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Los ‘chalecos amarillos’ sostienen su desafío al Gobierno francés

Miles de personas vuelven a salir a la calle en el décimo sábado de protestas pese al debate nacional lanzado por Macron

Silvia Ayuso
Manifestación de los chalecos amarillos en Nancy
Manifestación de los chalecos amarillos en Nancy JEAN-CHRISTOPHE VERHAEGEN (AFP)

Miles de chalecos amarillos volvieron a movilizarse un sábado más, el décimo, en ciudades de toda Francia, pese al inicio esta semana del “gran debate nacional” lanzado por el presidente Emmanuel Macron para tratar de desactivar la protesta. La iniciativa del presidente consiste en que los ciudadanos hagan propuestas al Gobierno en busca de un nuevo “contrato social”. Salvo algunos incidentes, las protestas fueron pacíficas, en medio de un nuevo fuerte despliegue policial.

Bajo el grito recurrente de "Macron dimisión", unas 84.000 personas salieron a las calles un sábado más, según cifras del Ministerio del Interior, en toda Francia. Es una cifra similar a la de la semana pasada. Lo único que cambia es el eje de las protestas, más fuertes esta vez en Toulouse (10.000 personas) que en París, que con 7.000 manifestantes fue algo menor que el sábado previo. En cualquier caso, son cifras muy por debajo de los más de 280.000 que llegaron a congregar en el punto álgido de las protestas, entre finales de noviembre y comienzos de diciembre. Aun así, son una muestra de que al menos una parte de este movimiento social surgido en protesta por el aumento de la tasa del carburante —ya anulada— y por lo que consideran una pérdida de su poder adquisitivo se resiste a disolverse pese a las concesiones del Gobierno y a la fatiga misma de parte de sus integrantes.

Macron lanzó esta semana el “gran debate nacional”, encuentros organizados por alcaldes y ciudadanos en todo el país durante los próximos dos meses en los que los participantes son alentados a discutir de todo lo que consideran no marcha bien en Francia, especialmente en torno a cuatro ejes: fiscalidad y gasto público; organización de los servicios públicos; transición ecológica y democracia y ciudadanía.

El propio presidente inauguró los debates con dos sesiones maratonianas —más de seis horas y media de intercambios— con alcaldes en Normandía y en Occitania. El reto sin embargo es la participación ciudadana en este formato.

Según el último sondeo, realizado por Odoxa Dentsu para Le Figaro, el apoyo a los chalecos amarillos es aún fuerte, pero “continúa erosionándose”, hasta situarse en 51%, un punto menos que hace una semana y 15 menos que a finales de noviembre. Mientras, la aceptación del “gran debate nacional” estaría despuntando. Prácticamente todos los franceses (94%) han escuchado ya hablar del debate y la mayoría sabe en qué consiste (62%, 28 puntos más que hace una semana). Un tercio de los franceses, 29%, se declara dispuesto a participar y son cada vez más (35%, seis puntos más) los que creen que la consulta producirá medidas útiles y será realizada de manera independiente (29%, ocho puntos más). Con todo, señaló Figaro, los franceses convencidos de su utilidad e imparcialidad siguen siendo minoritarios. “El Gobierno y los funcionarios electos de la mayoría todavía tienen trabajo para convencer” a los franceses, dijo la directora general de Odoxa, Céline Bracq.

Uno de los dos ministros encargados de coordinar los debates, Sébastien Lecornu, anunció este sábado que ya han sido convocados más de 500 encuentros en los próximos días en todo el país. Los franceses tienen tiempo hasta el 15 de marzo para participar en estos intercambios, en los que Macron ha prometido que “no habrá tabúes”, aunque el Gobierno sigue reticente a dar marcha atrás en su rumbo de reformas y en medidas muy criticadas por los chalecos amarillos como la abolición del impuesto sobre la fortuna (ISF).

Las balas de goma de la policía, en entredicho

Junto a los gritos de “¡Macron, dimisión!”, uno de los sonidos más habituales de las protestas de los chalecos amarillos es el de la detonación seca de las pistolas que lanzan pelotas de goma (LDB). Son el instrumento más utilizado en Francia por las fuerzas del orden, junto con el gas lacrimógeno y las granadas ensordecedoras, para dispersar a los manifestantes más violentos. El alto número de heridos por estas balas en las manifestaciones ha desatado el debate en Francia sobre la conveniencia de su uso.

Según Libération, de los 82 heridos de cierta gravedad en las manifestaciones de los chalecos amarillos, al menos 60 lo fueron a causa de estas pelotas de goma. Una quincena perdió un ojo por este proyectil, que también ha causado fracturas y hematomas de consideración.

El Defensor de los Derechos, Jacques Toubon, recomendó esta semana que se prohíba el uso del LDB en las operaciones de mantenimiento del orden, “vista su peligrosidad y los riesgos desproporcionados” que comportan. Pero el ministro del Interior, Christophe Castaner, defiende su uso porque, dijo, sin ellas los policías no tendrían más opción que el “contacto físico” y habría “muchos más heridos”. No obstante, el director de la Policía Nacional, Éric Morvan, envió esta semana un mensaje a los agentes instándoles a “vigilar rigurosamente el respeto de las condiciones operacionales” de este arma, especialmente el respeto de los “intervalos de distancia” y que los disparos se realicen “exclusivamente contra el torso o los miembros superiores o inferiores” del individuo, no contra la cabeza, como ha sucedido en numerosas ocasiones.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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