Apertura de aduanas, documentos para extranjeros y retirada de alambres: México y EE UU alivian las tensiones de la migración
Las recientes citas diplomáticas entre ambos países se concretan en algunas medidas para frenar el éxodo de miles de personas
Las últimas reuniones entre Estados Unidos y México, en pleno descanso navideño, para tratar el espinoso asunto de la migración comienzan a servir algunos gestos. México alivia el flujo hacia la frontera norte disolviendo la caravana de miles de migrantes que salió de Chiapas el día 24 de diciembre. El Gobierno les ha prometido ahora un documento que les permita la estancia legal en el país y los ha embarcado en autobuses hacia albergues en la frontera con Guatemala. Familias y grupos vulnerables con prioridad. Pero no se ha hablado de visas humanitarias, como ocurrió en otras ocasiones. Estados Unidos responde con noticias que contribuyen al sosiego en la parte mexicana: la Administración de Joe Biden ha solicitado al Tribunal Supremo de forma urgente que sus agentes federales puedan cortar los alambres de púas que el gobernador republicano de Texas mandó tender para evitar la entrada de extranjeros. Y la noticia más celebrada por la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene que ver con la apertura inminente de cuatro puestos fronterizos de California, Arizona y Texas. Por la gran frontera entre Estados Unidos y México volverán a circular mercancías, una preocupación económica que se abordó también en los encuentros recientes entre las delegaciones diplomáticas.
Los continuos y cada vez más nutridos éxodos de extranjeros suponen una de las mayores tensiones entre México y Estados Unidos, que mantienen, por otro lado, un enorme flujo comercial entre sus fronteras. El asunto, además, calienta la política doméstica entre los republicanos y los demócratas a meses de las elecciones. Forzada por ello, la Administración de Biden había pedido al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador mayores esfuerzos en la contención de migrantes y el asunto derivó en llamadas y encuentros diplomáticos que estos días tienen su correlato en acciones políticas. La migración irregular en la frontera ha elevado un 35% las detenciones, ahora los cruces se vienen contando por decenas de miles a la semana. La crisis necesitaba si no de soluciones efectivas, sí de algunos gestos políticos, máxime en tiempos electorales.
Si los desacuerdos políticos endurecen las medidas contra la migración, los acuerdos son también confusos para los extranjeros, que en ocasiones no saben a qué atenerse. Ese ha sido el caso de la promesa de documentos para la caravana de migrantes que caminaba desde Chiapas al norte en los últimos días. Algunos han optado por aceptar esos documentos sin concretar que les ofrece el Gobierno de López Obrador y han subido a los autobuses camino de los albergues, confiados en una estancia legal en México. Otros han rechazado la oferta y seguirán a pie soportando las inclemencias y las extorsiones que jalonan el trayecto.
Hace cuatro días que 30 migrantes desaparecieron cuando viajaban en un autobús en Tamaulipas, uno de los Estados más peligrosos de México, donde los extranjeros son secuestrados por el crimen organizado para servir a su causa o liberados tras recibir dinero a cambio. Ya se ha dado con ellos. El Gobierno aseguró que se trataba de un levantamiento “atípico” por el abultado número de personas, pero no es la primera vez que esto ocurre. Contingentes superiores en número se dieron en otras ocasiones con un final fatal.
Los apuros políticos también se dan al interior de Estados Unidos, donde el Gobierno federal y el estatal de Texas, gobernado por el polémico republicano Greg Abbott, están inmersos en pleitos judiciales para determinar a quién le corresponde tender alambres de púas o quitarlos. Abbott lleva gastados más de 11 millones de dólares en 70.000 rollos de concertinas. Tras varios fallos y apelaciones, ahora es el Tribunal Supremo el que debe decidir sobre la cuestión.
Cuando arrecian las crisis migratorias, sin embargo, los muros y las púas pasan a un segundo plano. Estados Unidos cierra entonces los pasos aduaneros por donde cruzan cada día millones de dólares en mercancías y obliga a negociaciones más intensas. Los trenes no solo van cargados por dentro, a ellos se encaraman miles de migrantes para pasar de un lado a otro, lo que ha ocasionado a su vez el corte ferroviario por parte de las empresas privadas en el propio México, donde las noticias hablaban de ello y de los terribles accidentes, algunos mortales, que impresionaban a la opinión pública. La economía suele negociarse con premura para evitar las pérdidas millonarias que sacuden a la patronal y así ha sido el caso en los últimos días.
La última reunión, celebrada el 27 de diciembre, resultó en el acuerdo de “intensificar esfuerzos para interrumpir el tráfico de personas, la trata y las redes criminales, y seguir trabajando para promover vías de movilidad humana legales”. Estados Unidos concedió abrir las puertas a las mercancías y tratar el problema en los países de origen, donde se quejan de los bloqueos estadounidenses sobre sus economías como una de las causas del éxodo humano “sin precedentes” que se vive en estas fechas. No es la única, las razones políticas y de libertad también suponen un acicate para buscar el exilio, como es el caso de Nicaragua, Cuba o Venezuela, entre otros. En respuesta a ello, probablemente se verán en México a partir de ahora algunas acciones encaminadas a frenar el traslado de migrantes en su camino a Estados Unidos de una u otra forma.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.