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Ucrania presiona a sus aliados para que le permitan usar armamento de la OTAN contra territorio ruso

Tras la ofensiva del Kremlin en Járkov, los esfuerzos diplomáticos de Kiev se centran en que Washington y Europa autoricen utilizar su artillería y misiles para alcanzar objetivos al otro lado de la frontera

Un soldado ucranio dispara hacia posiciones rusas en la provincia de Donetsk, en el este de Ucrania, este miércoles.Foto: IRYNA RYBAKOVA (AP) | Vídeo: EPV
Cristian Segura

Ucrania está centrando sus esfuerzos diplomáticos en convencer a sus aliados de que le permitan utilizar armamento de la OTAN contra objetivos en suelo ruso. Kiev ya ha conseguido en el pasado que cayeran otras líneas rojas que le imponían sus socios en Occidente, siempre tras muchos meses de tenacidad y negociaciones. La nueva ofensiva rusa sobre Járkov, la segunda mayor ciudad ucrania, ha acelerado la campaña de contactos internacionales del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, para romper el temor en Estados Unidos y Europa ante una posible escalada bélica si sus armas golpean en territorio de Rusia.

Las tropas invasoras lanzaron el 10 de mayo una ofensiva relámpago desde la provincia rusa de Bélgorod sobre Járkov (situada a escasos 30 kilómetros de la frontera). Su avance ha sido a costa de numerosas bajas, pero constante, en buena parte gracias a que la artillería rusa, sus aviones y sus drones pueden operar desde el vecino territorio ruso. La Casa Blanca recibió la semana pasada una solicitud formal de Kiev para usar armas estadounidenses y otro tipo de asistencia contra territorio ruso, según confirmó el 17 de mayo a los medios de comunicación en Washington Charles Q. Brown, presidente del Estado Mayor Conjunto.

Brown no quiso precisar qué acciones reclamaba Ucrania poder acometer en Rusia, pero de sus palabras pudo interpretarse que también se trataba de información de los satélites estadounidenses sobre la localización de bases enemigas. La inteligencia aportada por el Pentágono ha sido clave en la identificación de la ubicación de tropas rusas y centros militares dentro de Ucrania, pero ha evitado aportar estos datos en Rusia. Centros de análisis del conflicto occidentales como el Instituto para el Estudio de la Guerra han señalado que la imposibilidad para Ucrania de responder al otro lado de la frontera coloca al país atacado en una situación débil para contener la ofensiva en Járkov.

Zelenski ha concedido desde la semana pasada varias entrevistas en las que ha subrayado la necesidad de poder defenderse en suelo del invasor. Las últimas declaraciones en este sentido se produjeron este 21 de mayo en The New York Times: “Lo que siempre hemos planteado al presidente Joe Biden, pero también a muchos líderes de otros países, es que queremos usar las armas para la defensa”. “Su capacidad de golpearnos a distancia”, proseguía el jefe de Estado ucranio en referencia a los ataques rusos, “se debe a que están estacionados en pueblos cerca de la frontera. Lo hacen desde allí porque saben que no los atacaremos, y porque utilizan población civil rusa como escudo. Y lo hacen con toda tranquilidad porque saben que nuestros socios no han dado permiso”.

El presidente ucranio nombró las armas que sus Fuerzas Armadas quieren utilizar, solo contra objetivos militares: citó los obuses de la OTAN —estos serían empleados en el frente de Járkov, el único desde el que el territorio ruso estaría al alcance de la artillería ucrania—, los misiles de corto alcance Himars, los de largo alcance ATACMS —ambos de producción estadounidense— y los misiles de largo alcance británico-franceses Storm Shadow-Scalp. Zelenski reclamó también, como hace de forma recurrente, luz verde para atacar con estos misiles los aeródromos a cientos de kilómetros del frente desde los que despegan y operan los bombarderos rusos.

Kharkiv, Ukraine
Miembros de los servicios de emergencia retiran el cadáver de una de las víctimas de un bombardeo ruso en Járkov, el 23 de mayo.SERGEY KOZLOV (EFE)

Estados Unidos aceptó este abril, tras dos años de discusiones, aprovisionar a Ucrania con misiles de largo alcance ATACMS. Fue una línea roja, otra más, en la que los aliados de Kiev han terminado por ceder. Así sucedió con la oposición previa a enviar blindados pesados por parte de Alemania y Estados Unidos, o la negativa durante el primer año y medio de guerra a entregar al país invadido aviones de combate. Está previsto que este verano, finalmente, aterricen en Ucrania las seis primeras unidades de cazas F-16, procedentes de Dinamarca.

Dinamarca, Noruega, Países Bajos y Bélgica han acordado donar a Ucrania más de 70 unidades de F-16. Zelenski ha asegurado que para poder plantar cara al dominio aéreo ruso necesitarían por los menos 120 de estos aviones. Las Fuerzas Aéreas rusas tienen destinados al escenario de la guerra cerca de 300 aviones de combate, según la inteligencia militar ucrania.

Una de las razones por las que Biden descartó durante tanto tiempo la entrega de los F-16 era por el temor a que fueran utilizados para bombardear dentro de las fronteras rusas. Por esta misma razón se niega Alemania a entregar sus misiles de largo alcance Taurus, pese al compromiso de la parte ucrania de que no será así.

Ucrania bombardea periódicamente en Rusia, incluso a más de 1.000 kilómetros de la frontera. Infraestructuras militares, industriales y energéticas son el objetivo. Lo está consiguiendo con enjambres de drones bomba de producción propia y que están castigando con intensidad la industria petrolera rusa. Washington ha pedido a Zelenski que detenga estas acciones porque pueden desestabilizar el mercado global de los combustibles, pero las advertencias, expresadas en público incluso por el secretario de Defensa de Biden, Lloyd Austin, han caído en saco roto.

La secretaria adjunta de Defensa, Celeste Wallander, llegó a criticar la estrategia ucrania en una comparecencia en el Congreso estadounidense en la que consideró los ataques contra infraestructuras civiles impropios de una democracia. Antony Blinken, secretario de Estado de EE UU, dijo el 15 de mayo en Kiev, y lo repitió en una comparecencia ante el Congreso este miércoles, que la posición de Washington no había cambiado: no es favorable ni promueve que la guerra se extienda a Rusia, “pero al final es Ucrania quien debe decidir cómo llevar a cabo esta guerra, una guerra de defensa”. Estas últimas palabras, que no son nuevas por parte de la Administración estadounidense, se han interpretado ahora en los medios ucranios como una señal de que Washington podría levantar su veto. The New York Times informó este jueves de que Blinken es partidario de ello.

La campaña contra la industria petrolera rusa coincide con la segunda ofensiva del invasor contra la red energética ucrania. Un 80% de la capacidad eléctrica del país ha quedado dañada y los cortes diarios en el suministro se han introducido esta primavera para toda la población.

Los aliados bálticos de Ucrania son sus principales padrinos para que se produzca un giro en la posición de la OTAN. “Desde el principio cometimos el error poniendo límites a los ucranios, porque pensábamos que sería visto como una escalada [de la guerra]”, dijo el 21 de mayo en la televisión LRT Gabrielus Landsbergis, ministro de Exteriores lituano: “Los ucranios deben ser capaces de poder golpear en territorio ruso, sus líneas logísticas y las tropas que se preparan para atacar. Solo hay un bando que está cumpliendo con las reglas. Estas reglas que nos impusimos, las tenemos que abandonar”.

Zelenski también ha abierto otro melón, y es la posibilidad de que sus países vecinos miembros de la OTAN colaboren en la defensa de las ciudades ucranias interceptando misiles rusos. Causó revuelo en la sociedad ucrania la intervención de Estados Unidos, Jordania y el Reino Unido para interceptar los misiles que Irán disparó contra Israel el pasado abril. ¿Por qué no podían tener los ucranios este apoyo desde Rumania y Polonia? Oleksander Litvinenko, secretario del Consejo de Seguridad Nacional ucranio, tildó este miércoles en The Financial Times las limitaciones que le imponen sus aliados de “totalmente injustas”. “Es lo que hay, por cada gran paso adelante, antes hay que dar dos pasos atrás”, ha dicho esta semana Zelenski. “Cada decisión de nuestros aliados llega un año tarde”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.
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