“Bolsonaro es un Pinochet institucional para Brasil”
El director del medio digital Opera Mundi analiza para EL PAÍS la coyuntura electoral y se refiere al candidato ultraderechista como “una amenaza para la democracia”
Brasil acude a las urnas el próximo 7 de octubre. Será el primer colofón -el día 28 se celebrará la decisiva la segunda vuelta electoral- a cuatro años marcados por la Operación Lava Jato, el impeachment a Dilma Rousseff en 2016 y la ausencia del candidato que encabezaba la intención de voto, el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2011), encarcelado en abril acusado de corrupción. Está por ver si su sucesor, Fernando Haddad (Partido de los Trabajadores, PT), consigue arrastrar el voto lulista y logra imponerse al favorito ahora en las encuestas, el ultraderechista Jair Bolsonaro (Partido Social Liberal). Breno Altman (São Paulo, 1961), director del medio digital Opera Mundi y analista político cercano al PT, conversa con EL PAÍS sobre la coyuntura electoral.
Pregunta: ¿Qué se puede esperar en estas elecciones?
Respuesta: Es una elección extremadamente fragmentada. Con los hechos de los últimos años se destrozó el centro y esa fragmentación facilitó la opción de Bolsonaro. La primera vuelta tiene, en las encuestas, una tendencia definida entre Bolsonaro y Haddad. En la segunda, el centroderecha se va a dividir entre Bolsonaro; un sector pequeño votará a Haddad, en contra del neofascismo, y otro sector aguardará el resultado para ver qué hace tras las elecciones.
P. ¿Qué ha supuesto la ausencia de Lula para el PT?
R. Un gran problema político. Era un líder popular de gran envergadura. Seguro que con Lula la posibilidad de que el PT ganara las elecciones por quinta vez en la primera vuelta era enorme. Creo que fue apartado porque ganaría con facilidad. Sin Lula, el PT tuvo que reconstruir su estrategia electoral.
P. ¿Por qué el PT tardó tanto en elegir al sucesor de Lula? ¿Está a tiempo de remontar?
R. Sí, está a tiempo y ya está remontando. El tema del nombre que fuera elegido no era el problema fundamental, era cómo acumular fuerzas para el momento del plan b. Fue una táctica electoral. El principal objetivo del PT era luchar por el derecho de Lula a ser candidato y llevar esa lucha hasta las últimas consecuencias para reorganizar el bloque de izquierda, generar apego popular y solidaridad internacional. No es exagerado decir que si se saca al principal líder de la oposición es una elección fraudulenta, sin legitimidad, pero el PT decidió participar en las elecciones y tenía que acumular mucha fuerza.
[Según un sondeo del instituto Ibope divulgado el miércoles, Bolsonaro tiene el 27% de la intención de voto, Haddad el 21%, el laborista de centroizquierda Ciro Gomes el 12%, el socialdemócrata Geraldo Alckmin el 8% y la ecologista Marina Silva el 6%].
P. ¿Por qué triunfa un candidato como Bolsonaro?
R. Desde el fin de la dictadura [1964-1985] la ultraderecha estaba destrozada desde un punto de vista institucional y sus electores, que son importantes y numerosos, votaron por la socialdemocracia. Con el desgaste del centroderecha con la impopularidad del Gobierno Temer, las acusaciones de corrupción a su entorno… esos sectores de ultraderecha ganaron autonomía y pasaron a buscar un referente, que hallaron en Bolsonaro. Como diputado se había presentado con sus valores racistas, homófobos, misóginos… pero como sucede con los neofascistas, surgen como una figura un poco folclórica, sin embargo, los cambios en la situación política y la ruptura con los viejos partidos favorece a esos personajes.
P. ¿Haddad tendría futuro como candidato sin una figura como Bolsonaro? ¿Corre el riesgo de ser considerado una sombra de Lula?
R. Haddad no es un candidato común en unas elecciones comunes... La candidatura de Haddad es: ‘Haddad es Lula’. Directamente. Eso no es un problema, es una ventaja para crear identidad. Claro que Haddad tiene sus características, sus virtudes, no es una persona cualquiera, tiene experiencia de Gobierno [fue alcalde de São Paulo y ministro de Educación entre 2005 y 2012], por eso el PT lo elige para esta misión. El principal atributo de Haddad es que es el representante de Lula. El pueblo votará por Haddad porque deseaba votar por Lula, pero le prohibieron votar por él.
P. Habla de confrontación y polarización ¿Qué escenarios posibles hay con cada candidato?
R. Hay una confrontación en Brasil en dos bloques: la izquierda y el neofascismo, con posiciones antagónicas. En lo político, Haddad propone una reorganización democrática del país después del golpe de 2016 [en referencia a la destitución de Rousseff], el PT tiene en su programa una Asamblea Constituyente con proposiciones para aumentar la participación popular, también una ley de medios de comunicación para quebrar económicamente los monopolios. Bolsonaro es un hombre autoritario, tremendamente regresista en cuanto a los derechos civiles. Está en contra de las políticas de cuotas establecidas por el PT, raciales, de género, tiene una política de seguridad pública a la filipina [el candidato ha propuesto el porte libre de armas]. Bolsonaro es un Pinochet institucional. Es un Augusto Pinochet sin golpe de Estado.
P. ¿Cómo afectará a la economía un cambio de Gobierno?
R. El modelo económico de Bolsonaro es ultraliberal, quiere hacer atractivo el país a la inversión extranjera como sea. Haddad quiere volver al modelo de desarrollo económico de Lula con la construcción de un mercado interno de masas, más derechos para los trabajadores, servicios públicos, gasto social y un rol más grande del Estado en la economía como regulador.
P. ¿Y en el ámbito internacional?
R. Brasil tiene la posibilidad geopolítica de liderar el proceso de integración de Latinoamérica. [En caso de una victoria del PT] Volvería la política exterior de Lula, que se caracterizaba por una defensa de la multipolaridad, no aceptaba la idea de la unipolaridad bajo el comando de la Casa Blanca. A favor de la colaboración Sur-Sur, y de las instituciones políticas y económicas en esa línea, como los BRICS [países emergentes].
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