Kellyanne Conway, la estratega que intenta domar a Donald Trump
Es la responsable de los pocos momentos en que el candidato presidencial se ha contenido
Es difícil ver a Kellyanne Conway perder la sonrisa. O la compostura. Y eso que, como jefa de campaña de Donald Trump, ha tenido en las últimas semanas numerosas ocasiones para darse de cabezazos contra la pared, desde sus exabruptos contra una ex Miss Universo hispana, pasando por la afirmación de que no pagar impuestos le hace más “listo” a la retahíla de acusaciones de acoso sexual que no paran de aflorar contra el candidato republicano.
La experimentada estratega republicana es una experta en encuestas sobre tendencias de consumo y, especialmente, acerca de mujeres, sobre las que además escribió un libro, ‘Lo que las mujeres quieren de verdad’. Paradójicamente, son estas las que, según las encuestas y la mayoría de los expertos, podrían frustrar la apuesta presidencial de Trump. También debe dolerle que su jefe cite de forma constante sondeos online que sí, le dan por vencedor frente a Hillary Clinton, pero que no tienen el rigor científico de los que constantemente ponen a su rival demócrata unos puntos por encima suyo. Con todo, Conway sigue multiplicando sus apariciones en televisión con su sempiterna sonrisa y el tono calmado con el que afronta, una y otra vez, las cada vez más indefendibles salidas de tono del candidato republicano.
Pero este es un campo en el que tiene amplia experiencia. Al fin y al cabo, uno de sus clientes republicanos fue el senador por Misuri Todd Akin, infamemente famoso por hablar de “violación legítima” durante la campaña electoral de 2012. Otro de sus antiguos clientes no exento de escándalos es Newt Gingrich, el expresidente de la Cámara de Representantes que lideró el proceso de impeachment contra Bill Clinton en los 90 y también exaspirante presidencial, ahora reconvertido en un acérrimo defensor de Trump.
Conway es una abogada de formación, aunque descubrió rápido su pasión por las encuestas, lo que le llevó a fundar su propia empresa de sondeos, The Polling Company/Woman Trend, hace más de dos décadas. Casada con un abogado, George T. Conway III, que tuvo un papel clave en el impeachment de Clinton, es madre de cuatro hijos pequeños. Aunque solo lleva dos meses al frente de la campaña de Trump, hace más de una década que conoce al magnate, desde que en 2001 compró un apartamento en una de las famosas Torres Trump en Manhattan. Además, fue asesora informal suya cuando el empresario neoyorquino sopesó lanzarse a la carrera por la Casa Blanca de 2012 y cuando, dos años más tarde, consideró la carrera de gobernador por Nueva York.
Sin embargo, en este ciclo presidencial Conway comenzó trabajando para una organización que buscó la victoria del rival republicano más duro contra Trump, el senador por Texas Ted Cruz. Conway llegó al rescate de Trump en agosto, cuando el candidato republicano se hundía en las encuestas después de arremeter durante días contra Khizr Khan, el padre de un militar estadounidense musulmán muerto en la guerra de Irak en 2004 que habló en la convención demócrata.
“Estamos perdiendo”, le dijo Conway a Trump en ese momento. “No, mira las encuestas”, le respondió Trump. “He mirado las encuestas. Estamos perdiendo. Pero no tenemos por qué perder, todavía hay una manera de recuperarse”, replicó Conway, según relató a la revista The New Yorker este mes.
Durante un tiempo, pareció que Conway había logrado domar a Trump. El candidato republicano, al que no le gusta pedir disculpas por nada ni que le digan lo que tiene que hacer, admitió algunos errores y hasta leyó algunos de sus discursos en teleprompter, algo a lo que se había negado hasta entonces. Y empezó a recortar distancia con Clinton. Algunos medios llegaron a llamar a Conway la “Trump whisperer”, o “la mujer que susurra a Trump”, en referencia a su aparente influjo. Pero este duró poco. Tras el primer debate, Trump volvió a las andadas y comenzó a despotricar en las redes sociales contra Clinton y una ex Miss Universo, la venezolana Alicia Machado, que lo acusa de haberla humillado públicamente y cuyo caso sacó a relucir la candidata demócrata en los últimos minutos del primer duelo presidencial. Muchos republicanos se distanciaron de Trump después de que The Washington Post revelara una vieja grabación con comentarios suyos altamente sexistas dos días antes del segundo debate. Entonces el candidato republicano rompió con todo y con todos y anunció que se había liberado de los “grilletes”. No está claro si este mensaje iba dirigido también a Conway, que por el momento sigue dando la cara por su jefe sin borrar la sonrisa.
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