Negligencia e impunidad: las heridas abiertas del caso Narvarte, el múltiple asesinato que estremeció a México
El documental de Netflix ‘A plena luz’, del director Alberto Arnaut Estrada, indaga en los errores cometidos por las autoridades mexicanas para esclarecer el homicidio del fotoperiodista Rubén Espinosa y cuatro mujeres, y ofrece nuevas pistas para armar el rompecabezas de un crimen que sacudió al periodismo mexicano
La normalmente tranquila colonia Narvarte, un barrio de clase media de Ciudad de México, se convirtió el 31 de julio de 2015 en el escenario de un suceso terrorífico. A las dos de la tarde de ese día, tres hombres ingresaron armados a un departamento localizado en la calle Luz Saviñón. Dentro del inmueble estaban el fotoperiodista Rubén Espinosa, la activista Nadia Vera, sus compañeras de piso Mile Martín y Yessenia Quiroz y la trabajadora doméstica, Alejandra Negrete. En menos de una hora los hombres amordazaron, golpearon, torturaron y asesinaron con un tiro de gracia a las cinco personas. La prensa lo denominó el caso Narvarte, un hecho tan violento que consternó a la sociedad capitalina y que les puso ante el espejo del terror que desangraba al país —debido a la denominada guerra contra el narco impuesta por el presidente Felipe Calderón durante su sexenio (2006-2012) —, pero del que se sentían lejanos, flotando en una falsa burbuja de seguridad. Siete años después de aquel crimen, el documental A plena luz, del director Alberto Arnaut Estrada y producido por Netflix, hace una reconstrucción minuciosa del caso y denuncia una serie de omisiones, errores y falacias de las autoridades mexicanas a cargo de la investigación, que apuntan a un posible encubrimiento de funcionarios de Seguridad o de grupos criminales que pudieron participar en el múltiple homicidio.
No solo los hechos macabros de la violencia que sufrieron estas cinco personas acapararon la atención del país. Pronto comenzaron a revelarse datos que hicieron que el caso pasara de un siniestro suceso criminal a un asunto salpicado de política. Espinosa era un fotógrafo que había alcanzado fama en Veracruz, al sureste de México —donde trabajaba para la revista Proceso y la agencia fotográfica Cuartoscuro—, tanto por su labor periodística, como por su trabajo documentando los abusos y violaciones contra movimientos sociales por parte del Gobierno que encabezaba Javier Duarte —un oscuro político del PRI que tuvo que dejar su cargo por acusaciones de corrupción y enriquecimiento ilícito— y su secretario de Seguridad, Arturo Bermúdez Zurita, apodado Capitán Tormenta, por la mano dura y la forma despiadada de ejercer su cargo.
Espinosa también se había convertido en una potente voz contra la violencia que sufrían periodistas en el Estado, el más violento para la profesión en el país del mundo más violento para ejercer el periodismo. Durante el Gobierno de Duarte fueron asesinados 15 reporteros y esa violencia había encendido la llama de la indignación en el joven fotógrafo, que exigía a las autoridades que se esclarecieran los crímenes. Debido a su trabajo y activismo, Espinosa empezó a recibir amenazas, que fueron creciendo de tono hasta que decidió refugiarse en la supuestamente segura capital, el exilio hasta donde lo buscó la muerte. En una parte del documental se recoge una cita con la que justificaba su salida de Veracruz: “Ya basta de mártires y de héroes. Hay que ser humanos y entender que hay cosas que no puedes componer de la noche a la mañana y que funcionamos más vivos que muertos”. En Ciudad de México se reencontró con Nadia, una joven activista y defensora de derechos humanos, cuyo incansable trabajo a favor de los desaparecidos en el Estado le acarreó también fuertes amenazas. Ambos habían denunciado la persecución de las que eran víctimas y culpaban al Gobierno de Duarte por lo que pudiera ocurrirles.
Las autoridades a cargo de la investigación del crimen habían apuntado en un inicio a que se trataba de un ajuste de cuentas entre agrupaciones delictivas, lo que fue aceptado ampliamente por la prensa mexicana. Sostenían esa hipótesis basadas en dos hechos: que Mile Martín, una chica de origen colombiano, ejercía la prostitución y se la relacionó con una banda de trata de mujeres desarticulada durante la administración de Miguel Ángel Mancera, y que en el apartamento los peritos encontraron drogas, aunque en cantidades pequeñas que apuntan más a un uso recreativo.
Arnaut y su equipo accedieron a miles de páginas de la investigación, entrevistaron a los abogados de las víctimas y sus familiares, a algunas de las autoridades, incluyendo al exgobernador Duarte —condenado por un juez federal a nueve años de prisión tras declararse culpable de los delitos de asociación delictiva y lavado de dinero— y al entonces jefe de Gobierno de Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. A activistas y defensores de derechos humanos y de organismos de protección a periodistas que siguieron de cerca el caso; conversaron con peritos y expertos en telecomunicaciones… Su investigación pronto reveló una oscura trama que incluye la negligencia de las autoridades, que cometieron incontables errores que obstaculizaron el esclarecimiento del múltiple homicidio e impidieron determinar la posible participación en el hecho de un grupo de poderosos políticos, autoridades de seguridad o redes del crimen organizado. Es en ese abismo de oscuridad donde se sumerge A plena luz, que presenta datos y evidencias ignoradas y ocultadas por quienes estuvieron a cargo de la investigación, entre ellas vídeos y registros de telecomunicaciones que amplían el grupo de implicados en este hecho más allá de los tres hombres armados que acabaron con las vidas de Rubén, Nadia, Mile, Yessenia y Alejandra.
“Pensamos que hay una protección a funcionarios de la Procuraduría durante el Gobierno de Mancera y de los grupos criminales que participaron en este homicidio. No sabemos las razones o a quienes protegen, pero sí que había voluntad de la Procuraduría de ocultar la participación de otras personas que estuvieron involucradas”, comenta Arnaut en una entrevista telefónica. “Es muy difícil creer que cometieran tantos errores tan fácilmente en una investigación criminal”, dice el director, quien pone como ejemplo el hecho de que las autoridades pidieron a una compañía de telecomunicaciones toda la información de las llamadas de los números de los tres involucrados, pero en varias ocasiones dieron esos números de forma errada. Además, se editaron los vídeos de seguridad captados por las cámaras públicas y no se les dio acceso a los familiares a las cintas originales hasta apenas unos meses. “Estos errores no nos permiten llegar hasta el punto de señalar nombres, pero podemos tener muy claro que Nadia y Rubén salieron de Veracruz huyendo de las políticas represivas de esos personajes [Duarte y el secretario Bermúdez Zurita] y lo que haya pasado es consecuencia de ese exilio político”, explica el director. Para Arnaut se trata de un crimen de Estado “desde en el momento en que la Procuraduría de Ciudad de México ocultó y entorpeció de manera directa la investigación del caso”.
A plena luz pretende, además de que este crimen no quede en la impunidad, evitar que una sociedad como la mexicana, tan agobiada por el horror cotidiano, olvide no solo el sufrimiento de las víctimas, sino sus vidas y, en el caso de Rubén y Nadia, su valentía. “Desde el principio el documental estaba enfocado en regresarles a estas personas la dignidad que las autoridades les quitaron”, acota Arnaut. El director también espera que este trabajo, que se estrena el 8 de diciembre, sea una herramienta de presión. “Es una crítica al sistema de procuración de justicia de México, porque tiene serias deficiencias. Lo que nos interesa en este caso es que se genere presión social lo suficientemente grande para que las autoridades lo tomen en serio”, dice. Y agrega: “Que muestren voluntad de llegar al fondo del asunto”.
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