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Miles de neerlandeses reclaman justicia por los abusos en la Indonesia ocupada por Japón durante la Segunda Guerra Mundial

La Fundación Deuda de Honor Japonesa presenta una demanda contra su propio Estado, Países Bajos, al no haber recibido respuesta a sus repetidas peticiones de apoyo

Isabel Ferrer
Segunda Guerra Mundial
Firma del Tratado de San Francisco, el 8 de septiembre de 1951.Bettmann (Bettmann Archive)

En el 75 aniversario de la Segunda Guerra Mundial, unos 40.000 supervivientes europeos, en su mayoría ancianos de 80 y 90 años, y también de segunda generación, siguen sin ser compensados por el sufrimiento físico y psicológico padecido. Se trata de los neerlandeses recluidos en Indonesia en campos de internamiento, que lo perdieron todo durante la ocupación japonesa de la que era entonces una colonia de Países Bajos. El Tratado de San Francisco, firmado entre las fuerzas Aliadas y Japón en 1951, puso fin a la contienda y acabó con la potencia imperial nipona, pero no hubo una reparación para los prisioneros neerlandeses porque La Haya se distanció de la posibilidad de que sus nacionales pudieran reclamar a Tokio. Este martes, la Fundación Deuda de Honor Japonesa ha presentado una demanda contra su propio Estado al no haber recibido respuesta a sus repetidas peticiones de apoyo.

“He operado a algunas mujeres que trataban de ocultar los tatuajes que llevaban en las axilas o la ingle. Eran unos signos en japonés hechos por los ocupantes de Indonesia cuando ellas vivían allí, para reconocerlas por los soldados como prostitutas [en 1993, Tokio admitió haber obligado a prostituirse a unas 200.000 mujeres de diversos orígenes: coreano, chino y filipino; las neerlandesas fueron entre 200 y 300]. Llevamos décadas buscando una compensación y seguimos sin una respuesta oficial, a pesar de que hemos enviado hasta la fecha 326 peticiones a la Embajada nipona en La Haya. Nos dicen que lo remitirán a su Gobierno, pero luego nada. Así que el único camino es demandar a nuestro Estado”, dice Hein Leversteijn, médico, y nieto de víctimas de ese capítulo de la Segunda Guerra Mundial, en conversación telefónica.

Según sus datos, en 1945 un 10% de la población de su país [de un total de 9 millones de personas, según cifras de la Oficina Central de Estadística] residía en la actual Indonesia, y los supervivientes de más edad tienen ahora entre 80 y 90 años. “Les queda poco tiempo y siempre trataron de resolver sus problemas por la vía diplomática y el diálogo, pero Países Bajos fue presionado por Estados Unidos durante las negociaciones del Tratado de San Francisco porque temía que Japón acabase en el área de influencia comunista. Así que La Haya aceptó que no se reparara el daño padecido por sus compatriotas durante la ocupación. A pesar de que hubo torturas y muertos de hambre y destrucción de hogares”. La Fundación Deuda de Honor Japonesa (Stichting Japanse Ereschulden, en neerlandés), asegura en el comunicado publicado este martes que el Estado “nunca ha respondido a nuestras propuestas para buscar una solución, algo especialmente doloroso en este año, que conmemora el 75 aniversario de la Segunda Guerra Mundial”.

En 1945, al finalizar la contienda, Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron dividir Corea, que había sido una colonia de Japón desde 1910, en dos partes con una frontera en el paralelo 38. El Norte quedó en la órbita de Moscú y el sur en la de Washington. En 1950, el Norte invadió el Sur estallando la Guerra de Corea (1950-1953) y en el nuevo orden internacional que se fraguaba, era esencial el anclaje de Japón, un país asiático situado junto a grandes potencias como China y la entonces Unión Soviética, en un mundo dominado por instituciones occidentales. En ese contexto, en plena Guerra Fría, se firma en 1951 el Tratado de San Francisco, “y aunque el Supremo japonés reconoció en 2004 que en Indonesia se cometieron crímenes de guerra, en el curso de una reclamación presentada por estas mismas víctimas, no se hizo nada porque la compensación posterior tenía el paso cerrado desde el acuerdo de paz”. añade Leversteijn. “Hemos enviado cartas a la oficina del primer ministro, en La Haya, llamado por teléfono, de todo. Y seguimos sin respuesta. Así que contamos ahora con los mejores abogados, que han analizado el caso a la luz de las leyes nacionales e internacionales, y estamos dispuestos a agotar todas las instancias legales”, concluye.

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