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La ausencia pública de la familia real británica desata las especulaciones en el Reino Unido

La escasa información de Buckingham sobre la salud de Carlos III y de Kate Middleton, fotografiada este lunes, provoca más preguntas que respuestas

La reina Camila (en el centro), junto a la princesa Ana (a la izquierda) y Ana María de Grecia, durante la misa por Pablo de Grecia en Windsor, el 27 de febrero.
La reina Camila (en el centro), junto a la princesa Ana (a la izquierda) y Ana María de Grecia, durante la misa por Pablo de Grecia en Windsor, el 27 de febrero.Chris Jackson (Getty Images)
Rafa de Miguel

Todo lo referente a la familia real británica, desde que comenzó 2024, se ha visto rodeado del misterio propio de una novela de Agatha Christie. And then there were none (Y no quedó ninguno), que en España fue conocida durante décadas como Diez negritos, sería el título perfecto para las sucesivas desapariciones de la vida pública de los miembros de la casa Windsor, que han desatado un torrente de especulaciones y rumores, especialmente en las redes sociales. Primero la princesa de Gales, Catalina (Kate) Middleton, esposa del heredero al trono, Guillermo de Inglaterra, y casi de inmediato el rey Carlos III se retiraron de escena por problemas de salud. Después, el heredero anunció también una pausa en sus tareas públicas para atender a su esposa, a la que este martes se ha visto en unas fotos aparentemente robadas. E incluso la reina consorte Camila, que pasó a ocupar casi en exclusiva la representación de la casa real británica, acaba de anunciar que se toma una semana de descanso fuera del país.

“Es una niebla de incertidumbre cada vez más espesa. Y alimenta los rumores en las redes. El problema de ofrecer a los medios breves píldoras informativas es que solo logran suscitar más preguntas sin llegar a dar todas las respuestas”, ha resumido el sentir general de la prensa británica Sean Coughlan, el corresponsal para asuntos de la realeza de la BBC.

A mediados de enero, el palacio de Kensington —residencia oficial y nombre con que se conoce a la oficina que lleva los asuntos de los príncipes de Gales— anunció que Catalina Middleton, de 42 años, había sido sometida a una “cirugía abdominal”. Con una descripción tan poco precisa, comenzaron a especular los expertos médicos consultados por los medios británicos, podía tratarse de una intervención en el estómago, el apéndice, los riñones o el aparato reproductor. “La princesa de Gales confía en que los ciudadanos entiendan (…) su deseo de que su información médica personal permanezca privada”, explicaba el comunicado oficial. Lo único que se quiso dejar claro, y así se informó a la BBC, era que no se trataba de cáncer.

Se advirtió entonces de que la princesa de Gales permanecería hospitalizada 15 días y que no regresaría a la actividad pública hasta después de Pascua (finales de marzo). Su esposo Guillermo fue aplaudido en los medios al anunciar que también él se tomaría un tiempo alejado de los focos para atender a su familia.

El clima de misterio provocado por la falta de información sobre la princesa de Gales —el palacio de Kensington tuvo incluso que reaccionar a los rumores de que Middleton había sufrido un coma inducido, que calificaron de “absoluta tontería”— se ha roto en parte. La página web estadounidense de cotilleos TMZ ha publicado una foto, aparentemente robada, de la princesa, con gafas oscuras junto a su madre, a bordo de un Audi 4x4. Circulaban por el entorno de Windsor, en torno a las nueve de la mañana de este lunes (una hora más en la España peninsular), la hora de entrada a los colegios. Los medios británicos no han publicado la instantánea y han respetado la petición de intimidad del equipo de comunicación de los príncipes de Gales.

Para añadir aún más confusión a la evolución de la princesa de Gales, la página web del Ministerio de Defensa británico anunciaba su presencia en un desfile militar previsto para el 8 de junio. Como coronel honoraria de la Guardia Irlandesa, Catalina Middleton presidiría ese día el desfile de preparación al Trooping the Colour, la ceremonia oficial de celebración del cumpleaños del rey, que será el 15 de ese mes. La página del Ministerio vende incluso entradas para asistir al evento, aunque el palacio de Kensington no ha querido confirmar la presencia de la princesa en el desfile.

El cáncer del rey

El giro más inesperado de un año, cuando menos extraño para los Windsor, tuvo que ver con la salud del rey. Casi a la vez que se anunció la operación de Middleton, el palacio de Buckingham anunciaba, como algo rutinario y sin mayor importancia, que Carlos de Inglaterra iba a ser ingresado en el mismo hospital que la princesa de Gales para tratar una hipertrofia de próstata. “Al igual que miles de hombres cada año, el rey ha buscado tratamiento para el agrandamiento de la próstata. El estado de Su Majestad es benigno y acudirá al hospital la próxima semana para un procedimiento correctivo. Los compromisos públicos del rey se pospondrán durante un breve periodo de recuperación”, afirmaba el comunicado.

Pero a principios de febrero estallaba la noticia. Durante la intervención, los médicos habían detectado en el monarca “una forma de cáncer” que debía ser tratada de inmediato. Desde entonces, el monarca ha desaparecido de escena mientras se somete a tratamiento. El palacio de Buckingham no ha querido especificar el tipo de cáncer ni si Carlos de Inglaterra estaba siendo sometido a quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia. Los británicos han visto un vídeo del rey en su reunión de trabajo con el primer ministro, Rishi Sunak, en el que el jefe de Estado aparecía sonriente pero con una voz débil, y otro más en el que se le ve leer, durante unos segundos, una de las más de 7.000 cartas de apoyo que ha recibido desde que fue diagnosticado con cáncer.

La sobrecarga de trabajo de Camila

El retiro temporal del monarca forzó a su hijo Guillermo a adelantar su regreso a la actividad pública, hasta el punto de que saltaron las comparaciones con los años finales de Isabel II, en los que Carlos de Inglaterra ocupó cada vez más el espacio que correspondía a su madre en la escena oficial. Todo eso, a pesar de que el palacio de Buckingham insistía en señalar que el rey seguía despachando los asuntos oficiales, y en que ni siquiera era necesario activar el mecanismo constitucional de los “consejeros de Estado”. Por ley, la reina Camila, Guillermo de Inglaterra o los príncipes Ana y Eduardo (hermanos de Carlos) pueden sustituir al monarca en caso de enfermedad grave, incapacitación o ausencia en el extranjero.

Las alarmas se dispararon el pasado 27 de febrero, cuando Guillermo anunció, apenas una hora antes de la ceremonia, que no participaría “por un asunto personal” en la misa de honor que la familia real británica organizó en la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, en recuerdo de Constantino de Grecia. Era el padrino del príncipe de Gales, y estaba previsto que este leyera durante la ceremonia un texto del Antiguo Testamento. Su ausencia inexplicada volvió a desatar rumores, y el palacio de Kensington tuvo que salir de nuevo a la palestra para desvincular su ausencia de la recuperación de Catalina Middleton. “Ya dejamos claro en enero cuál era el calendario de recuperación previsto de la princesa, y que solo daríamos nuevos datos si fueran relevantes. Esas siguen siendo las directrices”, declaró un portavoz.

La ceremonia acabó siendo presidida por la reina consorte Camila, que en apenas dos meses ha pasado a ser el miembro más activo de los Windsor. La sobrecarga de trabajo ha pasado factura y la monarca acaba de anunciar que se va de vacaciones fuera del país a un lugar soleado, al menos hasta el 11 de marzo, cuando presidirá en la Abadía de Westminster el servicio religioso para la Commonwealth.

“Creo que el propio Carlos le ha dicho que se tome un descanso. No ha parado de trabajar y ha representado a su marido durante todo este tiempo. La idea de que se tome unos días puede ser una señal de que el tratamiento del rey evoluciona favorablemente”, ha señalado a GB News la biógrafa de la realeza británica, Angela Levin.

Guillermo de Inglaterra se dispone a reanudar de inmediato sus tareas públicas para evitar el vacío, pero las últimas semanas han servido para que el equipo de comunicación de la casa real observe las consecuencias de su estrategia de información mínima, en forma de rumores y especulaciones, y para que el monarca valore si sus planes de una monarquía reducida —con un núcleo de apenas cuatro figuras principales— resulta operativa cuando los problemas de salud lo complican todo.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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