El calor transforma España: siete gráficos para conocer su impacto
Las olas de temperaturas extremas son ahora más intensas y prolongadas. Los efectos del cambio climático originan año tras año subidas récord en los termómetros
España y gran parte de Europa arden en un verano extremadamente caluroso, con olas de calor más intensas y prolongadas que la media histórica. Esto no es una sensación: la temperatura media en España aumenta desde finales del siglo pasado a un ritmo acelerado, sin distinguir entre estaciones y con noches cada vez más cálidas. Estos cambios ya tienen hoy un impacto directo en la salud de las personas. En 2021, hubo 3.576 fallecidos por causas atribuibles a las altas temperaturas. El calor extremo también merma la capacidad de trabajo de las personas, lo que se traduce en una menor productividad y, por tanto, un impacto directo en la producción económica.
Y el futuro no regala escenarios esperanzadores. La comunidad científica, reunida alrededor del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, (IPCC, por sus siglas en inglés) espera un cambio en el tipo, la frecuencia y la intensidad de los episodios meteorológicos extremos en la medida en que cambia el clima de la Tierra, promovido por el cambio climático. Sergio H. Faria, investigador del Basque Centre for Climate Change BC3 y autor principal del sexto informe del IPCC, no tiene dudas: “Antes una ola de calor tan violenta como esta se vivía una vez en la vida. Ahora cada 10 años”. El experto asegura que la península Ibérica podría convertirse en una de las regiones del planeta con más sequías, lo que impactará en las costumbres y la producción económica.
A continuación, siete gráficos muestran el punto de inflexión que vive España y cómo el futuro puede ser aún más caluroso.
No es una sensación: cada vez hace más calor
Los efectos de la crisis climática en España se aceleran y donde mejor se aprecian es en los termómetros. La temperatura media en el país fue 2,1 grados superior en 2020 al promedio histórico desde 1820 (13,6), según el estudio anual de Berkley Earth. Si bien el gráfico creado por el profesor Ed Hawkins de la Universidad de Reading en 2018 revela que no es inusual que haya años más calurosos que otros, el ritmo de calentamiento se ha acelerado en las últimas décadas. De los diez años más cálidos desde 1961, ocho pertenecen al siglo XXI y siete de ellos a la década 2011-2020, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Los fenómenos extremos son cada vez más calurosos y duraderos
La Aemet registra 65 olas de calor desde 1975 hasta 2021, a las que se suman las últimas dos que sucedieron en 2022. El episodio cálido de julio de este año estará entre los tres peores por extensión, duración e intensidad desde 1975, según Aemet.
Las olas de calor presentan un problema adicional: los registros de temperatura durante la noche permanecen en valores muy altos y por varios días seguidos. María de las Nieves Lorenzo González, profesora de la Universidad de Vigo, destaca que esto genera que el cuerpo sufra de “estrés térmico nocturno”, lo que está ligado a un aumento de la mortalidad por calor. “Si a las temperaturas diurnas extremas le añadimos noches con temperatura tropicales que son aquellas mayores de 20ºC o incluso ecuatoriales (>25ºC) las personas no tendrán la capacidad de bajar la temperatura corporal añadiendo estrés fisiológico y agravando las patologías de las personas más vulnerables”, alerta la investigadora.
Las mayores temperaturas no se limitan solo al verano
Las temperaturas más altas no se limitan a la temporada estival, aunque ese es el momento en el que más podemos sufrirlas. El invierno de 2020 ha sido el más cálido en España de este siglo y las temperaturas máximas han sido las más elevadas desde 1965, según la Aemet. Y el año en el que comenzó la pandemia no es una anomalía: en la mayoría de los casos, la temperatura media en 2018 y 2019 también superan el promedio histórico y se encuentran lejos de las medidas más frías.
Impacto directo en la mortalidad
Julio de 2022 es el mes en el que más muertes ha habido de los dos últimos años debido al calor, según el Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria del Instituto de Salud Carlos III. Estas cifras no incorporan los fallecimientos atribuibles a los incendios forestales u otras causas relacionadas, como la contaminación ambiental.
Julio Díaz, responsable de la unidad de trabajo sobre cambio climático, salud y medio ambiente urbano del Instituto de Salud Carlos III, afirma que el impacto del calor en España ha bajado de forma clara en España desde principios de siglo, gracias a los planes implementados. “En el único grupo de edad en el que no ha bajado la mortalidad ha sido en el de 18 a 45 años. Allí es donde tenemos a los trabajadores, a las personas que realizan ejercicio físico al aire libre, entre otros. Otro grupo especialmente vulnerable son las mujeres embarazadas. Estamos viendo que el calor afecta a tanto a los partos prematuros como al bajo peso al nacer”, destaca el investigador
El patrimonio natural también sufre
En 1850 había 52 glaciares en los Pirineos. En 2020 solo quedan 19, entre los que destacan los 12 de mayor superficie. Desde 2011, la extensión total se ha reducido casi un 25%, según un informe de 2021 publicado en la revista especializada Geophysical Research Letters. Otros grupos de expertos sostienen que su desaparición total podría suceder en apenas 30 años.
La intervención humana ha sido determinante para que los glaciares tengan sus horas contadas. Ana Revuelto, geóloga del Instituto Pirenaico de Ecología, explica que la Tierra vive desde hace 11.000 años, cuando terminó la Edad de Hielo, una época cálida cuyas temperaturas han aumentado a partir de la Revolución Industrial, cuando el ser humano empezó a emitir mucho CO2 a la atmósfera. Ese calor ha provocado una “desaparición acelerada” de los glaciares que se ha agravado en la última década.
El futuro no parece mucho mejor
Los escenarios climáticos, publicados inicialmente en agosto de 2021 en el Sexto Informe de Evaluación del IPCC, sirven como casos de “qué pasaría si” se tomarán determinadas decisiones políticas, tecnológicas y medioambientales. La variante más optimista, el modelo SSP1-1.9, presupone que las emisiones globales se reducen a cero en torno a 2050 y representaría un bajo aumento de las temperaturas medias en España. Sin embargo, en el modelo más pesimista, el SSP5-8.5, la temperatura media de España podría superar los 21 grados debido a la explotación intensiva de combustibles fósiles. El Ministerio de Transición Ecológica destaca que estos aumentos de la temperatura, en especial los valores máximos, “pueden ser mayores en el interior y menores en el norte y noroeste peninsular”.
El aumento de las temperaturas trae aparejado un alto coste económico
Las pérdidas económicas provocadas por las olas de calor en Europa aumentarán de forma constante durante los próximos 40 años, según un artículo publicado en 2021 en la revista especializada Nature Communications. Los costes pasarán de la media del 0,21% del PIB entre 1981 y 2010 hasta alcanzar un promedio del 1,14% en la década de 2060. Los investigadores asumen como base la realidad económica presente, y solo atribuyen los incrementos en las pérdidas al aumento del número e intensidad de las olas de calor.
España, Portugal, Malta, Croacia y Chipre se encuentran entre los países más perjudicados por los efectos de las temperaturas extremas. Los países de la península Ibérica podrían perder casi el 3% de su economía por esta causa.
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