Los mejores tacos al pastor de Ciudad de México se sirven en un taller mecánico
El Vilsito, en la colonia Narvarte, prepara su famoso platillo: tortilla taquera de maíz rellena de carne de puerco adobada y asada, con una rodaja de piña, cebolla y cilantro picado
En México abundan las taquerías, En muchas sirven buenos tacos, pero hay algunas pocas que tienen tacos memorables. Para encontrar esas taquerías hay tres tácticas infalibles: la primera es que esté llena de gente con cara de satisfacción; la segunda es dejarse guiar por la filosofía popular: si muchos opinan que en cierto lugar venden un gran taco, hay que comprobarlo; y la tercera es confiar en los consejos del amigo tragón, ese que se considera experto o experta en tacos y que asegura saber dónde están los mejores.
El Vilsito cumple con los tres requisitos: siempre está lleno, es popular entre los chilangos por sus tacos al pastor, y varios conocidos tragones aseguran que comer ahí es una delicia.
“A lo largo del tiempo y de boca en boca se fue haciendo la publicidad”, dice Isidro Hernández, encargado de El Vilsito desde que se fundó hace 36 años. La fama de El Vilsito está bien fundamentada, sí ofrece uno de los mejores tacos al pastor de la Ciudad de México, y también es verdad que además de taquería es un taller mecánico.
La historia comenzó el 27 de agosto de 1987 cuando Juan Carlos Blanco, dueño de un taller llamado Mecauto, decidió abrir un pequeño restaurante donde sus clientes pudieran comer algo mientras esperaban a que les arreglaran sus coches. Lo llamó El Vipsito —sí, con una P— como un juego de palabras que recordaba en diminutivo a la cadena de restaurantes Vips. A mediados de la década de los 2000, personal del registro de propiedad intelectual trató de multar al restaurante porque no podía usar el nombre Vipsito, y se decidió arreglar el asunto de forma fácil, cambiaron la P por una L.
El nombre de la taquería poco importaba, mientras conservara su famoso taco al pastor: tortilla taquera de maíz rellena de carne de puerco adobada y asada, con una rodaja de piña, cebolla y cilantro picado, que se complementa con una salsa roja bien balanceada y unas gotas de limón. “Empezamos con 20 kilos de pastor al día, hoy vendemos hasta media tonelada”, cuenta Hernández.
Aunque los automovilistas hambrientos fueron los primeros clientes, pronto comenzaron a llegar los vecinos y los que pasaban por enfrente y se detenían atraídos por la gente; después personas de toda la ciudad fueron en busca del taller-taquería de la colonia Narvarte. Actualmente, lo visitan muchos extranjeros que supieron del lugar gracias a series de televisión, alguna guía gastronómica o porque vieron El Vilsito en un Tik Tok, es fácil reconocerlos porque pasan un buen rato haciendo su propio video o una foto dándole una mordida a su taquito.
La demanda de tacos al pastor creció tanto que ahora tienen tres trompos —como se le llama a la pila de carne adobada— que no paran de girar, y eso precisamente es clave para que su pastor nunca esté reseco o quemado, lo sirven bien cocido, pero suave.
Esta taquería está a pie de calle, por lo general se come parado con el plato en mano. La barra al frente del local es insuficiente cuando comienzan a atardecer, algunos comensales se acomodan en unas cuantas mesas altas en la banqueta, pero no es suficiente, mucho menos durante un viernes por la noche, días en que han llegado a contar hasta 2.000 personas. Según Isidro, por eso decidieron remodelar y a finales de octubre inauguraron un local con capacidad para 60 comensales.
En ese nuevo espacio van a comenzar a vender alcohol, pues por el momento solo tienen disponibles cervezas, micheladas, refrescos y agua de horchata, que también vale la pena probar, y que de acuerdo con Isidro es receta suya. “Bueno, me la pirateé de un sitio donde trabajé en Iztapalapa”, confiesa, pero asegura que él la mejoró.
Aquel pequeño puesto de tacos, hoy es una de las paradas más famosas de la capital mexicana, por eso tuvieron que modificar el horario original, antes el taller cerraba y se prendían los fogones de las seis de la tarde hasta la madrugada. Ahora, comienzan a la una de la tarde y cierran a cinco de la mañana, los viernes y los sábados, horarios dominados por los trasnochados que salen de los bares con ganas de un buen taco,.
¿Cuál es el secreto de este famoso pastor? Isidro no lo quiso revelar, solo menciona que es una receta que mejoraron en sus primeros años, pero asegura que su sabor se basa en la calidad de los ingredientes: “A mí nada me cuesta comprar todo una vez a la semana y meterlo en un refrigerador, pero no es igual. Hay que tener todo fresco y vender calidad”. Desde que abrieron, colaboran de cerca con proveedores de confianza que les mandan la mejor carne, buenas tortillas de maíz y vegetales, por lo menos tres veces a la semana.
A pesar del éxito, “El jefe”, como le dice Isidro, se niega a comenzar con una franquicia o a cerrar su negocio automotriz y convertir esa esquina en una gran taquería. Así que El Vilsito seguirá siendo “el taller mecánico que de noche sirve uno de los mejores tacos al pastor de la Ciudad de México”.
El Vilsito
Petén 248, Col. Narvarte Poniente, Ciudad de México.
Precio: 100 - 200 pesos.
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