El miedo fabrica dos millones de mascarillas al día en España
La producción nacional solo alcanzaba las 100.000 unidades diarias al inicio de la pandemia, pero el temor a otra oleada la ha multiplicado
Las fábricas de mascarillas trabajan en España a máxima potencia para sobreponerse a las carencias mostradas por la industria sanitaria nacional durante la pandemia y ante el miedo a una segunda gran oleada. La crisis del coronavirus llegó a España en marzo y, en ese momento la manufactura diaria apenas llegaba a 100.000 mascarillas para un país de 47 millones de habitantes. Cuatro meses después, solo ocho empresas suman una producción de algo más de los dos millones diarios, entre quirúrgicas y filtrantes (FFP2 y FFP3), con lo que el sector ocupa ya un lugar destacado en un mercado dependiente hasta ahora de China y se convierte en una pieza clave para suministrar un material básico que faltó en los primeros momentos de la epidemia.
Si la mitad de la población de España usa una nueva mascarilla quirúrgica cada día, se consumirán alrededor de 705 millones por mes, según la Fundación para el Conocimiento madri+d. Denis Pérez es el codirector general de una empresa que fabrica 10 millones mensuales de estos tapabocas, uno de los modelos más utilizados. El 15 de marzo, fundó en Burgos junto a tres socios Iberomask, que da trabajo a más de 50 operarios e ingenieros locales. Antes, Pérez regentaba en Madrid un restaurante virtual de comida asiática a domicilio. Y, aunque el parón por el confinamiento no hizo mella en su negocio, se incorporó a la industria para dar respuesta a la crisis sanitaria con una producción made in Spain.
En la segunda semana de febrero, la demanda de mascarillas ya había crecido un 8.000% con respecto a la misma fecha de 2019, de acuerdo con la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar). Para hacer frente al desabastecimiento, el Ministerio de Sanidad compró entre marzo y abril 700 millones de mascarillas, según los contratos públicos aprobados por la Dirección del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA).
Iñaki Muñoyerro, gerente de la empresa vizcaína de mascarillas Sibol, afirma que se ha fortalecido el mapa de fabricantes españoles tanto en el mercado nacional como en el europeo. Su compañía pasó de producir 6.000 mascarillas FFP3 por día a 16.000, con la maquinaria funcionando a tres turnos. Muñoyerro cree que, gracias a una reciente inversión, aumentarán la capacidad mensual de fabricación hasta un millón de mascarillas filtrantes.
De las ocho empresas en España que fabrican casi 65 millones de mascarillas (quirúrgicas y filtrantes) al mes, solo tres existían antes de la crisis. A pesar del lanzamiento de la industria, la producción nacional no alcanza a cubrir la demanda que pueda derivarse de un nuevo colapso sanitario. Así lo afirma Luis Gil, secretario general de la Asociación de Empresas de Equipo de Protección Individual (ASEPAL).
Otros empresarios, como Denis Pérez, son optimistas con el ritmo de crecimiento de la industria sanitaria. “En España, con 10 millones de mascarillas quirúrgicas al día se podría hacer frente a un rebrote”. Pese a ello, el fundador de Iberomask afirma que el autoabastecimiento es una utopía, ya que los bajos precios de China representan un incentivo para los compradores que quieren abaratar costes. Mientras la producción nacional vende una mascarilla en un mínimo de 0,25 euros, el mercado asiático lo sitúa a 0,08 euros.
Además de las desechables y a pesar de los costes de producción, otras empresas textiles españolas se han reinventado para incorporarse a la manufacturación nacional de productos sanitarios. Es el caso de Ibercotton —fábrica de prendas de punto desde hace 30 años—, que lanzó en marzo su proyecto BeMask para vender mascarillas de tela reutilizables. Su producción diaria ha alcanzado las 2.600 unidades en sus fábricas de Albacete y Barcelona, y a finales de julio ya habían vendido 18.000 en toda España.
Macarena López-Roberts, socia del proyecto en Ibercotton, describe el nuevo objetivo de la empresa como “un balón de oxígeno económico y emocional” que esperan mantener en los próximos dos años. “Aunque consigamos una vacuna, pasaremos dos o cuatro años utilizando mascarillas”, señala López-Roberts.
Algunas compañías han añadido a su oferta un guiño a la protección medioambiental para contrarrestar el impacto de los residuos durante la pandemia. Reprotect, creada en abril, fabrica en Barcelona mascarillas reutilizables con algodón 100% orgánico y ha vendido más de 300.000 ejemplares en los últimos tres meses.
Pese a que España asiste al auge de la producción nacional de mascarillas, el secretario general de ASEPAL alerta de que existe un “mercado roto” del resto de productos sanitarios, en especial de guantes de vinilo o nitrilo. “La producción está deslocalizada”, afirma Gil acerca de una industria que aún tiene muchos otros motores que poner en marcha. La última licitación, aprobada el 22 de julio por Sanidad, destina 2.400 millones de euros para adquirir 3.700 millones de productos sanitarios (batas quirúrgicas, guantes de nitrilo, gafas de protección, mascarillas) para abastecer la reserva estratégica del país, aunque aún no se ha especificado si en el suministro se dará preferencia a la industria nacional o si se volverá a recurrir a intermediarios con China.
UNA INDUSTRIA EN EXPANSIÓN
La manufactura española funciona actualmente a un ritmo de 50 mascarillas por minuto, en un intento por blindar a un país receloso ante un virus que sigue al acecho. Y aunque España buscó en China los tapabocas demandados durante los meses más duros de la pandemia, ocho empresas nacionales se niegan a quedarse atrás.
Mascarillas Béjar, perteneciente a Textiles Sánchez, ha reconvertido su producción para centrarse en la fabricación de 30 millones de mascarillas quirúrgicas al mes, desde Castilla y León, donde emplea a 60 personas. En esta transformación, también destaca la Corporación Mondragón, que produce 10 millones de mascarillas quirúrgicas al mes en su cooperativa Bexen Medical, en Bizkaia. Desde abril, ha creado 26 puestos de trabajo, aunque prevé un total de 60 empleos al aumentar la manufactura hasta los 20 millones mensuales.
Al norte de España, se ha sumado Iberomask, en Burgos, que cubre, desde su creación en marzo, una cuota de 10 millones de mascarillas quirúrgicas al mes. En Guipúzcoa, en cambio, Wolfratex elabora siete millones de estos tapabocas, con proyección de lograr 28 millones mensuales.
La fabricación española de mascarillas, antes de la crisis, estaba cubierta por tres competidores que se vieron desabastecidos. Por ello, Diseños NT ha aumentado su producción hasta las 80.000 mascarillas quirúrgicas diarias en su fábrica de Jaén. Sibol, en País Vasco, ha triplicado su manufactura hasta alcanzar casi 500.000 mascarillas FFP3 por mes y la catalana Climax pasó de las 400.000 mascarillas (quirúrgicas y filtrantes) mensuales a cuatro millones.
FarmaQuivir, uno de los competidores más recientes, pondrá en marcha, en septiembre, una fábrica en Lebrija (Sevilla) para elaborar mensualmente 1,5 millones de tapabocas FFP2. Su presidente, Javier Coterillo, afirma: “Sería una negligencia que España, después de lo que ha pasado, no esté preparada para enfrentar los rebrotes”.
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