Gael García Bernal y Diego Luna presentan el lado íntimo del boxeo en ‘La Máquina’

Tras más de 40 años de haberse conocido, los mexicanos Diego Luna y Gael García Bernal se han mantenido fieles al manifiesto charolastra. El término, que se popularizó hace 22 años en la película Y tu mamá también —la segunda vez que ambos compartieron pantalla—, define una amistad o relación legendaria que comparte una filosofía sobre temas como el amor, el sexo, la amistad y el fútbol. Esta amistad entre ambos, que solo ellos entienden, se remonta incluso, por lo que recuerdan y lo que les contaron sus padres, al nacimiento de Luna, contó García Bernal, de 45 años, en una entrevista al presentador Jimmy Kimmel en su talk show en Hollywood. “Diego era un bebé hermoso. Cuando hablamos de este día, recuerdo verlo y extender el dedo de mi mano hacia su boca... y la magia sucedió”, explica durante el segmento el actor de Amores Perros, ante la confirmación entre risas de Luna, de 44 años.

La última vez que compartieron créditos en una película fue en La casa de mi padre (2012), junto al comediante estadounidense Will Ferrell. El tándem García Bernal-Luna regresa a la televisión, a través de la plataforma Disney+, en un mismo proyecto 12 años después, con la miniserie La Máquina, un homenaje a la tradición pugilística de México y que permite a ambos, quienes también cumplen funciones de productores ejecutivos, introducirse en el lado íntimo de la vida de un boxeador.

Aun sin compartir créditos en el cine o la televisión, ambos mantienen proyectos detrás de cámara con su productora La Corriente del Golfo o como directores del Festival de Cine Documental Ambulante. Esa química, de toda la vida, ha sido contagiosa a la pantalla y, según afirman, no ha cambiado y no se ha perdido con el paso de los años.

“Sí, te pasa la vida, pero la vida nos ha pasado juntos. Es importante decirles que una cosa es que no hayamos actuado juntos, pero hacemos muchas cosas. Tenemos esos proyectos, una comunidad en común, además, a la que pertenecemos. Una complicidad que nos acompaña en casi todas las decisiones que vamos tomando. Entonces, de alguna forma, la dinámica se va enriqueciendo por todo lo que no tiene que ver con actuar juntos. Y entonces, cuando actuamos, nos trae eso y enriquece el proceso. La cercanía está además en la propuesta. Cada vez nos conocemos mejor”, afirma Luna al lado de García Bernal en un ambiente de Soho House, donde realizan la promoción de la serie en Ciudad de México.

En esta miniserie, García Bernal interpreta a Esteban La Máquina Osuna, quien atraviesa un mal momento al final de su carrera como boxeador después de una derrota devastadora. Por suerte para él, su manager y mejor amigo Andy Luján (Luna), obsesionado con la cirugía y los retoques estéticos, está decidido a que recupere su gloria pasada. Pero cuando una perversa organización aparece en escena, la pelea de revancha se vuelve mortalmente peligrosa. Mientras lucha por relanzar su carrera, Esteban debe al mismo tiempo lidiar con sus propios demonios personales y proteger a su familia.

García Bernal, quien comenzó a entrenar boxeo a los 14 años, se puso los guantes para la televisión por primera vez en 1992. Aún permanece en Internet la escena de la pelea en la telenovela El abuelo y yo —donde también compartió créditos con Luna en su primer proyecto juntos—, en la que el protagonista de La Máquina se enfrentó a su colega Alan Gutiérrez. El también protagonista de Mozart in The Jungle no se volvió profesional, pero nunca dejó el pugilismo, ya que incluso continuó con su entrenamiento profesional décadas después para una película que nunca se realizó.

La pasión de García Bernal y Luna por contar una historia sobre el pugilismo surgió hace más de una década de una forma “antideportiva”, según admiten risueños. Estaban un tanto “borrachillos” en Alemania tras presentar una película en el Festival de Cine de Berlín, caminando entre la nieve en busca de un kebab o “algo que alineara los astros”. Esa frustración que ambos sentían hacia el deporte, terminó de germinar muchos años después en una historia original bajo la autoría de los amigos junto al escritor Julián Herbert y la guionista Monika Revilla.

“No era tanto la originalidad lo que buscábamos [con La Máquina] sino aquello que nos intrigaba de las historias del boxeo. Era contar el momento en el que el boxeador está en la cúspide y se tiene que despedir. En las entrevistas que hemos dado lo han llamado ‘el ocaso’, ‘el declive’, ‘la decadencia’ y es muy injusto, porque el paso del tiempo está cruel para los boxeadores. Es muy evidente cómo el cuerpo ya no da. Queríamos contar cómo decir adiós de una manera en la que puedas escapar del éxito y cómo lograr esa antifábula, de cómo perder es ganar tu libertad”, explica García Bernal.

“En nuestra profesión es más fácil, a medida que vas envejeciendo, tus personajes también, pero en el deporte es durísimo”, le secunda Luna, quien no duda en bromear a costa de su amigo y coprotagonista: “Tenía que ponerse mayor para el papel principal”. “Costó llegar a la talla y al peso correctos”, le sigue la corriente García Bernal. La última vez que ambos compartieron un protagónico fue en Rudo y Cursi (2008), hace 16 años, cuando encarnaron a dos hermanos y rivales que buscan, a través del fútbol, poder alcanzar el éxito y mejorar la situación de sus vidas.

El también protagonista de Andor, del universo de Star Wars, cuenta que quien les abrió la puerta al mundo íntimo del boxeo fue Julio César Chávez, una de las leyendas mexicanas de este deporte. Luna debutó tras cámaras con un documental sobre el luchador, J.C. Chávez (2007), a quien creció viendo como parte de una generación que lo alentaba frente a la televisión. Recuerda aún cómo una pelea del púgil originario de Ciudad Obregón, al sur de Sonora, se convertía en un evento familiar junto a sus tíos o en la casa de su abuelo. De forma curiosa, la primera vez que Luna vio una pelea en directo en Las Vegas fue junto al mismo peleador.

El momento en el que Luna siguió a Chávez para su documental fue cuando este realizaba una gira para decir adiós y pasar la estafeta a su hijo, Julio César Chávez Jr. Conocer al púgil en la intimidad permitió al actor y productor comprender lo que representaba y generaba el boxeo para un país con muchos referentes a lo largo de su historia. García Bernal explica que la idea era alejarse del relato lineal del éxito, la del personaje que, ante toda la adversidad, logra llegar al triunfo.

“Diría que las películas que vimos nos iluminaron el camino adonde no ir. Esas historias ya están muy bien contadas. Más bien la cercanía con todas esas experiencias que en algún momento nos dieron tantas alegrías, inevitablemente terminan en la narrativa del fracaso, de la caída. Lo que vimos, como fanáticos del boxeo, era lo que nos representaba, lo que socialmente sucedía en el país. Ese momento de comunión en un país que podía estar fracturado, con una diferencia de clases tan marcada, que de pronto se olvidaba de eso para festejar el boxeo del mexicano que cruzaba la frontera y ganaba. La Máquina es un homenaje a esos luchadores y hablar de ellos era más importante”, dice Luna.

Ambos son conscientes de lo hipnótico que es el boxeo en México, porque es un deporte que la gente de este país sabe que a sus referentes les va bien, ya que si “no ganaba un mexicano, la pelea siempre da de qué hablar”. “El boxeo es una herramienta social que ha acostumbrado a los mexicanos a ganar. Cuando se nos pregunta qué deporte nos enorgullece, ese deporte es el boxeo”, finaliza Luna.