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Un acaudalado matrimonio británico extrae semen de su hijo muerto para tener un nieto y heredero

Su único descendiente, un varón de 26 años, falleció en un accidente de moto y su cuerpo yació sin vida dos días antes de ser localizado

Rafa de Miguel
 Un tratamiento de fecundación asistida.
Un tratamiento de fecundación asistida. Getty

Un debate ético de profundo calado sobrevuela estos días Reino Unido. La noticia aparecía en el periódico dominical Mail on Sunday. Un matrimonio adinerado, bajo investigación pero de momento aún en el anonimato, decidió extraer y congelar semen de su hijo fallecido con el propósito de tener un nieto a través de una gestación subrogada.

La pareja, según informó el diario, se hallaba destrozada tras conocer el trágico accidente de moto de su único hijo varón, de 26 años. Durante dos días yació muerto hasta que dieron con su paradero. Sin el permiso previo del hijo fallecido —en contra de la legislación británica, que exige un consentimiento escrito del donante que debe ser entregado a la Autoridad de Embriología y Fertilización Humana— el matrimonio extrajo y congeló una muestra de semen, que permanece vivo en el cuerpo del cadáver hasta tres días. Contaron para ello con la ayuda de un urólogo.

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De inmediato lo enviaron a Estados Unidos para poder emprender una gestación subrogada. Un experto en fertilidad, el doctor David Smotrich, decidió ayudar a los desesperados abuelos en su clínica de La Jolla, en San Diego. El especialista llevó a cabo una técnica de selección de género, que en Reino Unido está estrictamente prohibida, para poder elegir el sexo del bebé. Se trata de un varón, que tiene ya tres años y vive desde su nacimiento con los abuelos. El proceso, según los cálculos del diario, habría costado en torno a los 110.000 euros.

“El matrimonio británico había perdido a su hijo en la más trágica de las circunstancias”, se justificó el médico. “Querían desesperadamente un heredero y un nieto y fue un privilegio ser capaz de ayudarles”. Smotrich fue el primer profesional que ayudó a fecundar in vitro un bebé a una pareja estadounidense del mismo sexo, en 1997. “Pero producir un niño a partir del semen de un muerto es extremadamente raro. Yo lo habré hecho unas cinco veces”, explicó al diario.

Fue la mujer del matrimonio la que específicamente indicó las características que debía tener la madre que condujera a buen puerto el embarazo, que se logró con un óvulo donado. Según la asistente del especialista que la atendió, “fue un matrimonio entre la ciencia y el alma. La madre me dijo que esto es lo que su hijo hubiera querido”. Los abuelos estuvieron presentes, al final del proceso, en el parto de su nieto, que tuvo lugar en 2015. Tras ser nombrados tutores legales del recién nacido regresaron a Reino Unido. Se trata del primer caso conocido en este país en circunstancias tan extremas.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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