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La UE y Ucrania requerirán grandes reformas para lograr la adhesión en 2030

Un club comunitario con más miembros precisa cambios en los presupuestos y en los procesos de toma de decisión para evitar la parálisis

Ursula von der Leyen y Volodímir Zelenski
Ursula von der Leyen y Volodímir Zelenski, este lunes en Kiev.Ukrainian Presidential Office HANDOUT (EFE)
María R. Sahuquillo

Cinco años de meta para que la Unión Europea cambie, geográfica, política y socialmente, para siempre. La presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, ha puesto 2030 como una fecha que puede ser objetivo para que Ucrania ingrese en el club comunitario si mantiene la senda actual de reformas necesarias. Y, como el país invadido por Rusia, podrían hacerlo otros siete países candidatos, en su mayoría de los Balcanes. Para absorberlos y poder seguir funcionando, la Unión, ahora con 27 miembros y 450 millones de habitantes, tendrá que emprender enormes reformas: presupuestarias, de logística y del proceso de toma de decisiones por mayorías. Es posible hacerlo sin reformar los tratados, pero hace falta “voluntad política”, insisten varias fuentes comunitarias,

Con la entrada en la UE, el club comunitario proporcionaría a Ucrania ciertas garantías de seguridad, muy necesarias con un vecino con el apetito imperialista que tiene Rusia. Esa meta de 2030 también da al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, algo que ofrecer a su ciudadanía ante un acuerdo de paz con Rusia que no sea demasiado bueno para el país invadido y en el que tuviese que hacer dolorosas concesiones; algo cada vez más posible, con el presidente estadounidense, Donald Trump, presionando a Kiev y hablando con el Kremlin sin Ucrania y sin la UE.

Con el país invadido aguardan para ser miembros de la Unión Moldavia (junto al país invadido, el último en llegar), Albania, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia y Turquía. Su adhesión, la ampliación de la UE hacia el este, significará sumar nuevos países beneficiarios del presupuesto de la UE. Y si no llegaran todos, Bruselas sondea desde el año pasado un sistema de integración gradual que les permitiría irse sumando a programas o elementos, como al mercado único. Ya en verano de 2023, el entonces presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, apuntó esa fecha de 2030 como meta para que la UE tuviese listas sus propias reformas para integrar a los nuevos miembros. Entonces algunos en a Comisión lo tildaron de poco realista.

El tiempo se reduce ahora, con la presión de un cada vez más convulso tablero geopolítico global, en el que la UE afronta un desgarro con su aliado, Estados Unidos, y observa con temor esas zonas grises de sus fronteras. Pero sin reformas propias, una nueva Unión Europea con 35 socios y más de 500 millones de ciudadanos sufriría de constantes parálisis y problemas. La pauta de cambios necesarios es clara, coinciden los estudiosos de la ampliación: una reforma presupuestaria, vincular los pagos a los socios de forma más estricta al cumplimiento del Estado de derecho —para tratar de evitar o reducir casos de socios díscolos como el actual de Hungría—, también reformular y repensar la Política Agrícola Común (PAC), que puede generar grandes tensiones, sobre todo con Ucrania (que tiene grandes tierras de cultivo), como ya se ha visto con los choques con Polonia y otros países vecinos, con protestas de agricultores contra el grano ucranio libre de aranceles.

Con el cambio presupuestario ya cambiaría cómo se reparte el dinero y se abriría un gran debate sobre cómo se financia la UE y se crearía presión para buscar recursos propios, por ejemplo, con nuevos impuestos, como ya ha apuntado la Comisión Europea.

Pero además, varios informes sobre el próximo ensanche hacia el este, como uno encargado por París y Berlín a un grupo de expertos en 2023, proponen que se reduzca el número de comisarios (ahora hay uno por cada Estado miembro) y de escaños en la Eurocámara. Y una de las reformas cruciales: avanzar hacia un sistema de votación por mayorías, en vez de por unanimidad en el Consejo Europeo.

Este último cambio es clave, porque ahora la toma de decisiones requiere unanimidad en asuntos de política exterior y seguridad, impuestos, finanzas de la UE, asuntos de interior, seguridad, protección social y algunas áreas de justicia. En la práctica, esto supone que el veto de algunos Estados miembros bloquea el avance de decisiones fundamentales. Ha sido el caso de Hungría con decisiones relacionadas con Ucrania. Países como España y Alemania abogan ya por una reforma de esos procesos a través de las cláusulas que ya están en los tratados para impulsar una política de mayorías.

Impulsado por Ucrania, por la guerra lanzada por Vladímir Putin hace 1.097 días, el tren de la ampliación europea se acerca cada vez más y más rápido.


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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.
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