Beyoncé y Harris se alían contra Trump en un mitin sobre el aborto en el final de la campaña
“Estoy aquí como una madre que se preocupa por el mundo que sus hijos van a habitar, en el que tengamos libertad sobre nuestros cuerpos”, ha declarado la superestrella en un multitudinario acto electoral en Houston
Más que un mitin, el acto electoral que ha reunido este viernes en Houston (Texas) a la candidata demócrata, Kamala Harris, y a la superestrella Beyoncé, ha tenido aires de espectáculo. Tanto por un elenco que también reunía a celebridades como Willie Nelson o Jessica Alba como por lo multitudinario del aforo: 30.000 personas llenaban las gradas, el de mayor afluencia de toda la campaña, según el equipo demócrata. Millones más lo seguían por streaming para escuchar a la superestrella anunciar su voto por la vicepresidenta y llamar a “cantar una nueva canción estadounidense de dignidad y oportunidades”, en un apasionado llamamiento en defensa del derecho al aborto.
“No estoy aquí como una celebridad, no estoy aquí como política. Estoy aquí como madre. Una madre que se preocupa profundamente del mundo que mis hijos, y todos nuestros hijos, van a habitar. Un mundo en el que tengamos libertad de controlar nuestros cuerpos. Un mundo en el que no estamos divididos”, declaraba Beyoncé, recibida entre el delirio del público. No interpretó ninguna de sus canciones; lo que importaba eran sus palabras. “Nuestro pasado, nuestro presente, nuestro futuro, se unen aquí. Imaginen a nuestras hijas crecer viendo lo que es posible sin techos, sin limitaciones. Imaginen lo que nuestras abuelas están sintiendo en estos momentos... sus sacrificios, para poder ver el liderazgo de una mujer”, agregaba la superestrella, antes de fundirse en un abrazo con la candidata demócrata.
El apoyo explícito de Beyoncé llega en un momento clave. La campaña entra en sus diez últimos días con un empate absoluto entre los dos candidatos, Harris y su rival republicano Donald Trump, que ha logrado remontar la pequeña ventaja que la vicepresidenta había arañado en los últimos tiempos. Con el voto anticipado ya en marcha en numerosos Estados -más de veinte millones de estadounidenses ya han depositado su papeleta- y sin apenas indecisos, cualquier cambio de opinión, cualquier voto más o cualquiera menos, puede resultar decisivo.
“Estas elecciones determinarán el futuro de la libertad reproductiva para las próximas generaciones”, recordaba la candidata demócrata ante el público que atiborraba el estadio Shell Energy de Houston. “En solo cuatro años como presidente, Donald Trump consiguió pulverizar medio siglo de progresos para las mujeres duramente logrados”, resaltaba Harris, en uno de sus discursos más apasionados de la campaña, mientras la voz se le quebraba en ocasiones.
Texas es uno de los Estados más inclinados del lado republicano: la última vez que votó por un candidato presidencial demócrata fue en 1976, para elegir al sureño Jimmy Carter. En estas elecciones no parece que vaya a cambiar esta tendencia. Pero el mensaje del mitin no era solo para el público que se encontraba en el estadio, sino para una audiencia mucho más amplia en todo el país. La elección del lugar era simbólica: desde 2021, este Estado cuenta con una de las leyes más extremas contra el aborto en todo Estados Unidos. Y Harris quería remacharlo. Su defensa del derecho al aborto es su mejor baza electoral: el tema del que se siente más cómoda hablando en entrevistas y sesiones con votantes, y sobre el que la mayoría de los votantes la considera la mejor candidata. En cambio, Trump lleva ventaja cuando se trata de la gestión de la economía y la inmigración, los asuntos que más preocupan a los ciudadanos.
La ley antiaborto de Texas prohíbe la interrupción voluntaria del embarazo desde el momento en que se detecte un latido fetal (cinco o seis semanas, cuando la gran mayoría de las mujeres no sabe aún que está embarazada), sin excepciones para las víctimas de incesto o violación, y castiga a quienes practiquen esa intervención hasta con 99 años de cárcel. La medida ha tenido consecuencias: entre 2021 y 2022, las muertes infantiles en Texas pasaron de 1.985 a 2.240, lo que equivale un aumento del 12,9%, mientras que en el resto del país se registró una subida de solo 1,8%.
En torno a un 54% del electorado en Texas, según las encuestas, considera que Harris llevaría a cabo mejores políticas sobre los derechos reproductivos, frente al 28% que opina lo mismo de Trump. Y la vicepresidenta quería aprovechar esa ventaja, y recordar que su rival nombró a tres jueces conservadores para el Tribunal Supremo que tumbó hace dos años Roe contra Wade, la sentencia que garantizaba el derecho federal al aborto, y posibilitó que los Estados aprobasen leyes como la de Texas.
“No les quepa duda: (si gana las elecciones, Trump) prohibirá el aborto en todo el territorio federal... da igual que usted viva en un Estado donde está permitido, su prohibición anulará las leyes estatales. Nadie estará protegido. Y no le hará falta contar con el Congreso para aprobar ese veto. Las elecciones importan”, señalaba la vicepresidenta. “Donald Trump no se fía de las mujeres, pero nosotros sí”. Y subrayaba: “el impulso está de nuestro lado”.
Previamente, la actriz Jessica Alba había abierto el mitin sosteniendo que “¡nuestros derechos y libertades están en juego!”. “Todos necesitamos el camino de la esperanza... no vamos a volver atrás”, afirmaba, en referencia a uno de los lemas de campaña de Harris.
En los últimos días de la campaña, los demócratas, superiores en recaudación y apoyo de las estrellas a sus rivales republicanos, quieren poner toda la carne en el asador para tratar de convencer a los últimos indecisos y cortar lo que parece un mayor impulso del rival republicano, Donald Trump, que recorta la pequeña distancia que había logrado Harris en los sondeos en los últimos tiempos. El jueves hicieron campaña junto a la vicepresidenta en Georgia el demócrata más popular entre sus bases, el expresidente Barack Obama, y el “Jefe” del rock’n’roll, Bruce Springsteen. El fin de semana anterior, también en Georgia y en otro mitin, actuó el cantante Usher. La semana próxima la acompañarán Los Tigres del Norte y Maná en Nevada y Arizona el jueves para sendos mítines para el motivar el voto entre el público latino. En Madison (Wisconsin), un elenco que incluye a Grace Abrams, Mumford and Sons, Remi Wolf y Matt Berninger y Aaron Dessner, de The Nation.
Esta noche, en Houston, se trataba de movilizar a un segmento del electorado muy preciso: las mujeres blancas sin estudios superiores, un grupo que había apoyado mayoritariamente a los republicanos en otras citas con las urnas, pero entre quienes puede haber una parte que no quiera votar por Trump, cuya personalidad les desagrada. Los demócratas confían en atraerlas con su mensaje en favor del derecho al aborto y en defensa de la democracia.
En este mitin, Harris adoptaba una estrategia poco ortodoxa, según los libretos de campaña, pero que Trump aplicado en varias ocasiones en esta campaña: viajar a Estados donde no tiene ninguna posibilidad de ganar. Pero donde el hecho de que vaya es noticia. Y que le pueden servir como ejemplos en favor de su programa. Así, el republicano ha viajado a Detroit, la capital económica de Michigan y una ciudad generalmente prodemócrata, para ponerla de ejemplo de cuanto, según él, no funciona en los Estados Unidos de la Administración del presidente Joe Biden y Kamala Harris, donde la economía está en busca de alternativas después de que la manufactura de vehículos haya emigrado en buena parte a otros países.
La presencia de la vicepresidenta también tenía otro objetivo: apoyar a Colin Allred, el candidato demócrata que intenta arrebatar el escaño al senador republicano Ted Cruz el próximo día 5. Allred, según las encuestas, es la gran esperanza, probablemente la única, de los demócratas para arrebatar un asiento a sus rivales en la Cámara Alta. Hasta ahora, los de Harris mantienen una mayoría de 51-49, pero dan por perdido un escaño, en Virginia Occidental, y las encuestas ven muy probable su derrota también en otro, en Montana. En ese caso, y suponiendo que el resto de los asientos quedase como está, una victoria de Allred permitiría a los demócratas mantener su mayoría si ganan la Casa Blanca: en una situación de empate (50 escaños para cada bancada) el vicepresidente emite el voto que lo rompe.
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