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La UE inicia con 300 millones de euros el rearme conjunto como respuesta a la guerra del Kremlin en Ucrania

“Rusia y Bielorrusia han actuado juntas en la guerra, han sido y siguen siendo impredecibles y peligrosas”, asegura la primera ministra de Estonia

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, durante una rueda de prensa en la sede de la OTAN en Bruselas este miércoles. Foto: YVES HERMAN (REUTERS) | Vídeo: EPV
María R. Sahuquillo

La Unión Europea está sentando las bases para un rearme conjunto, como respuesta a la guerra de Rusia en Ucrania. Los Veintisiete, junto al Parlamento Europeo, han dado luz verde este miércoles a un reglamento para la compra conjunta de armamento dotado con un presupuesto inicial de 300 millones de euros. La nueva regulación, que se ha aprobado en tiempo récord espoleada por la invasión a gran escala lanzada por el Kremlin, busca a la vez impulsar la industria de defensa europea e incentivar a los Estados miembros para que centralicen sus compras para obtener mejores precios y acuerdos.

La UE sigue tratando de blindarse. Y este último escalón supone un avance crucial en su camino hacia la militarización conjunta de una Unión que ya ha consolidado la idea de una defensa común, que antes de que Rusia desatara la guerra a gran escala era un tabú. El nuevo reglamento, que se suma al rosario de otras normas sobre armamento, llega en un momento en el que la invasión rusa ha escalado con la rebelión fallida del jefe de los mercenarios Wagner, Yevgueni Prigozhin. Esta crisis ha dejado al descubierto no solo las fisuras del Kremlin: también ha mostrado que puede intensificar la crisis de seguridad en los países del flanco oriental si se completa la llegada de Wagner a Bielorrusia.

La UE ve lo sucedido en torno a la rebelión de Prigozhin como un asunto interno y se cuida mucho de emitir señales sobre este por temor a que el Kremlin utilice el tema para acusar a Occidente de aprovechar el incidente o incluso de estar detrás del motín, como ya ha deslizado el Ministerio de Exteriores ruso. Pero lo ocurrido este fin de semana ocupará un lugar importante en las discusiones de los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete en la cumbre de este jueves y viernes en Bruselas, aunque no se refleje en las conclusiones públicas.

También ha reforzado el compromiso de la UE de seguir suministrando ayuda a Ucrania, según han coincidido varios líderes europeos. Los Veintisiete, junto al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que participará en la primera parte de la cumbre, debatirán también los “futuros compromisos de seguridad” que la Unión puede brindar a Kiev, según un borrador de las conclusiones de la reunión que ha visto EL PAIS. Un debate impulsado por Francia y en línea con el que mantienen ahora los países miembros de la Alianza Atlántica —que se decantan por planes bilaterales o en grupo para garantizar que las armas siguen fluyendo como “fórmula de seguridad”— pero que genera dudas entre los socios sobre qué significa el concepto y si es algo más que meter bajo ese paraguas de “compromisos de seguridad” la ayuda militar a largo plazo que la UE ya ha comprometido para Ucrania.

La primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, que cree que ese debate sobre los “compromisos de seguridad” es algo difuso e insiste en que la garantía idónea es que Ucrania entre en la OTAN, considera que el alzamiento del jefe de Wagner y sus hombres (y lo sucedido después) no resta un milímetro de la amenaza que supone el Kremlin para Europa, pese a que haya dejado al líder ruso, Vladímir Putin, tocado y más débil. Y menos con el enésimo refuerzo de su cooperación con Minsk, que supone el papel del líder bielorruso, Aleksandr Lukashenko, como mediador entre el Kremlin y Prigozhin para poner fin a la rebelión. El empresario y sus mercenarios podrán instalarse en Bielorrusia.

“Desde el inicio de la guerra, hemos considerado a Bielorrusia como coagresor. Rusia y Bielorrusia han actuado juntas, han sido y siguen siendo impredecibles y peligrosas”, ha recalcado Kallas este miércoles, en una reunión con periodistas en Bruselas. La líder estonia ha resaltado que la fatiga en el apoyo a Ucrania que Putin esperaba no se ha producido. “Rusia esperaba que la unidad de Occidente se rompiera primero. Esto no ha pasado y, de hecho, estamos viendo las primeras grietas, pero de su lado”, ha insistido.

Kallas es una de las voces que más alto y claro defienden el apoyo a Ucrania dentro de la UE. También, de las que más reclaman un aumento en los presupuestos de defensa. Su país, Estonia, también miembro de la OTAN, quiere llegar al 3% del PIB del pequeño país báltico, fronterizo con Rusia; por encima del 2% marcado como objetivo por la Alianza Atlántica. E impulsa dentro de la UE programas para el rearme y de suministro de munición para Kiev.

De momento, Bruselas desplegará un presupuesto de 300 millones de euros —algo menos de los 500 que se había planteado en un inicio— para esa iniciativa de compras conjuntas para rellenar los arsenales de los Estados miembros y también hacerlos un poco más similares e interoperables. El nuevo reglamento es otra pata, además, del plan para enviar armamento a Ucrania: si los socios rellenan sus arsenales, será más fácil que puedan enviar material a Ucrania.

Esos fondos para compras conjuntas —que pueden ir creciendo, apuntan fuentes comunitarias— deberán emplearse para adquirir material de defensa común “crítico y urgente” y gastarse en empresas establecidas europeas o con estructuras en la UE o países asociados (Noruega, Liechtenstein, Noruega), y en armas producidas o ensambladas en instalaciones en un país de la UE; un punto que lastró en los últimos meses el acuerdo, en medio de las divisiones y el debate de qué se considera “industria de defensa europea” y si puede asumir la capacidad de producción necesaria. El objetivo de la Comisión Europea es que los Estados miembros empiecen poco a poco con ese fondo común de 300 millones de euros, pero que alcancen el objetivo de gastar al menos un 35% de sus presupuestos de equipamiento en compras conjuntas o programas de colaboración europeos.

Reconstrucción y activos congelados

Con el último paquete de 3.500 millones aprobado esta semana, el Fondo Europeo para la Paz, que se emplea para suministrar apoyo militar a Kiev, alcanza ya los 12.000 millones de euros. Más allá del rearme conjunto y de cómo podrá seguir la UE enviando armamento a Ucrania, los Veintisiete debaten ahora cómo aumentar la financiación para reconstruir el país invadido. La Comisión Europea quiere encontrar la fórmula para utilizar los beneficios que generan los activos de los organismos públicos rusos congelados por las sanciones. Y un grupo de trabajo compuesto por varios Estados miembros lleva meses analizando el tema, espinoso, legalmente complejo y que el Banco Central Europeo no ve con buenos ojos.

Como hizo con su propuesta para suministrar munición a Ucrania, que fue la matriz del gran acuerdo europeo para enviar un millón de rondas de munición a Kiev, Estonia está trabajando en una propuesta legal para usar esos activos congelados que están en su territorio. Y remarca que, aunque no sea sencillo hallar una vía común en la UE, se pueden diseñar “fórmulas nacionales” que abran camino, apuntan fuentes diplomáticas. La medida, ha insistido este miércoles Kallas, puede actuar además como “punto de fricción” entre Putin y sus oligarcas.

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Sobre la firma

María R. Sahuquillo
Es jefa de la delegación de Bruselas. Antes, en Moscú, desde donde se ocupó de Rusia, Ucrania, Bielorrusia y el resto del espacio post-soviético. Sigue pendiente de la guerra en Ucrania, que ha cubierto desde el inicio. Ha desarrollado casi toda su carrera en EL PAÍS. Además de temas internacionales está especializada en igualdad y sanidad.

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