El Mariachi Vargas de Tecalitlán, la agrupación centenaria que busca nuevos públicos hasta en Tik Tok
El autoproclamado ‘mejor Mariachi del mundo’ cumple 125 años de historia. La tradicional agrupación mexicana arranca una gira internacional por países como Estados Unidos y España
El Mariachi Vargas de Tecalitlán cumple 125 años. La historia de la agrupación centenaria — formada en 1897 por el maestro Gaspar Vargas, de la comarca de Tecalitlán, Jalisco — es la historia del México estereotipado y resultado de la política nacionalista de Lázaro Cárdenas. Todos hombres, sombrero de charro en mano, pantalón entallado, adornos de plata, camisa y corbata de rebozo, los integrantes del autoproclamado mejor Mariachi del mundo atienden a EL PAÍS desde el Auditorio Nacional, minutos antes de presentar Momentos, más allá de la vida, un espectáculo donde el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández, que cumple 70 años, se une al grupo musical para juntar sus longevos legados culturales.
“Imagínate, el ballet de Amalia, junto con el Mariachi Vargas, será como un Cirque du Soleil mexicano”, bromea su representante. El Mariachi Vargas se tambalea entre la tradición y la búsqueda de nuevas audiencias. En un mundo globalizado, lo especial se vuelve un producto de exportación. Su gira por el mundo arranca este 16 de septiembre en Denver, Colorado y luego viajan a Houston, para complacer al púbico mexicano en Estados Unidos, en busca de un símbolo de identidad. El 12 de octubre, día de la Hispanidad o de la Raza, llegan a Madrid. Ahí inician sus presentaciones por España. Símbolo tras símbolo buscan renovarse. Bromean en Tik Tok y buscan compositores para lanzar canciones inéditas. Este 15 de septiembre estrenaron su nuevo sencillo titulado Mi mejor error que cuenta con la participación de la actriz mexicana Kate del Castillo.
“En el Mariachi Vargas de Tecalitlán estamos festejando, este septiembre, 125 años de trayectoria. Para todos los músicos que formamos parte es un gran orgullo y compromiso. Somos la sexta generación de un grupo que nació en 1897. Todas las generaciones que han estado con el mariachi han dado su vida, su talento y su amor a la música”, dice orgulloso Carlos Martínez, director musical de la agrupación, en entrevista con EL PAÍS. Hoy, ya lejos de Tecalitlán, y con sus integrantes desperdigados entre Ciudad de México, Guadalajara, Veracruz y Los Ángeles, la agrupación comenzará una gira que también incluyen fechas en Colombia, Canadá, Francia y hasta Corea del Sur. “Vamos a España, un país que quiere mucho a los mexicanos. Hay una gran conexión cuando empezamos a interpretar los temas. La verdad es que les fascina la música mexicana, la música del mariachi Vargas y nosotros felices de estar en España. Vamos a Madrid, Barcelona, Pamplona, Bilbao y San Sebastián, donde tuvimos una experiencia hermosa. Hicimos arreglos especiales con grandes voces. Yo creo que hasta nosotros se nos va a poner la piel chinita. Será una gran gira”.
El mariachi es el ajonjolí de todos los moles. Su música se escucha lo mismo en el aniversario de la Independencia de México que para festejar a las madres o a la Virgen de Guadalupe; en funerales que en bodas y serenatas, o para alargar un poco más la fiesta en Garibaldi. Mezcla de influencias occidentales importadas de Europa, de los pueblos africanos y los indígenas — los coras, huicholes y mexicaneros; los yaquis, purépechas, mixtecos y nahuas — es más que música: es fiesta, son letras y danzas, para un público que, a veces, peca de nacionalista. La agrupación mexicana busca su supervivencia lejos de la tradición y encuentra en la tecnología y las nuevas canciones un salvavidas. “Lo que hemos hecho es abrirnos a los nuevos compositores. Acabamos de terminar nuestra nueva producción que saldrá a finales de este año. La mitad del disco son temas inéditos. Claro que proponemos cosas nuevas para que también los jóvenes se sigan empapando de nuestra música porque ahorita la gente está escuchando todo con el móvil. Estamos también muy presentes en las redes sociales. Para estar activos con los jóvenes. Claro, la gente grande está enamorada de nuestra música, pero también nosotros queremos llegar a todas las edades. Buscamos dar clases a los niños para que se sigan alimentando de nuestra música”, explica Carlos Martínez.
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“La trayectoria que tiene el Mariachi Vargas es impresionante. A las primeras generaciones les tocó hacer películas en la época de oro, con Pedro Infante, Jorge Negrete o Miguel Aceves Mejía. Luego, cuando llega al mariachi don Ruben Fuentes, pieza fundamental de la historia de la música mexicana, compone temas como Qué bonita es mi tierra, Sabes una cosa, El son de la negra o La Bikina, famosísima a nivel mundial; Fuentes hace una mancuerna con nuestro gran compositor José Alfredo Jiménez; toda esa música la grabó con el Mariachi Vargas”, dice el director musical. México y Mariachi van en la misma frase. Inmediatamente después, Jalisco. El occidente mexicano se ha convertido en el centro político y simbólico de una nación. El nuevo estilo mariachi, diseñado en la capital del país, se difundió como jalisciense y está asociado a los charros cantores más pomposos como Lucha Reyes, Jorge Negrete, Antonio Aguilar, Pedro Infante, Javier Solís, Miguel Aceves, José Alfredo Jiménez, Lucha Villa, Juan Gabriel o Vicente Fernández, ídolos de la canción ranchera. El género se convirtió en el símbolo musical de México y su principal representante es, sin duda, el Mariachi Vargas de Tecalitlán. “Da mucho orgullo. Nos da ese compromiso de seguir preparándonos, amando nuestra música y sentir que tenemos que seguir a la vanguardia. Mi deseo es que vengan nuevas generaciones con ese mismo amor y compromiso de llevar a México a lo más grande”.
El mariachi se extendió por las regiones hispanas de los Estados Unidos y por América Latina. A principios este siglo también se ha arraigado en Europa y Asia. En 2008, el Mariachi Mujer 2000 tocó durante la inauguración de los XXIX Juegos Olímpicos en Pekín, muestra de que los grupos femeninos se consolidan en la música festiva mexicana y cuentan con formación musical profesional para tocar en los escenarios internacionales. En 2011, la Unesco inscribió a El Mariachi, música de cuerdas, canto y trompeta como integrante de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Mariachi Vargas busca refrescarse, pero todavía no se ve en su horizonte la integración de mujeres a sus filas.
“La tradición original del mariachi se conformó en el occidente de la Nueva España, durante la segunda mitad del siglo XVIII. A principios del siglo XX tuvo lugar la primera apropiación simbólica de esta tradición por parte del estado de Jalisco y, tras la Revolución mexicana, en 1925, la segunda y definitiva”, explica Jesús Jáuregui, doctor en Antropología, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Las películas, su incursión en la radio, la televisión, el cine y la industria discográfica; además de las presentaciones patrocinadas por el Estado en eventos nacionales — como cuando acompañó a Lázaro Cárdenas en su gira nacional para ganar la presidencia, nacionalizar la industria petrolera y recibir a los exiliados republicanos de la Guerra Civil española, o como cuando fueron contratados para ser los promotores de los Juegos Olímpicos de 1968 por el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, que días antes del inicio del evento ordenó la represión del movimiento estudiantil —.
Todo esto condujo a la transformación del mariachi en un símbolo y mito nacional asociado con el machismo, el regionalismo y el mestizaje, un proyecto racial impulsado por el Estado, que explica, en parte, cómo funciona el racismo en México. “El charro cantor fue un símbolo de reconciliación entre dos clases que habían sido separadas por la Revolución y que volvieron a encontrarse en el México idílico fabricado por el cine. La imagen del nuevo mariachi, punto de amarre de la identidad nacional, sintetiza términos contradictorios: antiguo-moderno, campo-ciudad, región-nación, charro-músico”, explica Jáuregui. Lo cierto es que, en la actualidad, el mariachi es un género clásico de la música internacional. Para los chicanos,, latinoamericanos y peninsulares, su música es motivo de identificación cultural mestiza; mientras que para los estadounidenses, canadienses, europeos del norte y asiáticos constituye una manifestación de sabor absolutamente exótica.
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