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Alberto Lati: “La mayor parte de los deportistas mexicanos que triunfan lo hacen a pesar del sistema”

El periodista deportivo presenta ‘100 glorias de México’ su nuevo libro en el que narra las historias que hay detrás de cada leyenda del deporte mexicano

Alberto Lati
Alberto Lati, en su estudio de grabación de Ciudad de México el día 12 de junio de 2024.Hector Guerrero
Hector Guerrero

Para Alberto Lati (Ciudad de México, 45 años) los triunfos de un deportista tienen mucho más que ver con su historia personal que con los segundos decisivos en la competencia. Hace años comenzó a investigar y a contar las historias de vida de hombres y mujeres detrás de cada medalla o bajo cada jersey mundialista. Su nueva publicación tiene un interés especial, 100 glorias de México (Ediciones B) habla sobre México y sobre su gente. A muchos de ellos, los ha visto alcanzar la gloria deportiva y también tocar fondo en el fracaso. Realizo más de 150 entrevistas y, se sumergió de lleno en la vida de sus personajes, teniendo como propósito que las historias que reconstruye en las páginas del libro, sirvan de inspiración para cambiar algo en la mentalidad mexicana.

Pregunta. Este es el cuarto volumen sobre leyendas deportivas, pero el primero exclusivo de mexicanos ¿Esto estuvo planeado así?

Respuesta. Siendo sincero, los primeros dos volúmenes estaban ya perfectamente fijados. En un principio no visualizamos el éxito que han tenido los libros en niños y adolescentes. Lo veíamos como un proyecto para compartir historias de fútbol y olimpismo, que es lo que me apasiona. Cuando vimos el recibimiento entre los jóvenes, me hizo mucho sentido pensar que si quiero inspirar a los niños y adolescentes, o a quien sea que lo lea, este era un buen camino. Me gusta contarles cómo desde aquí se ha logrado. Desde el desierto en el norte, desde las playas en las dos costas, desde un pueblo pequeño o un barrio marginal. Demostrar cómo pese a todas las carencias, a todos los obstáculos, a todas las veces que se les dijeron no, estos 100 deportistas prueban que se puede llegar.

P. El lector se ha identificado en situaciones y lugares de estas historias.

R. Puedes pensar en El Púas Olivares [Rubén Olivares, múltiple campeón mundial] que trabajaba en la tortillería de sus papás, pensemos en Valenzuela, [Fernando Valenzuela, beisbolista de ligas mayores] jugando en un pequeño pueblo del norte. Y puedes pensar en alguien que tenía que recorrer Iztapalapa, en Ciudad de México, para ir a entrenar.

P. Sin quererlo, el libro también te va llevando por pasajes históricos de México.

R. Comienza con deportistas nacidos en la incertidumbre de la revolución. Más tarde llega a la invasión de Estados Unidos a Veracruz, con dos atletas veracruzanos de carácter mundial, el Pirata Fuente [Luis de la Fuente, futbolista] y el beisbolista Roberto Ávila. Después vamos sexenio por sexenio, aparecen los presidentes Lázaro Cárdenas, Miguel Alemán y Gustavo Díaz Ordaz. Se asoman en las historias Blu Demon y El Santo [Estrellas de la Lucha Libre mexicana], o los compositores Agustín Lara y José Alfredo Jiménez. Cada uno va embonando gran parte de la historia hasta la actualidad.

P. Usted ha escrito historias de deportistas alrededor del mundo. ¿Encuentra alguna particularidad en las historias mexicanas?

R. Al final la carencia es carencia. Mira las limitantes con las que creció Sadio Mané, en un pueblito de Senegal, o lo que vivió Pele antes del éxito. Son historias que cuento en mis libros anteriores. El hambre es hambre, pero 100 glorias de México, termina por hacer un clic diferente. Para mí es muy importante mandar el mensaje de que no tenemos por qué pensar corto, es verdad, hay limitaciones, escasez, dificultades, pero podemos llegar pese a eso, y no justificar que no llegamos.

100 GLORIAS DE MÉXICO

P. Cada historia que usted cuenta en el libro podría ser una película o una serie en una plataforma de streaming. ¿Cómo hace para resumir esos fragmentos de la vida de un deportista?

R. Estoy obligado a contar la precuela. Con 100 glorias de México tuve un problema mayor que con los libros anteriores. En este pude entrevistar a casi todos. Me sentí muy privilegiado de qué personalidades como Julio César Chávez, Lorena Ochoa, o la hermana de Rafael Osuna, me tomarán la llamada y me dieran detalles muy personales de sus infancias y adolescencias. Se hizo más complicado por la riqueza de información que tenía. Yo busco generar imágenes en la cabeza del lector. Lo digo sin perención, consciente de que muchas veces habré fracasado. Mi reto es convertir esas anécdotas en imágenes. Que le permita al lector pequeño, adolescente, viejo, desplazarse a esa realidad.

P. ¿Escribir sobre gente a la que conoce muy bien, le significo algo diferente?

R. Me pasaba algo rarísimo, como entrevisté a la mayoría, me los imaginaba viéndome o leyéndome. Y eso te compromete más. Cuando escribí sobre Alfredo Di Stéfano, evidentemente ya había muerto, yo lo entrevisté una vez en Madrid hace unas décadas, pero ya no me lo imaginaba leyéndome.

Cuando escribes sobre Nadia Comăneci, no piensas que Nadia te está leyendo. Pero en este caso, yo sentía que tenía que rendir tributo a lo que ellos hicieron. Porque tuvieron el gesto de compartirme cosas que no habían compartido antes en su vida pública.

P. ¿Fueron suficiente 100 páginas o quedaron fuera algunos?

R. Son 102, si consideras que hay un capítulo de los dos hermanos Rodríguez y un capítulo de los hermanos Iridia y Óscar Salazar. Ahí hice una trampita. Finalmente, su infancia fue compartida y su formación fue la misma.

P. ¿La exigencia a los deportistas mexicanos muchas veces caen en lo injusto?

R. La exigencia es completamente válida, la exigencia los hace más fuertes. El problema no es la exigencia, sino la falta de crédito, o la ingratitud. No entender que el deportista mexicano, en la gran mayoría de los casos, llegó con condiciones de preparación y de circunstancias muy inferiores a las de sus rivales. La cantidad de pruebas a las que pudieron acudir, lo que se gastó en sus metodologías, lo que se apoyó a sus entrenadores, la infraestructura de la que dispuso, es un larguísimo, etcétera. Una persona que va a unos Juegos Olímpicos y, no avanza de la primera ronda, pero despedaza el récord de su país, y su marca personal, no se le puede reprochar nada. Es la mejor ocasión en que se ha hecho esa prueba para un mexicano en toda la historia. Porque en el momento de competir, hizo la actuación como nunca la había hecho. Y decimos, ‘¡Ay, mediocre, no hubiera ido!’ Me parece que hay mucha falta de sentido común y de sensatez.

P. ¿La falta de memoria?

R. Es muy poca memoria para lo que esta tierra ha tenido. Vemos los certámenes de Grand Slam de tenis, no nos imaginamos como mexicanos ganando ahí. Pero están Raúl Ramírez o Yolanda Ramírez. Con Yolanda, recorrí el Salón de la Fama de Wimbledon, donde aparece escrito su nombre. ¿Cómo puede ser que en México, no se sepa que una mexicana tiene su nombre escrito ahí Wimbledon, en letras de oro? En 1948, México era la máxima potencia de ecuestres en el mundo. Arrasamos en los Juegos de Londres, con dos medallistas, Humberto Mariles y Rubén Urquiza. Y después nos asomamos al baloncesto y vemos que hemos llegado a ganar la NBA, Juan Toscano-Anderson, o lo que representó Nájera. En el fútbol americano, Raúl Alegre, con dos anillos de Super Bowl. Y Lorena Ochoa, la mejor del mundo. ¿Me entiendes? Creo que hay mucha ingratitud en ese sentido.

P. En la otra cara de la moneda, en la parte institucional. ¿El Gobierno y las autoridades deportivas, están haciendo lo que corresponde?

R. Seguimos atorados en ese refrán lastimero. Hacemos las cosas iguales, pensando que van a salir diferentes. No ha cambiado nada. No nos engañamos. Desde la perspectiva deportiva. No ha cambiado nada. La mayor parte de los deportistas que llegan a triunfar en el deporte mexicano, no son por el sistema, son sobreviviendo al mismo. Es una realidad clarísima. Y estas historias mismas te lo reflejan, incluida la de Ana Guevara. Tuve el privilegio de viajar con Ana por muchos sitios y hablar mucho con ella y conocer de primera mano lo que ella sufrió para llegar. No ha cambiado nada.

P. Con los Juegos Olímpicos en puerta, ¿qué perspectiva tiene para México?

R. Siempre digo que prefiero un millón de veces estar equivocado y que México gane. Pero, yo no veo el marco para pasar de las cinco medallas.

P. ¿Y el famoso, ‘sí se puede’?

R. A mí no me gusta el ‘sí se puede’, ¿y por qué no se iba a poder?

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Hector Guerrero
Responsable del área de contenidos visuales en EL PAÍS América. Más de 20 años cubriendo acontecimientos noticiosos en la región.
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