Corbyn busca unificar al laborismo en la lucha contra la austeridad
El político promete ha querido convertir las discrepancias de la formación en su fortaleza
Jeremy Corbyn ha prometido esta tarde, en su primer discurso como líder laborista en el Congreso anual del partido, “una política más amable que conecte con los valores de la mayoría de los británicos”. Bajo su liderazgo, el Partido Laborista “combatirá la austeridad”. “No tendremos complejos a la hora de reformar nuestra economía para enfrentarnos a las desigualdades y proteger mejor a los trabajadores”, ha anunciado entre ovaciones. “La austeridad de los tories es la receta desfasada y fallida del pasado”.
El nuevo estilo de política prometido por el líder de la oposición se ha reflejado en un discurso largo (casi una hora de duración), algo carente de ritmo y desordenado, pero que ha sonado más honesto que las efectistas intervenciones que acostumbran a hacer los líderes en estos eventos. Habituado a audiencias más reducidas que el abarrotado auditorio que hoy le ha ovacionado, este era el primer discurso en el que Corbyn ha utilizado un telepromter. Ha decidido solo en el último momento ponerse una corbata roja, y su esposa, la mexicana Laura Álvarez, no ha subido al escenario a saludarle al final del discurso, como suele ser costumbre en las intervenciones de los líderes en los Congresos.
Corbyn ha querido convertir las discrepancias que arrastra el partido, evidenciadas tras la contundente victoria del candidato más izquierdista en la contienda para sustituir al derrotado Ed Miliband, en una virtud de su liderazgo. Y ha insistido en el mensaje de que todas las sensibilidades tienen cabida en la “nueva política” que promete. “No creo que nadie ostente el monopolio de la sabiduría”, ha asegurado. “Todos tenemos ideas y una visión de cómo las cosas pueden ser mejores. Quiero un debate abierto en nuestro partido y en nuestro movimiento. Escucharé a todo el mundo porque creo firmemente en que el liderazgo consiste en escuchar”.
Pero Corbyn ha dejado claro que el mandato que ha recibido del 59% del electorado laborista es “un mandato para cambiar las cosas”. “Fue un voto por un cambio en la manera en que hacemos política en el Partido Laborista y en el país. Por una política más amable, más inclusiva”, ha dicho.
Las críticas le llovieron el año pasado a su predecesor, Ed Miliband, por olvidar mencionar el déficit en su discurso. Un error que explotaron los tories y que trajo de cabeza al equipo de comunicación de los laboristas. Pues hoy Corbyn tampoco lo ha mencionado. Sí se ha querido erigir, en cambio, en portavoz de los trabajadores autónomos, a los que ha prometido acceso pleno a las bajas de maternidad y paternidad. El actual Estado de bienestar, en opinión del líder laborista, no protege al creciente número de personas autoempleadas, que suponen uno de cada siete de los trabajadores británicos. Un guiño, probablemente, a esos miles de jóvenes, a menudo excluidos del mercado laboral tradicional, que auparon a Corbyn al liderazgo del laborismo y que este necesita ahora mantener ilusionados e integrar en los mecanismos de la política.
En un guiño de reconciliación con los sectores más cercanos al Nuevo Laborismo, Corbyn tampoco ha pedido finalmente disculpas por la guerra de Irak, a la que Tony Blair arrastró al país en 2003, como tenía previsto hacer. Tampoco ha hablado de inmigración, ni del referéndum sobre Europa, pero sí de refugiados. “Es una crisis enorme. La peor crisis humanitaria en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y, globalmente, la mayor crisis de refugiados que ha habido nunca”, ha dicho. “Pero la respuesta del Gobierno, de Europa y de la comunidad internacional no es suficiente. Tendámosles la mano de la humanidad y la amistad”.
Corbyn ha reiterado su rechazo a involucrar al país en los bombardeos en Siria, un asunto que también divide al grupo parlamentario laborista. “Todos queremos detener las atrocidades y que el pueblo sirio sea libre para determinar su propio destino”, ha dicho. Pero la respuesta al complejo y trágico conflicto no puede ser simplemente lanzar más bombas. El reto que afrontamos es desarrollar una estrategia diplomática, en la que el Reino Unido desempeñe un papel esencial, dirigida a lograr la paz para la gente de Siria y toda la región”.
Y ha dejado un mensaje claro para los miembros de su equipo que se han mostrado críticos con su política de Defensa: no apoyará la renovación de la base de submarinos nucleares Trident, sobre la que el Parlamento deberá pronunciarse el año que viene. “He sido claro con mi postura sobre un asunto, y creo que me arropa el mandato de mi elección”, ha dicho. “No creo que gastar 100.000 millones de libras, una cuarta parte de nuestro presupuesto en Defensa, en una nueva generación de armas nucleares sea lo correcto”, dijo.
Se trata de que un asunto especialmente divisorio en el laborismo. El partido decidió el domingo, en lo que se interpretó como una derrota de Corbyn, no someterlo a votación en el Congreso. Corbyn, histórico activista antinuclear, se opone a que Reino Unido siga teniendo un sistema de disuasión militar de esas características, algo que hasta ahora no entraba en el debate oficial del partido.
El primer Congreso de Corbyn como líder del laborismo empezó con alarmas de insurrección de los sectores más centristas, pero los potenciales amotinados no han mostrado sus armas, más allá de comentarios en los pasillos o llamadas, más o menos explícitas, a la concreción. El reto del nuevo equipo es ahora extraer, de esa “nueva política” que promete “escuchar a todo el mundo”, consensos en las posturas principales con las que deben presentarse al electorado general el año próximo. Les esperan elecciones a la alcaldía de Londres, en Escocia y en Gales en mayo. Puede que a eso se refiriera el blairista Peter Mandelson cuando pidió paciencia a los rebeldes. “Nadie le reemplazará”, dijo el veterano de la Tercera Vía, “hasta que demuestre en las urnas que es inelegible”.
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