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Los fiascos de consumo destapados por el Gobierno de México: chocolates con grasa vegetal, sopas de aire y quesos de plástico

Este año se consolidaron las etiquetas negras en los productos envasados para ayudar al consumidor a distinguir lo nocivo de algunos ingredientes. La Procuraduría Federal del Consumidor ha retirado del mercado algunas marcas

Dos compradores observan el área de lácteos de un supermercado en Ciudad de México, en 2020.
Dos compradores observan el área de lácteos de un supermercado en Ciudad de México, en 2020.Galo Cañas (CUARTOSCURO)
Darinka Rodríguez

Quesos que parecen plástico, sopas instantáneas que tienen más aire que verdura, chocolates con grasas no permitidas o productos light que engordan más que los regulares: en 2021, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) en México ha realizado una lista negra de productos que resultan ser un fiasco para los consumidores. 2021 ha sido el año en el que se ha completado el empleo de las etiquetas negras en México, un distintivo de fácil entendimiento que consigna los ingredientes perjudiciales para salud de muchos productos envasados, ultraprocesados. Alto en calorías, azúcares, grasas o sodio, son algunas de las alertas con que se obliga a los productores a revelar lo que se llevan a casa y cómo su consumo cotidiano puede acabar afectando a la salud. La Profeco ha puesto en el punto de mira durante todo el año decenas de productos trampa, e incluso ha retirado algunos de los supermercados, en virtud de una norma que les permite llegar hasta ese punto para proteger la salud de los consumidores.

De acuerdo con el organismo regulador, el etiquetado de varios productos alimenticios “inducen al engaño”, son imprecisos o definitivamente mienten a los clientes. Ya sea que los ingredientes son una imitación, que el peso neto de los productos no se ajusta a lo que señala la etiqueta o algunos de los componentes pueden ser dañinos para la salud.

La Revista del Consumidor, que edita la dependencia, cada mes analiza algunos productos de alta demanda entre los mexicanos, y varios de ellos han sido reprobados por el Gobierno y, en alguna ocasión, retirados del mercado. El último caso ha sido el de las marcas de chocolate. Profeco ha revisado más de 30 distintas marcas y ha encontrado diversas irregularidades. Algunos de ellos contienen endulcorantes o grasas no permitidas —como coco y palmita—, otros no contienen las cantidades de ingredientes que indican sus etiquetas, sin embargo la mayoría no cumple con el etiquetado que indica un exceso de calorías, grasas y azúcares. Ricardo Sheffield, titular de la Profeco ha asegurado que dos marcas serán inmovilizadas y retiradas del mercado: Don Gustavo y Golden Hills.

Otras marcas que tuvieron irregularidades han sido Abuelita, de Nestlé, que tuvo hasta 6% menos del contenido declarado, o Moctezuma con 6,5% también con menores ingredientes. Otros como Precissimo y Vaquita muestran etiquetas en las que presumen de estar adicionados con vitaminas y hierro, sin estarlo. Mientras que la marca Great Value señala que es bajo en azúcar, cuando no lo es. Este es parte del último estudio de la Profeco en 2021, que en los últimos meses ha hecho otro hallazgos en productos que se consumen masivamente.

Ocurrió con los quesos, muy de la dieta mexicana pero de pésima calidad alimenticia algunos de ellos. Una de las estafas más evidentes de este año han sido las denominaciones light y toda la propaganda similar: “reducido en grasa y azúcares”, un ambiguo “ligero”, etcétera. Refrescos, jugos, leches, mermeladas y mayonesas, entre otros alimentos, no solo no son suaves, sino que incluso pueden contener mucho más azúcar o grasas que un producto regular, según indicó la Profeco en su estudio de enero. Un ejemplo son las leches Alpura y Lala light, los frijoles Isadora bajos en grasa, la Coca-Cola y la Pepsi sin calorías.

Un chasco adicional se da con las papas fritas, que no solo son una botana fácil, sino un boleto gratuito a la obesidad por su alto contenido en grasas y sodio, por no hablar de las acrilamidas. Pese a que la norma oficial mexicana NOM-051-SCFI-2010 determina que los alimentos y bebidas deben de contener etiquetas con leyes como “exceso de calorías” o “exceso de sodio”, muchas bolsas no aportan el sello de advertencia para las mortíferas grasas trans. Tal es el caso de las Ruffles, Sabritas y Chips en sus sabores originales.

Grasas alimentarias
Una mujer en el área de papas fritas de un supermercado en Ciudad de México.Rogelio Morales (CUARTOSCURO)

No todo lo que tiene azúcar es necesariamente dulce para la salud. En mayo, la Profeco alertó sobre las bebidas y aguas saborizadas que dicen tener fruta, pero que en un análisis detallado mostraron utilizar menos de un 1% del producto natural y, en cambio, sí mucha azúcar y colorantes. Las bebidas que forman parte de esta lista negra son Jumex Futzzo, con hasta 120 gramos de azúcar y poca fruta, Bonafont Juizzy, Peñafiel de naranja y Bonafont Levité, que al ser comparadas con un refresco, tienen más azúcar añadida.

Mala leche tienen también una decena de productos lácteos y leches saborizadas que sobrepasan el nivel de azúcar permitido y que no lo señalan en sus etiquetas. El estudio de junio de la Revista del consumidor indica que al menos una decena de marcas no alcanza el 85% de leche y sí rebasa la cantidad de azúcares y colorantes recomendados. Tal es el caso de las marcas Hershey’s, Lala chocolatada, Alpura frutal y Rancho Don Silvestre.

En septiembre se suele festejar a la patria con un tequilita, pero según el organismo de consumo, el caballito podría tratarse de otro tipo de licores. En su estudio sobre bebidas destiladas se determinó que varias marcas no cumplieron con la información real en su etiqueta. El Mezcalito de Tonaya, que se ostenta como derivado de agave, en realidad se trata de un destilado de caña, mientras que bajo la etiqueta de El Compadre no se encuentra el agave 100% azul, entre otras mentiras de los licores.

Una de las listas negras que más dolieron a los consumidores mexicanos fue la de las sopas instantáneas, sumamente populares por su bajo costo y fácil preparación. En octubre, la Profeco retiró del mercado 129.937 unidades de sopas instantáneas de 12 marcas luego de realizar un estudio de calidad que determinó que las etiquetas son engañosas “o no declaran la información nutrimental en el producto preparado”.

No conforme con el golpe al menú de miles de trabajadores en el país, el titular de la Profeco, Ricardo Sheffield Padilla, señaló en una conferencia matutina desde Palacio Nacional, que varias de estas sopas dicen tener queso y pollo, cuando no contienen estos ingredientes. “Besando a un pollo uno obtiene más pollo que con esas sopas”, dijo. La revista oficial calificó de “daño instantáneo” a una conocida marca, las sopas Maruchan, en uno de sus números. Los vasitos de este producto son muy consumidos por los mexicanos, extendidísimas, como la coca-cola entre las poblaciones más vulnerables, por su bajo precio y su facilidad de consumo instantáneo.

En su más reciente edición, la revista hace una lista de los quesos que no son tal, es decir, que se dicen queso, pero que en realidad son una especie de suero lácteo más parecido al plástico. En su edición de diciembre, el análisis de una treintena de marcas de queso panela arrojó que muchos de ellos son imitaciones que quieren pasar como queso verdadero, mientras que en otros casos la etiqueta marca más peso del que se comercializa, como el caso de Zwan Premium o Carranco.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud del país, 70% de los mexicanos padece sobrepeso y una tercera parte, obesidad, muchas veces causada por los productos con exceso de grasas, calorías, sodio y azúcares que se venden en los supermercados y tiendas. El engaño y la superchería de algunas de las grandes marcas, de acuerdo con la Profeco, han contribuido en buena parte a que los habitantes tengan que ajustarse los cinturones cada vez que acuden a hacer la despensa. La hipertensión asociada a la ingesta de sodio también es una de las plagas de la salud en México.

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Sobre la firma

Darinka Rodríguez
Periodista nacida en Iztapalapa, en Ciudad de México. Es licenciada en Comunicación y Periodismo por la Universidad Nacional Autónoma de México (2006-2010). Formó parte del equipo de Verne México desde julio de 2017 y en 2021 se sumó a la redacción de EL PAÍS México. Le apasiona andar en bicicleta.

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