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México eleva el tono ante la insistencia de Trump de una intervención militar

Sheinbaum hace equilibrismo entre la firmeza y la paciencia para esquivar la recurrente propuesta del republicano para que las tropas estadounidenses aplaquen a los carteles mexicanos

Micaela Varela

México se ha atrincherado ante las recurrentes intentonas de Donald Trump de intervenir en el territorio de su vecino con la excusa de combatir al narcotráfico. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha hecho acopio de paciencia para rechazar, una y otra vez, con tono firme, pero templado, los constantes ofrecimientos del mandatario estadounidense para que el Ejército de Estados Unidos realice operaciones militares más allá de su frontera para aplacar a los cárteles de la droga. “No es que no se quiera un apoyo, pero no con tropas extranjeras”, ha vuelto a insistir la mandataria este martes y ha recordado que la última vez que Estados Unidos entró a México con una incursión “se llevó la mitad del territorio”. La presidenta endurece su rechazo, mientras sigue haciendo equilibrismo diplomático ante las acometidas de Trump, poniendo en duda la estrategia de seguridad del Gobierno mexicano, en lo que cada vez se acerca más a una afrenta a su soberanía.

Desde que Trump lanzó el primer mensaje durante su segunda campaña por la presidencia sobre enviar tropas a México, el país se ha ido preparando para batear cada atisbo de intromisión en su política de seguridad. Incluso desde que anunció que buscaría ser reelecto en 2024, el republicano no ha cesado de repetir que, de ser necesario, estaría dispuesto a enviar a su Ejército al otro lado de la frontera para combatir a los capos de la droga. Sheinbaum ha contenido las amenazas del presidente estadounidense en cada ocasión. Sin embargo, el tono de Trump se ha ido elevando mientras escala su política exterior agresiva con ataques extrajudiciales a supuestas narcolanchas y muestra músculo en el océano Pacífico y en el Caribe. Estas operaciones le han enfrentado con el Gobierno de Gustavo Petro, en Colombia, y han abierto una nueva brecha con Maduro en Venezuela. Ahora, México debe enfrentar al viejo fantasma intervencionista de Estados Unidos.

Para contener las bravatas de su homólogo, la presidenta se ha aferrado a repetir como un mantra su solución: soberanía, cooperación y colaboración. Sheinbaum ha aceptado el intercambio de información de inteligencia entre ambos países para gestionar operaciones en conjunto contra los carteles de la droga, pero no está dispuesta a ceder en el control de las maniobras en suelo mexicano. “[Trump] lo ha sugerido en varias ocasiones, ha dicho: ‘Les ofrecemos una intervención militar de Estados Unidos en México, lo que necesiten para combatir a los grupos delictivos’. Pero yo le he dicho en todas las ocasiones que podemos colaborar, que nos pueden ayudar con información que ellos tengan, pero que nosotros operamos en nuestro territorio”, es el resumen de todas las veces que la presidenta ha respondido a las insinuaciones del magnate, que comenzaron el pasado febrero cuando declaró a los carteles como organizaciones terroristas. “Nunca nos vamos a subordinar. México es un país libre, soberano, independiente y no aceptamos injerencismo”, dijo entonces.

Sin embargo, Trump no ha cesado en su ofrecimiento, convertido en un desafío a la templanza de Sheinbaum ante la presión de la oposición para que Estados Unidos se haga cargo de la crisis de seguridad que atraviesa el país y el hartazgo de una sociedad víctima de la violencia. A principio de año, las concesiones de México al enviar 10.000 militares a la frontera para reforzar el paso migratorio y la deportación de Caro Quintero consiguieron sofocar no solo la guerra arancelaria, sino que también logró apaciguar momentáneamente el discurso de la intervención militar.

La calma duró hasta mayo, cuando The Wall Street Journal publicó que en durante una llamada telefónica entre ambos presidentes el 16 de abril Trump presionó a Sheinbaum para aceptar su ayuda militar y dar un giro de mano dura a su política de seguridad. “No, presidente Trump”, zanjó la mandataria, quien volvió a proponer la alternativa de un trabajo de colaboración. “Ustedes en su territorio, nosotros en el nuestro. Podemos compartir información, pero nunca vamos a aceptar la presencia del Ejército de Estados Unidos en nuestro territorio”, dijo firmemente. Trump aseguró que el rechazo de la presidenta mexicana a su ayuda se debía a que estaba paralizada por el “miedo” que le tiene a los narcotraficantes que gobiernan su país. “Si México quisiera ayuda con los carteles, sería un honor para nosotros ir y llevarlo a cabo. Yo le dije que sería un honor para mí ir y hacerlo”, se jactó el republicano. Pero Sheinbaum no entró al juego. “No vale la pena”, respondió y añadió que no quiere iniciar un intercambio con el presidente de Estados Unidos en los medios de comunicación. “¿Para qué generar un desencuentro?”, se preguntó.

La visita de Marco Rubio a México en septiembre, que coincidió con el inicio de las operaciones para hundir las presuntas narcolanchas, consolidó el puente de colaboración por el que apostaba Sheinbaum para combatir el narcotráfico. “No hay ningún Gobierno que esté cooperando más con nosotros que el Gobierno de México, que el Gobierno de la presidenta de México”, dijo el secretario de Estado y citó como ejemplo la entrega de 55 narcotraficantes de alto nivel mexicanos a la justicia estadounidense. Desde entonces, Rubio ha salido a suavizar las afrentas de Trump cada vez que este ha azuzado el avispero de la intervención, como ha ocurrido este martes. Cuando el presidente ha declarado estar dispuesto a replicar los ataques a las embarcaciones sospechosas de portar droga en incursiones terrestres contra los carteles mexicanos, el secretario se ha apresurado a rebajar el tono. “Podemos ayudarlos con equipo, con entrenamiento, compartiendo inteligencia, y con todo tipo de cosas que podríamos hacer si lo piden”, ha recalcado Rubio, haciendo énfasis en que México primero tendría que pedir formalmente esa ayuda. Ese tipo de apoyo es el que Sheinbaum ha asegurado estar dispuesta a aceptar.

En su última declinación a la oferta de Trump, la mandataria ha mostrado su hartazgo y ha sacado a la luz el reproche histórico de cómo México tuvo que ceder el 55% de su territorio hace 175 años por la intervención estadounidense. Mientras Trump sigue insistiendo en que estaría orgulloso de ordenar a su Ejército entrar a México, como le ha propuesto la DEA, según reveló The Washington Post, Sheinbaum se ha atrincherado en que esa posibilidad no existe. Los analistas la respaldan y aseguran que una intervención es todavía una realidad muy lejana que no favorece los intereses de Estados Unidos, ya que no quiere ver tropas desplegadas en el extranjero y mucho menos romper relaciones con su vecino del sur.

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Sobre la firma

Micaela Varela
Es periodista de EL PAÍS en Ciudad de México. Nacida en Argentina y criada en Valencia, España. Graduada en la carrera de Periodismo en la Universitat Jaume I y máster de Periodismo en EL PAÍS. Escribe sobre derechos humanos, sociedad y cultura.
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