La guerra del Sabbat llega al fútbol
Los ultraortododoxos intentan imponer las prohibiciones religiosas a la sociedad israelí
“La imposición religiosa está intentando remodelar el estilo de vida laico en Israel”. Con este contundente editorial alertaba este jueves el diario progresista Haaretz de la creciente intromisión de los judíos ultraortodoxos (en torno a un 10% de la población) en la vida cotidiana del conjunto de los ciudadanos. Dos partidos políticos ultrarreligiosos –Shas, con siete escaños, y Unión de la Torá y el Judaísmo, con seis— apuntalan la coalición que permite gobernar a Benjamín Netanyahu tras las elecciones del pasado mes de marzo. Desde entonces no deja de aumentar el rigor de las prohibiciones del Sabbat, el día sagrado judío que discurre entre el anochecer del viernes y el del sábado y en el que, entre otras muchas cosas, está vetado conducir, encender fuego o trabajar.
Hasta al fútbol le ha golpeado la presión religiosa. Este fin de semana puede ser el último en el que se disputan partidos en el Estado Judío si la Federación de Fútbol mantiene su amenaza de convocar una huelga indefinida contra la prohibición a partir del día 12. Un tribunal de Tel Aviv falló a finales de agosto que los clubes no tienen autorización para trabajar en Sabbat –día de descanso laboral obligatorio en Israel--, como los servicios de emergencia o de seguridad o como las 400 empresas que cuentan con permiso del Ministerio de Economía.
Paradójicamente, el titular de este departamento en el actual Gabinete es Aryeh Deri, líder del partido ultraortodoxo Shas, que rechaza cualquier relajación de la doctrina rabínica y que previsiblemente no permitirá a los futbolistas saltar al terreno de juego en el día sagrado del Sabbat. “Aquí se ha jugado al fútbol desde hace más de 100 años, desde los tiempos del Mandato británico sobre Palestina”, advertía Haaretz, “precisamente porque es el día de descanso de la mayoría”.
En pleno centro de Jerusalén, Gedeon Siboni no deja de manejar la caja registradora ni un momento mientras acusa al Ayuntamiento de Jerusalén de someterse a las exigencias de los ultraortodoxos. Desde hace 20 años, su céntrico Supermercado Mamila no ha dejado de abrir ni un solo día sus puertas, excepto durante el Yom Kipur, la jornada de Expiación que paraliza la vida en Israel. Ahora la alcaldía quiere que cierre también durante el Sabbat, so pena de ser multado con 1.500 shequels (unos 340 euros).
“El sábado es el día en el que más vendemos, sobre todo a turistas extranjeros”, se queja Siboni, nacido en Jerusalén hace 55 años en el seno de una familia sefardí originaria de Marruecos –“mis antepasados eran de Granada, o de Sevilla”, aventura–, al tiempo que alega que no soporta la discriminación por una orden de cierre que solo afecta a unos pocos comercios del centro. “Hay unos 40 abiertos en Shabat en otras zonas del Oeste de la ciudad, y en la parte Este, como en la puerta de Damasco de la Ciudad Antigua, los árabes venden todos los días, incluidos los viernes”, argumenta.
La Liga de Fútbol amenaza con una huelga si no se permiten los partidos en sábado. Los 'haredim' exigen cerrar comercios y cines en Jerusalén
La orden tenía que haber entrado en vigor este fin de semana, pero la revuelta de los comerciantes y la convocatoria de marchas de protesta para el próximo día 12 han llevado al Ayuntamiento a aplazar su decisión hasta la segunda mitad del mes de septiembre. La represalia municipal contra los comercios de alimentación del centro tuvo su origen en la inauguración, este mismo verano, de los multicines Planet Yes, con 16 salas, en Abu Tor, una zona alejada de los barrios ultraortodoxos del centro. El complejo de cines permanece abierto al público todos los días, incluido el Sabatt. Vestidos de blanco y negro bajo la canícula, los haredim acudieron en masa hace dos semnas para apedrear la fachada del cine del pecado. El alcalde de Jerusalén, el conservador Nir Barkat, ofreció supuestamente como compensación el cierre de varios supermercados del centro, por zonas donde suelen pasar los ultraortodoxos en su camino hacia los rituales de oración en el Muro de las Lamentaciones.
“El problema del Sabbat en Israel lo creó David Ben Gurion, el fundador del Estado en 1948, al hacer concesiones a los ultrarreligiosos para garantizarse su apoyo político”, sostiene Pepe Elalu, portavoz municipal de la oposición y concejal del partido progresista Meretz. Elalu, que inmigró a Israel desde Perú hace 40 años, es uno de los fundadores del llamado Autobús del Sabbat, un servicio cooperativo que entró en funcionamiento hace cuatro meses para suplir la ausencia de transporte público en Israel durante la jornada sagrada judía.
“Los haredim son una minoría y no representan a más del 20% de los ciudadanos de Jerusalén, pero actúan unidos en todo lo que se refiere al Sabbat, mientras que la mayoría religiosa tolerante o laica de la ciudad sigue dividida”, analiza el edil de la izquierda pacifista israelí. “No pueden cerrar los cines el sábado porque se trata de una actividad cultural reconocida por la ley, y que además se desarrolla en un centro privado, por eso el alcalde les entrega como compensación la clausura en Sabbat de unos pocos supermercados del centro”.
Los ultraortodoxos ya se han fijado como próximo objetivo la paralización durante la festividad hebrea del Sabbat del servicio público de alquiler de bicicletas que próximamente entrará en funcionamiento en la Ciudad Santa, similar al que ya existe en la mucho más liberal urbe de Tel Aviv.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.