Una nueva ofensiva rusa amenaza con cercar a las fuerzas ucranias en Kursk
El territorio controlado por Kiev pende de un pequeño corredor de medio kilómetro de ancho. La nueva fase de la operación rusa coincide con el fin de suministro de información estadounidense a Ucrania

El pasado 5 de marzo, el día en el que Estados Unidos dejaba de compartir con Ucrania parte de su información de inteligencia, el ejército de Rusia irrumpió por sorpresa entre las defensas ucranias en la región rusa de Kursk, de la que las fuerzas armadas enviadas por Kiev han llegado a controlar alrededor de 1.200 kilómetros cuadrados —según la web ucrania de análisis Deep State, las tropas ucranias solo mantienen el control total de 337 kilómetros cuadrados, por 544 en disputa—. En apenas un par de días, los rusos lograron avanzar por la parte sur del territorio en el que se libra la batalla hasta casi aislarlo en dos y amenazar la carretera a Sudzha, el principal bastión ucranio en la zona. Unas 10.000 tropas de Kiev corren el riesgo de quedar cercadas y su alto mando se plantea la posibilidad de una retirada, según han contado militares ucranios al diario británico The Telegraph: “Queremos evitar pérdidas, el miedo a un cerco es real”.
El presidente ruso, Vladímir Putin, ha rechazado negociar por Kursk desde que el ejército ucranio tomó parte de la región en un asalto sorpresa en agosto de 2024. Para el Gobierno ucranio de Volodómir Zelenski, mantener la zona era una carta negociadora más a cambio de sus territorios que ocupa Rusia. La invasión de Kursk fue una sorpresa mayúscula para el Kremlin y tuvo un impacto importante en la opinión pública. Miles de familias rusas huyeron de sus hogares o han perdido el contacto con los suyos al otro lado del frente.
El objetivo del avance ruso sería tomar el control de la carretera que parte desde la localidad ucrania de Yunakivka a Sudzha. En la operación habrían participado fuerzas norcoreanas bajo un intenso apoyo de drones, además de unidades regulares rusas, fuerzas especiales chechenas de Ajmat y el batallón de Donetsk Vostok. “A juzgar por todo, la operación para liberar la región de Kursk está entrando en su etapa final”, ha manifestado el corresponsal de guerra ruso Evgueni Poddubny.
El Ministerio de Defensa ruso no ha entrado en valoraciones sobre su nueva ofensiva y solo ha anunciado este sábado la toma de tres pequeñas localidades más en Kursk.
Las dos partes en las que ha quedado dividido el territorio bajo control ucranio están unidas por un corredor de medio kilómetro de ancho en su parte más estrecha, según confirman The Telegraph y Deep State. Un médico y un militar de las fuerzas de Kiev aseguraron este viernes a The Kyiv Independent que su logística “ha quedado destruida” en Kursk tras la ofensiva rusa. Según las fuentes del diario ucranio, los puentes próximos a Sudzha están arrasados y se ha cortado el suministro de armamento y combustible.
El diario ucranio Ukrainska Pravda publica por su parte que las fuerzas rusas utilizaron este sábado un gasoducto a Europa en desuso para infiltrar un centenar de tropas en la zona de Sudzha. Según el medio, las fuerzas de Kiev esperaban una operación así, pero no destruyeron la canalización por sus limitaciones logísticas.

El think tank militar ruso Vatfor recalca que la fase actual de la ofensiva solo es un paso más de una operación que comenzó en enero “utilizando el mismo método que en Donbás”. Es decir, ataques por tres flancos con el objetivo de poner las líneas de suministro bajo fuego y desgastar “sin ofensivas rápidas, que son difíciles de implementar en las condiciones actuales”.
Según el centro de análisis ruso, el momento clave fue la toma de Sverdlikovo, lo que redujo la logística ucrania a una única línea de suministro, la carretera entre la provincia ucrania de Sumi y Kursk. “Ucrania se comporta como un mono que metió la mano en un tarro, cogió una nuez y quedó atrapado: no puede sacar la mano con el botín y es una pena tirarla”, opina Vatfor, que cataloga una hipotética retirada de Sudzha como “una catástrofe política a pesar de que no tiene sentido mantenerla desde el punto de vista militar”.
La nueva ofensiva rusa sobre Kursk ha coincidido con el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de que su país suspendía el suministro de su información de inteligencia, la clave por la que Ucrania ha logrado resistir tres años de invasión a lo largo de más de un millar de kilómetros de frente. El mandatario norteamericano anunció que cegaba a Ucrania y dejaba de proporcionarle armamento para forzar una negociación. Trump no ha tomado por el momento ninguna medida similar contra Rusia para obligar a Putin a sentarse en la mesa de diálogo.

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