Morena prepara el ascenso de Luisa Alcalde y ‘Andy’ López Beltrán a la dirigencia del partido
La formación de López Obrador será conducida por la joven secretaria de Gobernación y por el segundo de los hijos del mandatario saliente
La salida de Andrés Manuel López Obrador de la presidencia de México coincide con la renovación en la dirigencia del partido que él fundó hace una década, Morena. El actual líder de la formación guinda, Mario Delgado, y la secretaria general, Citlalli Hernández, así como varios titulares de carteras en el Comité Ejecutivo Nacional, dejarán sus cargos este domingo, en que Morena celebrará un congreso nacional para elegir a sus nuevos liderazgos por un periodo de tres años. Aunque hablar de elección es impreciso. Los cargos más importantes ya tienen nombre y apellido, según han confirmado fuentes de la formación a EL PAÍS. Todo está dispuesto para que la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, se convierta en presidenta del partido, y para que Andrés Manuel López Beltrán, Andy, el segundo de los cuatro hijos de López Obrador, asuma la secretaría de Organización. La secretaría general está reservada para Carolina Rangel, exfuncionaria del gobierno de Michoacán.
Los tres nuevos dirigentes tienen en común la juventud y haber participado en la conformación de Morena desde sus orígenes. Alcalde tiene 37 años; López Beltrán, 38, y Rangel, 35. López Obrador, que profesa que en la política debe haber relevo generacional, dejará su formación en manos de esos jóvenes y días después se retirará del ojo público, tras entregar la presidencia a Claudia Sheinbaum, su sucesora. Este domingo, la mandataria electa asistirá al cónclave de Morena y dará un discurso ante los 3.000 congresistas, de acuerdo con el programa. Los morenistas querían que también asistiese López Obrador, pero este ha declinado la invitación.
La llegada Andy López Beltrán a la dirigencia de Morena fue inesperada. Ciertamente, muchos simpatizantes de López Obrador veían en su hijo a un político de cepa, que creció en el seno familiar del último dirigente izquierdista de las últimas tres décadas. Pero que el primer escalón en su carrera política fuese en el partido y no en algún cargo gubernamental con mayor exposición ha levantado la pregunta de “¿por qué?”. A toro pasado, la decisión adquiere sentido. Una fuente del entorno de Sheinbaum ha afirmado a este periódico que la presidenta electa fue quien pidió personalmente a Andy apoyarla desde la dirigencia de Morena, y, concretamente, desde la secretaría de Organización, una importante cartera que tiene a su cargo los comités de promoción del voto en todo el país. En otras palabras, el hijo de López Obrador deberá ensanchar el padrón de militantes de Morena y coordinar la estrategia electoral del partido; sobre todo, esa posición le permitirá tener de primera mano el pulso político del país desde las bases territoriales. Al mismo tiempo, Andy podrá ejercer de interlocutor entre Sheinbaum y el ya retirado expresidente.
Andy López Beltrán nació en el matrimonio de López Obrador con su primera esposa, Rocío Beltrán, fallecida en 2003. Allí nacieron también el mayor de los hermanos, José Ramón, y el tercero, Gonzalo Alfonso. El presidente se volvió a casar, con la académica Beatriz Gutiérrez, y tuvo un cuarto hijo, Jesús Ernesto, aún menor de edad. De todos los descendientes de López Obrador, Andy, que es politólogo, ha sido el más activo políticamente y el que más influencia ha tenido en Morena. Su liderazgo político llevó a que su padre le encomendase la acción electoral en Ciudad de México. López Beltrán ha sido a medio tiempo político y empresario. Junto con su hermano Gonzalo constituyó una empresa de chocolates, cuya materia prima cultivan en una finca en Tabasco que Rocío Beltrán heredó a los hijos.
Luisa Alcalde, abogada de formación, llegó al círculo de López Obrador aupada en gran medida por sus padres, Bertha Luján y Arturo Alcalde. Luján, su madre, es una contadora que colaboró durante años con el dirigente izquierdista. Fue contralora en el Gobierno de López Obrador cuando este fue mandatario de Ciudad de México, de 2000 a 2005. En los primeros años de Morena, Luján fue secretaria general de la formación y luego se convirtió en presidenta del consejo nacional. Por su parte, Arturo Alcalde es un abogado de izquierdas dedicado a asesorar sindicatos de trabajadores de empresas y de instituciones públicas.
La hoy secretaria de Gobernación se convirtió en diputada federal en 2012 por Movimiento Ciudadano (MC). Ese partido, que entonces se llamaba Convergencia, integraba, junto al PRD y el PT, la coalición que utilizó López Obrador para postularse por segunda vez a la presidencia. Morena aún no se formalizaba como partido y funcionaba como asociación civil. Pero ya desde entonces el dirigente estaba construyendo la que sería su plataforma definitiva. López Obrador designó tareas de acción política a sus allegados de mayor confianza; a Luisa Alcalde le encargó el vínculo con los jóvenes de las universidades.
A la llegada de López Obrador a la presidencia en 2018, en su tercer y último intento, designó a Alcalde como secretaria del Trabajo, lo que dejaba ver su confianza en la joven funcionaria, la de menor edad en un gabinete en su mayoría añoso. Con Alcalde entró como subsecretario un amigo de Andy López Beltrán, Marath Bolaños. Alcalde asumió la Secretaría de Gobernación en 2023. Ahora, se hará con la dirigencia de Morena aún siendo funcionaria de Estado, cargo que dejará el 1 de octubre, cuando asuma la Administración de Sheinbaum.
Las fuentes morenistas que han sido consultadas señalan que el nombramiento de Carolina Rangel en la secretaría general ha sido una prerrogativa de Alcalde. Rangel fue secretaria de Bienestar y luego de Desarrollo de las Mujeres en el gobierno del morenista Alfredo Ramírez Bedolla en Michoacán. En 2018 fue diputada suplente. En las pasadas elecciones contendió para ser titular de una diputación, pero perdió frente a David Cortés, hermano del presidente del PAN, Marko Cortés.
El reto de los nuevos dirigentes
Conducir Morena no será una tarea sencilla, luego de que López Obrador se retire de la vida pública, como él mismo lo ha anunciado. La formación guinda cosechó enormes éxitos electorales en tan solo 10 años, siempre sobre los hombros de su fundador, un dirigente con enorme popularidad. En ese periodo ha conquistado la presidencia dos veces, gobierna en 24 de los 32 Estados y ha conquistado la mayoría calificada en el Congreso, un poder que le permite reformar la Constitución sin contrapesos.
Citlalli Hernández, la secretaria general saliente, saca pecho por los triunfos cosechados, pero reconoce que su gestión y la de Mario Delgado han dejado pendientes por solventar. “El partido debe tener un acompañamiento que nos permita que esas autoridades electas por la confianza ciudadana en Morena cumplan los objetivos del proyecto y no le fallen a la gente”, sostiene en entrevista. Delgado y Hernández tomaron la dirigencia de la formación en 2020 como resultado de una encuesta. En 2022 se reeligieron para otro periodo de dos años. Tras dejar el partido, ambos asumirán un cargo en el gabinete de Sheinbaum, el primero como secretario de Educación, la segunda como secretaria de Mujeres.
La todavía secretaria general morenista advierte de que la próxima dirigencia deberá equilibrar el reparto de candidaturas entre los fundadores del partido y los nuevos cuadros que se sumen; estructurar mejor los comités de promoción del voto a nivel local, y priorizar las campañas de contacto con la gente por encima del gasto en marketing. “Sabemos que no es suficiente ganar el gobierno; se debe combatir a los poderes fácticos que quieren disputar al poder formal, legítimo, democrático. Debemos continuar con la revolución de las conciencias”, indica. “Si Morena sigue politizando a la ciudadanía y contribuyendo a la participación activa en la toma de decisiones, la presidenta [Sheinbaum] mantendrá en todo el sexenio la fuerza popular con la que llegó, y estará acompañada en la disputa que, por lo que vemos, se seguirá dando contra los poderes fácticos”, añade.
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