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La doble tragedia de la familia López

La muerte por covid-19 del padre del médico interno Jorge Alejandro López tras cuidar a su hijo ahonda las críticas a la gestión del caso

Beatriz Guillén
Jorge Alejandro López, egresado de la Facultad de Medicina en la UNAM, junto a su padre, en noviembre de 2018.
Jorge Alejandro López, egresado de la Facultad de Medicina en la UNAM, junto a su padre, en noviembre de 2018.Cortesía

Sharon López perdió en enero a su hermano, el médico interno Jorge Alejandro López, y en febrero, a su padre, el mecánico Jorge Alejandro López Trejo. Ambos a causa de la covid-19. “Imagínate. Estamos desmoronados, deshechos”, dice al otro lado del teléfono. Si saca las fuerzas para seguir contando su historia es para conseguir alguna respuesta después de las negligencias en el caso de su hermano pequeño. Jorge falleció tras ser obligado a trabajar sin equipo de protección en el Hospital General de Ecatepec José María Rodríguez.

López ya no tiene más peticiones. Dice que solo le gustaría que las autoridades del Estado de México “dieran la cara” y al menos se comunicaran con su familia. No han recibido ninguna noticia del director del hospital, Héctor Flores Mercado, ni de la doctora María del Carmen Ramírez Buendía, jefa de la División de Enseñanza e Investigación del mismo, ni tampoco de la Secretaría de Salud del Estado, dirigida por Gabriel O’Shea. “Es como si aquí no hubiera pasado nada”, señala.

Jorge, que tenía 29 años, trabajaba como médico de prácticas en el área de Urgencias, una información confirmada no solo por su familia, sino por compañeros y otros trabajadores del hospital de Ecatepec. En una de sus primeras comunicaciones al respecto, el Instituto de Salud del Estado de México (ISEM) trató de negar incluso que Jorge estuviera en esa área, considerada de alto riesgo. “Se informa que no laboraba en área COVID-19, sus funciones no estaban dentro de los protocolos a pacientes infectados por el SARS-CoV-2. Los alumnos tienen restricción en maniobras de reanimación cardio pulmonar, no están expuestos a aerosoles de pacientes”, se lee en la tarjeta informativa del 7 de enero. Por disposición oficial estaba prohibido que los estudiantes estuvieran en la primera línea de lucha contra la enfermedad. Sin embargo, en el hospital José María Rodríguez no se habían cumplido la directrices.

López se contagió el 6 de diciembre de 2020 por trabajar sin equipo de protección. Además, fue obligado a seguir laborando en guardias de 24 horas cuando ya presentaba síntomas de la enfermedad como pérdida de olfato, fiebre o incluso dificultad para respirar. Después de 20 días con un tanque de oxígeno, falleció el 4 de enero por las complicaciones de la covid-19. Su muerte generó una oleada de críticas a la gestión del caso por parte del hospital. A finales de enero, el ISEM reportó a este periódico que había iniciado una investigación y que habían “mostrado su extrañamiento” por la muerte de Jorge tanto al director del hospital como a la jefa de Enseñanza “por vulnerar los derechos de los internos al no dar atención y transgredir las instrucciones giradas por la autoridad competente en materia de Médicos Internos de Pregrado durante la contingencia por SARS-CoV-2″.

La falta de responsabilidades sobre la muerte de Jorge está llena de anomalías. En una comunicación, el ISEM incluso negó que Jorge fuera positivo de covid-19. Cuando su prueba PCR, que tardó casi tres semanas en ofrecer resultados, llegó con la enfermedad detectada.

“La explicación que ha dado el hospital está llena de puras mentiras”, cuenta Sharon López, quien tuvo una reunión esta semana con la Comisión Nacional de Derechos Humanos del Estado de México, que también ha abierto un expediente sobre el caso. “Se violaron los derechos de mi hermano”, dice.

A la búsqueda de conseguir respuestas por el caso de Jorge, se había sumado la lucha por salvar a su padre. Jorge Alejandro López Trejo tenía 56 años y regentaba un taller mecánico. Se contagió el 28 de diciembre, mientras cuidaba a su hijo por las noches. “Él llegaba por la tarde y mi hermano no quería que se fuera. Porque tenía miedo. Así que cuando se hacía ya de día, sobre las seis de la mañana, mi papá ya se volvía a su casa”, contó hace un mes Sharon a EL PAÍS.

Cuando su hijo falleció, el señor López Trejo comenzó a empeorar. Lo internaron con neumonía en el hospital General de Ecatepec, el mismo en el que trabajaba Jorge. “Nos dijeron que podía recuperarse en siete o 14 días”. Después lo trasladaron a Las Américas porque “iba a estar mejor atendido, que tenían mejores equipos”, señala Sharon. El médico anunció a la familia, que iba a recibir los informes dos veces al día, que tenía una fibrosis pulmonar reparable y era candidato a un tratamiento llamado ECMO. Esta técnica consiste en mantener la función respiratorio con un equipo de ventilación mecánica mientras se extrae la sangre del paciente, se limpia, oxigena y devuelve al cuerpo.

El tratamiento requería un total de dos millones de pesos (casi 100.000 dólares): la renta del aparato por 400.000 y los 50.000 pesos de asistencia diaria. “Nosotros no contábamos con esos recursos”, lamenta Sharon. Trataron de iniciar una campaña de recaudación, pero no lo lograron.

Su padre falleció el 7 de febrero tras reportar también fallos en los riñones. Sharon y su familia no pudieron despedirse. Jorge Alejandro López Trejo y su hijo son dos caras de la tragedia que afronta México durante esta pandemia, que ha convertido al coronavirus en la segunda causa de muerte del país. Tras este enero, en el que se han registrado más de 1.000 fallecidos diarios y con jornadas de hasta 20.000 contagiados, México se ha convertido en el tercer país con más muertos a causa de la covid-19. Un total de 177.061 mexicanos han perdido la vida por el virus.

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Reportera de EL PAÍS en México. Cubre temas sociales, con especial atención en derechos humanos, justicia, migración y violencia contra las mujeres. Graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS.

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