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El último refugio del asaltante de Ottawa

Michael Zehaf-Bibeau se hospedó en un albergue de indigentes

Imagen de las cámaras de seguridad del autor de los disparos.Foto: reuters_live
Marc Bassets

Gary Williams, acogido en el albergue Ottawa Mission, se sentó hace unos días a comer en la misma mesa que Michael Zehaf-Bibeau. Williams, un sin techo de 55 años al que las “circunstancias de la vida”, dice, han llevado al albergue, recuerda que Zehaf-Bibeau, de 32 años, mencionó, en una conversación con otro alojado en el centro, su intención de marcharse a Oriente Próximo o a un país árabe.

— No llegué a hablar con él— dice Williams— Me parecía…

— …Agitado— completa otro residente en el albergue.

— Distraído —sigue Williams -Como si los demás fueran una molestia. Como si se le interpusiesen en su camino”.

— Rezaba mucho— dice el otro sin techo.

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La conversación se desarrolla, al anochecer del jueves, a la entrada del albergue de la organización Ottawa Mission, la última residencia conocida de Zehaf-Bibeau antes de perpetrar, el miércoles, un atentado que mantuvo en estado de sitio Ottawa, la capital de Canadá, durante casi todo el día. El atentado puso en peligro la integridad del primer ministro, el conservador Stephen Harper, y de los principales líderes políticos de un país poco acostumbrado a episodios como este. Antes de morir abatido dentro del Parlamento, Zehaf-Bibeau mató a Nathan Cirillo, un soldado que de 25 años que custodiaba el memorial de la guerra.

El agresor, hijo de una funcionaria de los servicios de inmigración y de un empresario de origen libio, llegó al albergue el 2 de octubre pasado, según el diario Globe and Mail. Varios residentes en el albergue han corroborado la versión. Un empleado del centro alegó el respeto a la privacidad para ni confirmar ni desmentir que Zehaf-Bibeau hubiera vivido allí. El empleado remitió a un comunicado de Ottawa Mission en el que se lee: “Debido a la investigación policial en curso y a nuestras prácticas estrictas respecto a la privacidad, no podemos responder a estas preguntas a nadie que no sea los investigadores”.

Las autoridades tampoco han confirmado que Ottawa Mission fuese la última residencia de Zehaf-Bibeau. Durante la conversación con Williams y otros residentes en el albergue, un coche de policía aparcó frente al edificio. Un agente entró y salió en seguida.

Ottawa Mission, una organización financiada en parte por fondos públicos, fue fundada en 1906, alberga cada noche una media de 235 hombres y da comida a 1.295. Su sede se encuentra en una perpendicular de Rideau Street, que unos metros más al oeste se convierte en Wellington Street, la calle del Parlamento. A pie se tarda menos de un cuarto de hora en llegar al lugar del tiroteo.

“La Misión refleja el amor de Jesús para servir a los sin techo, a los hambrientos y a los perdidos suministrándoles comida y refugio, ropa y formación, y ofreciéndoles fe y esperanza para construir una vida plena”, se lee en un cartel dentro del edificio.

"Parecía como si los demás fueran un estorbo para él", dice un sin techo

Una vez en el interior, un salón con mesas y un televisor recibe al visitante. A las 20.30 del jueves varios residentes miraban una serie de televisión. Otros, como Gary Williams, habían salido fuera a fumar un cigarrillo y tomar un café. Williams explica que deben abandonar las habitaciones a las siete de la mañana y regresar antes de las tres de la madrugada. Aquí viven personas como él: tuvo problemas de droga, su matrimonio de rompió y perdió el empleo y la casa. Pero también personas como John Francis Leblanc, de 64 años, que dice ser “pariente del rey Carlos IV”. Este es el ambiente en el que Michael Zehaf-Bibeau se movió en las últimas tres semanas de su vida, la última etapa en un itinerario todavía lleno de incógnitas.

La agencia AP reproducía ayer un comunicado remitido presuntamente por Susan Bibeau —madre de Zehaf-Bibeau— en el que se disculpaba por su hijo y relataba hasta qué punto estaba perdido: “No conseguía encajar. Comí con él por última vez la semana pasada tras cinco años sin verlo”.

El jefe de la Guardia Montada de Canadá, Bob Paulson, explicó en una rueda de prensa los avances en la investigación. Zehaf-Bibeau llegó a Ottawa con el objetivo de conseguir un pasaporte para viajar a Siria, país en guerra civil desde hace más de tres años. El papeleo para obtener el pasaporte se demoró. La frustración que esto le causó pudo ser uno de los motivos del ataque, según Paulson. La agencia Reuters aseguraba ayer que el presunto terrorista también intentó conseguir un pasaporte en la embajada Libia utilizando la nacionalidad de su padre. Zehaf-Bibeau no figuraba en la lista de 93 personas a las que las autoridades controlan por el alto riesgo de que viajen al extranjero a unirse a grupos yihadistas, pero tampoco era un desconocido. Su historial delictivo es largo y su nombre apareció vinculado a una persona investigada por terrorismo. Pero Paulson cree que actuó solo y que su ataque no estaba coordinado con el que dos días antes perpetró en Saint-Jean-sur-Richelieu, en la provincia de Quebec, Martin Couture-Rouleau, contra dos soldados. Coture Rouleau murió abatido tras matar al soldado Patrice Vincent. A ambos —a Zehaf-Bibeau y a Couture-Rouleau— se atribuyen afinidades con el yihadismo más radical.

La policía cree que actuó solo y no se coordinó con otros presuntos terroristas

El Ministerio de Justicia de Canadá, anunció ayer que endurecerá las leyes antiterroristas, incluyendo una ampliación de los poderes de la agencia de espionaje que sobrepase la que ya preparaba el Gobierno. La opinión pública, impactada por el suceso, parece apoyar la medida; una encuesta del instituto Angus Reid, principal entidad demoscópica del país, aseguraba que la mayoría de canadienses desconfían de la capacidad de sus servicios de seguridad ante estos ataques.

El Globe and Mail describe a Zehaf-Bibeau como un hombre en una lucha constante entre sus creencias religiosas y la inestabilidad mental y la drogadicción. Nacido en Montreal (Quebec), vivía en Vancouver antes de viajar a Ottawa y alojarse en el albergue de Ottawa Mission. Algunos residentes, citados por varios medios de comunicación, le oyeron discutir por teléfono en voz alta porque empresas de alquiler de coches no le permitían alquilar un coche. Otros testigos han contado que le vieron con una bolsa que podía contener el arma del crimen, un rifle de caza Winchester que, según la policía, “poseía ilegalmente”. En la mañana del atentado, alguien disparó la alarma del albergue y hubo que evacuarlo.

El sin techo Gary Williams asegura que un día oyó decir a Zehaf-Bibeau: “Cuando me vaya a mi país, no estaré con nadie que no rece seis veces al día”.

Pero añade que no llamaba la atención. “En un lugar tan lleno de personajes”, dice, “es posible pasar desapercibido”.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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