Solo uno de cada 100 pilotos suspende la prueba médica en EE UU
La autoridad de aviación no desglosa las razones de denegación del certificado
El desastre del avión de Germanwings, supuestamente estrellado por el copiloto Andreas Lubitz, ha puesto en cuestión los procedimientos de control de los profesionales y en particular los exámenes médicos, que en Europa han de superarse cada 12 meses en el caso de los pilotos de aerolínea. ¿Cómo es posible que en un trabajo sometido a tantas regulaciones y controles no se haya detectado que Lubitz podía suponer un peligro para los pasajeros? Algunos expertos, e incluso la propia agencia de Naciones Unidas para la aviación (OACI) han señalado la necesidad de mejorar la parte psicológica de los chequeos.
Pero hay un problema previo: la falta de información sobre la eficacia y capacidad predictiva de las pruebas médicas (muy enfocadas a la salud física, y sobre todo cardiológica de los pilotos) es clamorosa, sobre todo en Europa. Y ello a pesar de las grandes cantidades que se gastan tanto en los exámenes médicos como en los seguros que contratan los profesionales para proteger sus ingresos en caso de pérdida de licencia (entre 1.000 y 1.500 euros al año de media, según el sindicato de pilotos español Sepla).
En EE UU sólo uno de cada 100 pilotos que solicitaron un certificado médico recibió una negativa, según los datos suministrados por la Autoridad Federal de Aviación (FAA), que obliga a renovarlo cada seis meses a partir de los 40 años a los profesionales que transportan pasajeros.
En 2014 se recibieron 376.295 solicitudes, de las que fueron denegadas 4.570, el 1,2%. Eso incluye a todos los tipos de pilotos y controladores aéreos: desde los que trabajan para aerolíneas a los propietarios de avionetas privadas. En EE UU unas 572.000 personas tienen alguna licencia para volar, de los que 193.392 eran de primera clase (pilotos comerciales), según la última estadística publicada por la FAA. En 2013, hicieron los exámenes de conocimientos para piloto de aerolínea 60 personas; aprobaron el 91,67%, según la misma fuente.
De la encuesta que realiza la autoridad anualmente a los examinadores médicos (la última se publicó en marzo) se deduce un dato inquietante: el 11% los que contestaron (165 de 1.569) lamentan haber dado alguna vez un certificado. Y atribuyen esa decisión errónea en primer lugar (el 48%) a que el solicitante ocultó su historial médico.
Como también sucede en Europa, las autoridades certifican (y supervisan) a los examinadores médicos autorizados que emiten el visto bueno si se superan las pruebas con éxito. En caso de duda o de incluir una limitación que requiera controles adicionales hay que informar a la autoridad. En el caso de EE UU, un 6% de los certificados incluyen una condición especial, la mayoría por hipertensión con medicación (11,8%). No hay mención específica a problemas psiquiátricos pero sí a los relacionados con alcohol y drogas, que suman el 7,1% de los certificados especiales, pero la mayor parte están reflejados como “infracciones relacionadas con el alcohol”, por ejemplo, de tráfico, que se deben comunicar.
La FAA explica en un correo electrónico que la denegación del certificado médico puede ser revertida si el afectado “envía información adicional”, pero no especifica cuántos están en ese caso. Añade la autoridad federal que “no puede” desglosar las razones, psiquiátricas o por otro tipo de dolencias, de las denegaciones.
En todo caso, las Joint Aviation Authorities (JAA, uno de los organismos reguladores y armonizadores de las normas a nivel europeo) recoge en su Manual de Medicina de Aviación Civil que “en la comunidad aeronáutica, los desórdenes psiquiátricos, incluido el alcoholismo, representan la segunda causa médica más común de pérdida de licencia de vuelo”. Pero no alude a ningún estudio concreto.
Un portavoz de las JAA remite a la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), que a su vez niega tener datos sobre el número de pérdidas de certificados y sus causas, e incluso su portavoz pone en duda que “esa información exista, recopilada, en algún lugar”. La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) de España asegura también que carece de datos e incluso cuestiona que pudiese darlos si los tuviera. Tampoco el Ejército del Aire (cuyo Centro de Instrucción de Medicina Aeroespacial es uno de los examinadores de mayor prestigio en España) aporta ningún dato.
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