Un testigo del atentado de Niza: “La gente saltaba al mar para esconderse”
Los ciudadanos presentes en el ataque relatan cómo presenciaron la masacre y cómo escaparon y se escondieron ante la amenaza de que hubiese más atacantes
Niza ha amanecido este viernes sitiada por la policía y el ejército tras el atentado en el que anoche murieron al menos 84 personas y decenas resultaron gravemente heridas. Barcos militares y de la Gendarmerie patrullaban esta mañana la playa del Paseo de los Ingleses, donde anoche cuando se celebraba el día nacional de Francia se produjo la matanza. En la calle todavía quedaban algunos restos de las avalanchas que se vivieron, como trozos de carritos de bebé y algún zapato perdido durante las carreras. El vecindario y muchos de los testigos que vivieron la tragedia se han acercado hasta los límites del paseo, completamente acordonado por la policía, donde todavía estaba el camión blanco que conducía el terrorista con la luna frontal totalmente perforada por los disparos con los que la policía logró abatirle.
Nadie daba crédito todavía de lo sucedido. Desmet Germian, un jubilado belga de 73 años, estaba viendo un concierto de jazz en el Paseo de los Ingleses sobre las 22.30. De repente, recuerda, escuchó gritos y vio acercarse a toda velocidad un camión blanco del que salían rebotados decenas de cuerpos. “Los músicos tiraron los instrumentos al suelo y saltaron detrás del escenario. Yo tropecé y caí al suelo y otras personas me cayeron encima. No pude moverme durante un buen rato. Era horroroso. Las mujeres corrían con los carritos mucho más rápido de lo que eran capaces y los niños caían al suelo”, recuerda justo en una de las confluencias donde la gente corrió a refugiarse.
Durante una hora, corrió el rumor de que había otro terrorista armado en la zona. La mayoría de comerciantes de la zona abrieron sus tiendas y dejaron entrar a todo el que cupiese. Gino, el dueño de una tienda de arte veneciano se encerró ahí con una decena de personas. “Se desató el pánico y bajamos la persiana. No sabíamos qué estaba sucediendo fuera”. Lo mismo hizo Camsarvararayen, dueña vietnamita de una tienda de comestibles de ocho metros cuadrados. “Metí a unas 20 personas, unos tirados por el suelo, otros apoyados donde podían…”, recuerda. “Teníamos mucho miedo, no sabíamos si podía aparecer un terrorista y matarnos a todos”.
Miles de personas corrían en ese momento por el paseo y por las calles adyacentes. Muchos llegaron incluso a saltar el muro del paseo. “Hubo gente que se tiró de una altura de tres metros hasta la playa. Corrieron a esconderse dentro debajo del agua por si había algún terrorista disparando”, recuerda Cons Gerard, de vacaciones con su familia en Niza estos días. “El problema es que no sabías hacia dónde correr. Nosotros nos fuimos tres minutos antes de que pasase el camión porque había empezado a chispear. Nos salvamos de milagro”.
Gilles, un taxista que trabajaba en la zona, explica como, junto a otros compañeros, empezaron a hacer viajes a los hospitales con los heridos. “Nos pusimos todos manos a la obra. Había tantos heridos que tuvimos que usar servilletas y manteles de los restaurantes cercanos para hacer torniquetes y tapar heridas”, recuerda. “Estamos en guerra, esta situación ha llegado a un límite insoportable”, analiza subido al taxi. Muchos aquí creen que, en parte, Niza ha sido atacada al estar en una región donde el Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen tiene una fuerte presencia. Además, señala un vecino, “el alcalde tuvo problemas aquí con la instalación de una mezquita a la que se opuso”.
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