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GUÍA GASTRONÓMICA DE MÉXICO
Columna
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El Danubio, el restaurante que sobrevive gracias a sus langostinos

La familia Mirena ha estado al mando del restaurante desde 1947. Ahora, uno de los hijos es quien cuida que este río no se desborde o se quede seco

Los langostinos del restaurante El Danubio
Los langostinos del restaurante El Danubio.Gladys Serrano

Los escudos son representaciones gráficas de viejas familias de la realeza, de ciudades o comunidades o, en este caso, de El Danubio, uno de los pocos restaurantes de mantel blanco que sobreviven en el centro histórico de Ciudad de México. El Danubio replica ese escudo en su vajilla, en la barra, en el muro frente a la entrada, en el menú… Es una heráldica dividida en cuatro imágenes: un río, una langosta, un racimo de uvas y un faisán.

Rafael Armesto, encargado del sitio, explica que, “lo hizo el abuelito del dueño, y representa lo que es el Danubio”. El río es por el nombre, las uvas hacen referencia a los vinos, antes servían aves horneadas como el faisán y su platillo más icónico son los langostinos.

Eso es lo que ha hecho famoso al Danubio, sus langostinos al mojo de ajo o a la mantequilla; “nuestra gastronomía es del país vasco”, comenta Rafael, y agrega “ya sé que no tiene que ver con el nombre, pero Danubio tiene relación con la primera dueña del restaurante”. A principios del siglo XX una mujer alemana fundó El Danubio, en honor al río que atraviesa varios países del este europeo. Era una cervecería que le hacía honor a su origen germano y ofrecía salchichas, entre otros platillos alemanes.

El comedor de El Danubio.
El comedor de El Danubio.Gladys Serrano

En los años 30 la Guerra Civil española provocó el exilio, y México fue uno de los países que acogió a más republicanos. Así fue como José Arangüena y Víctor Amundarain subieron a un barco en busca de una nueva vida. Arangüena llegó a la capital mexicana y consiguió trabajo de mesero en El Danubio. Por su parte, Víctor Amundarain se estableció en Nueva York y comenzó a laborar en el hotel Waldorf Astoria.

Después de algún tiempo, Arangüena juntó dinero suficiente para que le traspasaran el restaurante, y Rafael cuenta que le llamó a Víctor Amundarain y le dijo ‘oye, vente para acá y trabajamos juntos’. “Así empezó esta aventura del Danubio en 1936, con la premisa de ofrecer cocina vasca”.

Los camarones a la bilbaína, los boquerones a la vinagreta y la sopa verde (otros de los platillos que hay que pedir), se adueñaron de la carta. Y aunque poco a poco se desvaneció el menú alemán, prevaleció el nombre de Danubio, que se convirtió en un punto de reunión para los republicanos exiliados. Según Rafael, “muchos venían a reunirse o aquí empleaban a los que iban llegando de España, entre ellos el propietario actual Jon Mirena”.

La familia Mirena ha estado al mando del Danubio desde 1947, y ahora uno de los hijos es quien cuida que este río no se desborde o se quede seco. Es fácil identificarlo porque es el maitre vestido con traje sastre que te recibe al llegar; una figura que ha ido desapareciendo en los restaurantes, pero que es el enlace entre los clientes y la sala (comedor). Esa es la primera señal de que han intentado conservar la esencia de los fundadores.

Un langostino, acompañado de una copa de vino blanco.
Un langostino, acompañado de una copa de vino blanco.Gladys Serrano

Permanecer abiertos durante 86 años ha sido complicado. Rafael reconoce que ha habido momentos de crisis como el terremoto de1985, que dejó la colonia Centro devastada, hasta la reciente pandemia. Pero también ha habido épocas de auge, en los setenta y principios de los ochenta El Danubio reunía a periodistas como Jacobo Zabludovsky, empresarios como Carlos Slim, o escritores como Gabriel García Márquez y Octavio Paz, poeta que inauguró una tradición del lugar.

En México, muchos restaurantes —sobre todo aquellos fundados en la década de los ochenta— tenían la costumbre de poner fotos de los comensales famosos con el propietario, así que Jon Mirena pensó en hacer algo distinto. ”Se acercó a la mesa de Octavio Paz y le pidió que le firmara una servilleta, y él lo hizo con mucho gusto. Cuando juntó varias las mandó a enmarcar”. Hoy hay unas 800 servilletas expuestas en las paredes del Danubio, un museo improvisado con mensajes de famosos.

El edificio donde se encuentra el restaurante conserva su estilo porfiriano y es una isla de paz entre el bullicio de la calle Uruguay, casi esquina con Eje Central Lázaro Cárdenas, que hoy está gobernada por tiendas dedicadas a la venta de equipos de sonidos. Esa ubicación no es fácil, no solo es el ruido de los comerciantes y del tráfico vehicular, al estar cerca del Zócalo constantemente hay marchas o cortes en la circulación. Rafael explica que los dueño nunca han planteado la posibilidad de cambiarse a una zona distinta. “Este edificio es parte de nuestra esencia, además no tronamos como muchísimos otros lugares del centro, la libramos, y somos los únicos especializados en mariscos”.

En el Danubio tienen claro su mantra y saben perfectamente que la gente va, casi siempre, para comer langostinos; algo que sabe mejor si se hace con las manos, por eso después de dejar vacías las cáscaras, disimuladamente chuparse los dedos y limpiarse las manos varias veces, un mesero retira los platos sucios y regresa con un pequeño cuenco lleno de agua caliente y la mitad de un limón. “Es para que los clientes se laven las manos, corta la grasa y elimina el olor a marisco”, asegura Rafael. Ese pequeño ritual cierra con broche de oro una visita al Danubio conquistado por los vascos.

El Danubio, en la calle República de Uruguay #3, en el Centro Histórico de Ciudad de México.
El Danubio, en la calle República de Uruguay #3, en el Centro Histórico de Ciudad de México.Gladys Serrano
MEXICO - RESTAURANTE EL DANUBIO - LOGO

El Danubio

Categoría: Clásico.
República de Uruguay 3, Centro Histórico, Ciudad de México.
Precio: 1200 - 1500 pesos.

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