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El grito visual de “las mujeres que luchan” contra la violencia en México

Por segunda vez, decenas de mujeres pintan en la antigua glorieta de Colón los nombres de sus hijas asesinadas o desaparecidas en paralelo a una larga manifestación contra el derecho al aborto

María Julia Castañeda
Nombres de víctimas de feminicidios escritos en la antigua glorieta de Colón.
Nombres de víctimas de feminicidios escritos en la antigua glorieta de Colón.Sáshenka Gutiérrez (EFE)

Los nombres de cientos de mujeres con quienes la justicia está en deuda en México han sido reescritos este domingo en la antigua glorieta de Colón, en el emblemático Paseo de la Reforma, en Ciudad de México. Bautizada ahora por los movimientos feministas como la “glorieta de las mujeres que luchan”, la controvertida esquina vial ha sido reivindicada por decenas de mujeres, en su mayoría madres, que han vuelto a plasmar los nombres de sus hijas asesinadas o desaparecidas en las vallas que el Gobierno de Claudia Sheinbaum cubrió con pintura hace una semana. Las activistas han sido esta mañana sobrepasadas por una manifestación de miles de personas contra el derecho al aborto, motivada por la decisión histórica del Tribunal Supremo, que hace unas semanas declaró inconstitucional sancionar a una mujer por interrumpir el embarazo.

El grito de auxilio de familiares, sobrevivientes y víctimas de feminicidio, desaparición y desplazamiento forzado ha quedado plasmado en el corazón de la capital. “Este va a ser el lugar en donde de ahora en adelante nos vamos a convocar para acompañarnos y que se escuche nuestro reclamo”, ha sostenido Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín Rivera Osorio, asesinada a los 22 años por su novio Jorge Luis González, quien el 3 de mayo de 2017 la estranguló con el cable de una cabina de teléfono de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “Nuestra lucha es por la vida y no sólo por las que ya no están, sino también por las que aún no nacen”, ha manifestado.

Osorio, quien ha luchado contra un sistema que desde un inicio se “empeñó” en clasificar el crimen de su hija Lesvy como suicidio, ha advertido: “Que también sepa el Estado y sus instituciones que de manera indigna nos representan, que si vienen y lo borran lo vamos a volver a escribir y de aquí no nos vamos a mover porque de ese tamaño es el agravio, porque nuestras hijas no están”. Según las cifras del Gobierno, en México cada día once mujeres son asesinadas y al menos nueve niñas menores de 12 años son reportadas como desaparecidas.

Hace una semana, los colectivos también colocaron una figura de madera de casi dos metros pintada de morado, que simboliza a una mujer con el puño en alto, en el pedestal donde antes estaba la estatua de Colón. “Es un espacio para la lucha y resistencia de todas las mujeres que luchan contra la invisibilización de sus batallas contra el Estado que no las protege sino que las violenta, revictimiza y criminaliza”, indicó la vocera de la colectiva Antimonumenta Vivas nos queremos, que surgió tras la protesta del 8 de marzo de 2019 en la que las mexicanas dejaron impreso en las estatuas su reclamo por la incesante violencia. “México feminicida”, se leía, por ejemplo, en el monumento a la Revolución.

Vista aérea de la ex glorieta de Colón, en Ciudad de México.
Vista aérea de la ex glorieta de Colón, en Ciudad de México.Sáshenka Gutiérrez (EFE)

Mientras que la Comisión de Monumentos define el futuro del espacio, el Gobierno de Ciudad de México no ha retirado la figura, pero los nombres escritos en las vallas fueron borrados la misma noche en que fueron escritos por primera vez. “Son la limpieza que se hace después de cuando hay este tipo de acciones, se ha hecho en otros lados, igual se limpió el monumento del hemiciclo a Juárez”, justificó la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum. La funcionaria también invitó a “las mujeres que quieren que haya un monumento a las mujeres que luchan” a “pensar en lo que significa la mujer indígena”. A principios de septiembre, Sheinbaum anunció la sustitución de la escultura por un monumento a la mujer indígena realizado por el artista plástico mexicano Pedro Reyes, proyecto que quedó finalmente pospuesto ante la controversia generada por el diseño seleccionado.

Armadas con pintura, brochas, agua y protector solar, desde las 11 de la mañana las manifestantes se apoderaron del espacio con gritos, consignas y reclamos que duraron más de cinco horas. Decenas de representantes de colectivos se unieron al llamado, entre ellos, un grupo de mujeres indígenas desplazadas de Tierra Blanca, Copala, quienes denunciaron que fueron forzadas a abandonar sus tierras por el grupo paramilitar MULT (Movimiento de Unificación y Lucha Triqui). “A pesar de que fuimos desplazados estamos aquí luchando porque queremos regresar. Como mujeres estamos luchando por nuestro pueblo”, expuso una portavoz. Edith Olivares, directora ejecutiva de Amnistía Internacional México, señaló que las autoridades no han respondido a su llamamiento a conservar el monumento como lo han decidido las familias y las mujeres “que merecen tener un lugar en donde sean nombradas”.

Tras volver a escribir el nombre de su hija en una de las vallas que rodean la “anti monumenta”, Lidia Florencio, madre de Diana Velázquez Florencio, asesinada a los 24 años el 2 de julio de 2017 en el municipio de Chimalhuacán, en el Estado de México, ha advertido: “Al Gobierno se le hace bien fácil borrar nuestros nombres, pero no se da cuenta que no se puede borrar la sangre de nuestras hijas asesinadas”. “Si estamos en este lugar es porque el Estado no nos está garantizando nuestros derechos y tenemos que pelearlos”, señala la mujer que sigue luchando contra la impunidad del sistema. Tras un plantón de tres semanas frente a Palacio Nacional, apenas el año pasado la justicia capturó al feminicida de Diana, quien ahora está en espera de una sentencia.

A la vista de cientos de peatones y ciclistas que acostumbran ejercitarse los domingos en la transitada vía y ciclopista, las mujeres expresaban su dolor porque Lesvy, Diana, Daniela, Fernanda, Nadia, Pamela, Karina, Fátima, Monse, Renata y miles de mexicanas ya no están o no aparecen. Algunos paseantes solo se detenían a observar. Entre ellos, algunos de los detractores a la despenalización del aborto, que sostuvieron una protesta paralela de unas 12.000 personas, según la Secretaría de Seguridad Ciudadana. Mientras que otros mostraban señales de apoyo y hasta se conmovían hasta el llanto. Rebeca Campos, estudiante de primaria de 12 años, paseaba con su tía y quedó sorprendida cuando le explicó porqué estaban pintando los nombres en las vallas. “Siento que el Gobierno no está escuchando a las mujeres y que no les interesa que se mueran y que las violen y siento que les importa más un monumento que las propias mujeres de México”, expresó la niña con lágrimas en los ojos.

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Sobre la firma

María Julia Castañeda
Redactora en EL PAÍS México. Enfocada en contar historias con perspectiva de género. Es graduada en Periodismo por el Tecnológico de Monterrey y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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