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Guía práctica para ayudar a los niños a superar su fobia a los animales

Entre el 2% y el 8% de la población infantil tiene algún miedo irracional y el terror a perros y gatos es uno de los más comunes. Que empiecen a interactuar con mascotas tranquilas y no sobreprotegerles son algunas de las claves para evitarlo

fobia perros niños
Es aconsejable que los primeros contactos de los niños con animales sea con perros y gatos tranquilos.getty

Las fobias no solo se desarrollan hacia animales como serpientes, arañas o insectos. También se puede tener pánico a aquellos animales que, en principio, suelen parecer más adorables, como los perros o los gatos, y los niños no son una excepción con estas aversiones. Estos terrores pueden desarrollarse por una vivencia traumática o por una experiencia negativa relacionada con el animal al que se tiene fobia, pero también por imitación o predisposición genética.

“Las experiencias traumáticas con animales quedan grabadas profundamente en el cerebro. Pero estas fobias también pueden desarrollarse por aprendizaje, si los padres o personas referentes del niño las tienen”, explica la psicóloga Iosune Mendia. “Además, también pueden darse por creencias adquiridas sobre los animales y su peligrosidad”, prosigue, “o por factores de riesgo medioambientales, como la pérdida de los padres a temprana edad, la sobreprotección, el maltrato físico o los abusos sexuales”.

Cuando el niño tiene un pánico irracional, en este caso a un animal, se trata de una fobia. Entre el 2% y el 8% de la población infantil tiene alguna, según el estudio del año 2002 de la Universidad de Murcia sobre el abordaje terapéutico para este tipo de aversiones. Y si no se tratan se convierten en crónicas. “El miedo se vuelve persistente, excesivo y concreto por la presencia o anticipación de una situación u objeto específico”, incide Mendia. Para esta experta, la fobia a los animales (zoofobia) es uno de los trastornos más comunes de la infancia —se suele desarrollar alrededor de los siete años—, y el animal más temido entre los niños es la araña: “Normalmente, la mayor afectación en la rutina diaria ocurre con la aversión a aquellos animales que están más presentes en el entorno de manera habitual, como en el caso de los perros, con la cinofobia, o de los gatos, con la ailurofobia”.

Sentar unas bases para evitar que el niño desarrolle fobia o miedo irracional a canes y felinos es fundamental. “La mejor prevención es normalizar la relación para que puedan interactuar con perros y gatos desde pequeños, ya que tienen una atracción natural por los animales y es importante que los adultos les supervisen”, aconseja Jaume Fatjó, de la Cátedra Fundación Affinity Animales y Salud del departamento de psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).

Si el niño se muestra reticente con los perros o los gatos, conviene evitar la interacción con los animales que sean excesivamente efusivos o juguetones.
Si el niño se muestra reticente con los perros o los gatos, conviene evitar la interacción con los animales que sean excesivamente efusivos o juguetones.getty

La interacción de los niños con perros o gatos desconocidos precisa de una especial atención por parte de los adultos. “Hay que enseñarles a preguntar al cuidador del animal si se pueden acercar y pedirle permiso al perro o el gato, entendiendo su lenguaje, sin invadir su espacio y enseñando al niño a que no se acerque de una manera demasiado efusiva”, continúa el experto. Fatjó también recomienda lo siguiente: “Si el niño se muestra reticente con los perros o los gatos, conviene evitar la interacción con los animales que sean excesivamente efusivos o juguetones, y es aconsejable que los primeros contactos sean con animales tranquilos”.

El tratamiento psicológico de las fobias a perros y gatos, que son de las que más pueden limitar al niño a la hora de desenvolverse en su rutina diaria, suele tener resultados satisfactorios y rápidos”, asegura la psicóloga en este sentido. Mendia propone como solución la exposición a la situación que provoca la aversión, en este caso a los animales: “El hecho de evitar el estímulo temido mantiene la fobia intacta o incluso la puede agravar, por lo que la solución pasa por enfrentar al niño progresivamente, y siempre con una ayuda de un profesional, a lo que teme”.

Los perros y los gatos son los animales domésticos más presentes en nuestro entorno, tanto en los hogares y espacios públicos como el transporte, la calle o los parques. Por ello, cuando un niño tiene fobia a estos animales tan cotidianos, está más expuesto a enfrentarse a la causa que la provoca. “Un factor que influye para que el menor desarrolle este temor es que sus padres o adultos de referencia muestren miedo hacia ellos y les quieran sobreproteger de estos animales”, añade Fatjó. Otra razón, según explica el veterinario, es “por observación, y también influye la percepción que captan de los adultos con respecto al peligro que puede suponer interactuar con un perro o un gato”.

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