enero de este año. Estos dos factores han influido de manera importante en el desempeño de la economía mexicana durante este primer año de la administración de Claudia Sheinbaum.
Por un lado, el déficit fiscal de 5,9% del PIB de 2024 ha sido el más alto de las últimas décadas en México. El gasto excesivo en el que incurrió la administración de López Obrador en su último año de gobierno dejó a la presidenta Sheinbaum con un reducido margen de maniobra para iniciar su gestión. El aumento del déficit y, por tanto, de la deuda pública, dejaron al país en un precario equilibrio fiscal y forzaron al nuevo gobierno a establecer un compromiso inmediato para realizar un ajuste fiscal significativo por el lado del gasto público (la llamada consolidación fiscal).
Por otra parte, el presidente Trump arrancó su gestión anunciando la imposición de aranceles generalizados a diversos países incluyendo a México. Si bien en un inicio Trump pospuso la entrada en vigor de los aranceles, sus constantes anuncios, sus pausas y los aranceles que sí nos ha impuesto (a productos de acero y aluminio, por ejemplo), todo ello ha contribuido a generar un ambiente de volatilidad e incertidumbre sobre el futuro del T-MEC y del proceso de integración en Norteamérica.
Estos dos elementos, la necesaria consolidación fiscal y el aumento de la incertidumbre económica, han contribuido a generar un ambiente de poco dinamismo en la economía mexicana. La inversión tanto pública como privada se ha contraído como resultado de estos dos factores. Tan solo en el primer semestre de este año, la inversión privada se redujo en 5% con respecto al primer semestre de 2024, mientras que la inversión pública se contrajo en ese mismo lapso en 22%.
Esta falta de un ambiente propicio para la inversión se ha reflejado también en un crecimiento muy limitado de la actividad económica y del empleo formal. Por el lado de la actividad, las cifras del Indicador Global de Actividad Económica de julio muestran que, en los primeros siete meses del año, la actividad apenas creció en 0.1% con respecto al mismo periodo del año pasado. Por su parte, el empleo formal en agosto de este año está prácticamente estancado en el mismo nivel que tenía en agosto de 2024.
A pesar de lo anterior, otros indicadores económicos revelan una gran resiliencia de la economía mexicana frente a una situación aparentemente muy adversa. En primer lugar, cabe señalar que, a pesar de todo, se ha logrado evitar una recesión a nivel nacional (no así a escala regional, ya que hubo recesión en las zonas norte y sur del país). La expectativa era que esto sería inevitable, pero hasta ahora se ha logrado esquivar. Es cierto que la economía en su conjunto muestra un escaso dinamismo, pero hasta el momento ha logrado mantener un crecimiento ligeramente positivo.
Otros aspectos favorables son la estabilidad y fortaleza cambiaria. El peso mexicano, que hasta hace algunos años reaccionaba al alza inmediatamente frente a circunstancias adversas, se ha comportado en una forma sorprendentemente estable. La paridad cambiaria se encuentra hoy en niveles similares a los de los días inmediatamente posteriores a la elección de Sheinbaum en junio de 2024, y ligeramente por debajo de donde estaba al inicio de su administración en octubre de ese mismo año. Si bien es cierto que esto en parte se debe a la depreciación mundial del dólar, no es menor la forma en la que el peso mexicano ha resistido frente a una situación de incertidumbre y debilidad económica.
Otro dato positivo para México es que el mercado laboral se ha mantenido sólido. Las tasas de desocupación y subocupación que reflejan la situación del mercado laboral en su conjunto (formal e informal), siguen siendo de las más bajas desde que tenemos registros oficiales (2.6% y 7.1%, respectivamente).
En el ámbito financiero también ha habido señales positivas. El índice de precios y cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ha crecido en 18% con respecto al año pasado y está en su nivel histórico más alto. A esto ha contribuido que la inflación general anual se ha venido reduciendo (pasó de 4.7% a 3.7% tan sólo en el último año), al igual que la tasa de interés objetivo del Banco de México, la cual ha bajado en 3 puntos porcentuales en los pasados doce meses, al pasar de 10.5% a 7.5%.
En general, se puede decir que es un primer año de claroscuros en materia económica para la presidenta Sheinbaum. Sin embargo, debe destacarse que el entorno inicial le era especialmente adverso y que la economía ha logrado sortear con relativo éxito esta situación. Hacia adelante, será clave el haber mantenido la estabilidad macroeconómica, el haber logrado avances en el proceso de consolidación fiscal y el haber mantenido una posición relativamente ventajosa en materia arancelaria con respecto a otros países. Este escenario permite anticipar que en los siguientes años de esta administración podríamos regresar a una senda de crecimiento un poco más elevada de la que hemos tenido recientemente. En un entorno de tanta incertidumbre, este resultado sería especialmente meritorio.
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