Sheinbaum presenta sus primeros presupuestos marcados por la necesidad de recortar el déficit y reactivar la economía
La hoja de ruta del primer año de la mandataria se enfrenta al ambicioso reto de reducir el balance de ingresos y gastos más alto de los últimos 36 años, sin enfriar la actividad económica en un momento de incertidumbre
La entrega del Paquete económico 2025 será el primer gran evento de política económica de la era de Claudia Sheinbaum. Inversionistas y analistas están a la espera de que la Secretaría de Hacienda presente este viernes los presupuestos del próximo año al Poder Legislativo. El plan supone la primera hoja de ruta económica del sexenio. Un documento clave para avizorar cuáles serán los gastos prioritarios, a qué carteras se les recortará los recursos y cómo planean sortear los vientos en contra para la actividad económica: un déficit histórico en niveles del 5,9% del PIB, la devaluación del peso frente al dólar, la caída de los ingresos petroleros, la incertidumbre en los mercados por las recientes reformas constitucionales, el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y la desaceleración de la economía mexicana.
En vísperas de la entrega de los primeros presupuestos de la era Sheinbaum, tanto la presidenta como su Gabinete han afirmado que garantizarán los programas sociales y mantendrán los principios de austeridad, finanzas públicas sanas y estabilidad. “Estamos trabajando de manera muy intensa en una reorganización del presupuesto público que nos permita disminuir el déficit, también aumentar los ingresos para el próximo año y poder cumplir con todo lo que nos comprometimos”, declaró esta semana la mandataria en Palacio Nacional. En esta misma línea, el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, insistió en que el compromiso del próximo paquete económico será salvaguardar la estabilidad macroeconómica y propiciar un entorno benéfico a la inversión y al empleo. “No regresarán los gastos superfluos y seguiremos trabajando con los principios de austeridad”, dijo el funcionario en su comparecencia en la Cámara de Diputados.
Más allá de la retórica, el Gobierno tiene frente a sí una tarea muy compleja. A diferencia del sexenio anterior, la Administración Sheinbaum cuenta con menos margen de maniobra dado el elevado desbalance entre ingresos y egresos heredado del presupuesto de este año. Al cierre de 2024, México cerrará con un déficit fiscal equivalente al 6% del PIB, equivalente a 1,8 billones de pesos, su nivel más alto en los últimos 36 años. El panorama se complica aún más con una economía en plena desaceleración y un ambiente de volatilidad financiera y depreciación del peso tras el triunfo en Estados Unidos, del republicano Donald Trump.
Bajo estas condiciones, el Gobierno presentará un plan de consolidación fiscal en el que las presiones del gasto público son cada vez mayores y los ingresos, aunque han crecido, lo hacen a un menor ritmo respecto a los millonarios desembolsos comprometidos en programas sociales, gastos operativos del Gobierno, pago de deuda y pensiones. De acuerdo con las previsiones de Hacienda, los ingresos públicos ascenderán este año a 7,4 billones de pesos, mientras que los gastos rebasaron los 9,1 billones de pesos.
El desequilibrio se ha ratificado poco a poco en los reportes mensuales de Hacienda. En los primeros nueve meses de 2024, el déficit fiscal supera ya los 1,2 billones de pesos, un alza de 53% respecto al mismo periodo del año pasado. Este desbalance inédito en las finanzas públicas, sin una estrategia para elevar sustancialmente los ingresos, a través por ejemplo de una reforma fiscal, atiza el pronóstico entre los expertos de una previsible subida de la deuda pública, que a estas alturas del año es equivalente al 49,3% del PIB.
Estos focos rojos no han pasado desapercibidos por las agencias calificadoras. Este jueves Moody’s rebajó la perspectiva sobre la calificación de México de “estable” a “negativa”. El cambio, explicó la agencia, obedece a una percepción de debilidad institucional, así como al incremento de riesgos derivado de reformas como la del Poder Judicial. Aunque la calificadora mantuvo la calificación del país en “Baa2″ este cambio de perspectiva a “negativa” implica que la calificación de México puede ser recortada en el corto o mediano plazo.
En su análisis previo a la presentación de los presupuestos económicos, Citibanamex advierte de que en la medida en que Hacienda presente una combinación realista de ingresos y egresos que lleven a la estabilización de la deuda pública se podrían ver reacciones en las estimaciones de los analistas. Sin embargo, desde su trinchera, estiman que lo presentado el viernes no será suficiente para evitar que las calificadoras no cambien su perspectiva de “estable” a “negativa”.
El economista en jefe del BBVA en México, Carlos Serrano, indica que lo que tanto expertos como financieros esperan es un proceso de consolidación fiscal para alcanzar una reducción significativa del déficit y medidas para eficientar la recaudación. “Estamos esperando un déficit que esté entre un 3,5% y un 4% del PIB, siempre y cuando exista también un plan claro y creíble para llevarlo al 3% en 2026. Niveles más elevados del déficit causarían preocupaciones en los mercados. Me parece fundamental que los supuestos de Hacienda sean creíbles para el mercado, de tal suerte que este plan sea bien recibido y no haya aumentos en las primas de riesgo o reacciones negativas de las calificadoras”, comenta.
Serrano pronostica que esta reducción del déficit a 2025 se logrará a través de un recorte de presupuesto sobre la inversión pública y no tanto en el gasto corriente, porque en este último rubro el Gobierno ya no tiene tanto margen para actuar. “No creo que vayamos a ver grandes proyectos de infraestructura, es cierto que la presidenta ha anunciado obras de construcción en ferrocarriles y puertos, pero por ahora no creo que exista el espacio fiscal y ahí lo más probable es que los proyectos se realicen en conjunto con el sector privado”, asevera.
CI Banco refiere que no será una tarea sencilla. “En un escenario de menor crecimiento económico, sin aumento de impuestos y con mayores compromisos de programas sociales, implicaría la contracción muy fuerte del gasto público. Esto contribuiría a enturbiar aún más las débiles perspectivas económicas para 2025, lo que generaría un círculo vicioso de menor crecimiento, menor recaudación, mayor desbalance público”, advierten.
Jorge Gordillo, director de Análisis de CI Banco, reconoce que todas las miradas están puestas en este documento crucial para conocer cómo planea el Gobierno garantizar la prudencia y solidez de las finanzas públicas, sin que esto suponga tampoco un recorte tan fuerte del gasto público que provoque una contracción económica. “Es una prueba de fuego para iniciar bien o mal la Administración. El Paquete Económico 2025 permitirá evaluar el riesgo de recesión en México que podría generarse al conjugarse un menor gasto público, con una moderación en el desempeño de la economía estadounidense y la incertidumbre en torno a las reformas constitucionales”.
“Si tienes un déficit muy alto, con un crecimiento económico bajo, con la expectativa de que se enfríe la economía de EE UU y una baja en el gasto público, esto puede provocar una recesión”, advierte Gordillo. Con un margen de maniobra tan limitado, el experto prevé recortes del gasto público vía los órganos autónomos, el Poder Judicial y en áreas operativas de la Administración. Aun con todas estas reducciones, ve poco viable un recorte del déficit al 3,5% del PIB como había prometido al inicio de su mandato Sheinbaum, cuando mucho, anticipa una disminución de entre 4,5% a 5% para 2025.
El Paquete Económico será entregado este viernes al Poder Legislativo para su eventual aprobación en diciembre próximo. El documento, además de integrar la estrategia sobre cómo obtendrá los recursos públicos el próximo año y en qué los gastará, también desvela las previsiones de Hacienda respecto al crecimiento económico, el comportamiento del tipo de cambio y el precio del petróleo para el próximo año. Con un escenario económico cuesta arriba, el Gobierno de Sheinbaum deberá tener un pulso de cirujano para alcanzar un balance óptimo entre un recorte viable del déficit para el próximo año y un desembolso público que, lejos de contraer la actividad económica, reactive el crecimiento.
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