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Esa China

Lluís Bassets

Hay movimientos políticos encapsulados que no sintonizan con el mundo exterior y los hay conectados con las vibraciones globales. Esto es lo que sucede con la campaña de desobediencia civil ciudadana que viene reivindicando de forma pacífica elecciones libres y democráticas en Hong Kong bajo el nombre de Occupy Central.

Los siete millones y pico de habitantes de Hong Kong son muy pocos frente a los 1.300 millones de chinos. Apenas son 800.000, una quinta parte del censo hongkonés, los que fueron a votar en junio en un referéndum, calificado de ilegítimo e ilegal por las autoridades, sobre cómo deben realizarse unas elecciones democráticas. Quizás llegan a 100.000 los que se han movilizado estos días en el centro de la ciudad. Y sin embargo, la reivindicación con todas sus consecuencias del principio democrático (una persona un voto) es una amenaza intolerable para Pekín, que no teme tanto unas elecciones libres como la mimetización del ejemplo en el resto de China.

¿Y cómo se puede distinguir un patriota? Hay que remitirse al pequeño timonel Deng Xiaoping, fundador de la actual China a la vez comunista y capitalista. Es alguien que respeta a la nación china, apoya la soberanía china sobre Hong Kong y no quiere dañar la prosperidad y la estabilidad de la excolonia.

Son palabras de hace 30 años, cuando cerró con Margaret Thatcher el acuerdo inicial de retrocesión de Hong Kong a la soberanía china para 1997. Atendían a la expresión 'un país, dos sistemas', que permitía mantener la sociedad capitalista construida en la época colonial, incluidas las libertades civiles, a cambio de la recuperación de la soberanía china sobre su territorio.

Eso ha sido así hasta ahora, aunque en el conflicto actual surge de nuevo la clave del tipo de patriotismo exigido por Deng, que es precisamente la soberanía, algo que para el Partido Comunista de ninguna manera puede estar en manos de los hongkoneses. Ni tampoco de todos los chinos, puesto que para ellos no rige el principio democrático.

Tras el acuerdo entre Deng y Thatcher, llegó la Ley Básica, la constitución fabricada en Pekín con el consenso británico y hongkonés. En 2017, 20 años después de la unificación, debían celebrarse elecciones democráticas, y hasta 2047 había que mantener los dos sistemas, una evolución que conduce a que China converja en el principio democrático o que lo suprima como está intentando ahora. En mitad del debate constitucional, en 1989, llegó una mala noticia, que estremeció a los hongkoneses y que no se han quitado todavía de la cabeza: la matanza de Tiananmen, una cuestión finalmente de soberanía, es decir, de su negación a los ciudadanos en favor del Partido Comunista.

“Somos hongkoneses, somos asiáticos, no somos esa China”, rezan algunas pancartas del movimiento. La democracia también crea identidad y patriotismo. El problema no es China. Es una China en la que no cabe un Hong Kong democrático y pluralista.

Comentarios

¡Huy! Nadie defiende a la "democratica" y perfecta China. Esto no me lo esperaba. Primero: comenzó el cambio: Obama feo, Bush no tanto; Segundo: Usa fuera de Irak, pero ahora por favor que bombardee a los terroristas; Y tercero: antes China bella y futurista, mejor que Usa, hoy China fea y mala. Dentro de poco mi amigo será de escapulario y comunión diaria. Cosas veredes...
Ayer (02/10/2014) China festejaba el 65 aniversario de la República Popular China. Para algunos esta celebración no es de su gusto y hacen todo el ruido posible para ensombrecer los logros del socialismo chino. No siempre China fue lo que es hoy día. Sin ir más lejos, a principios del año 2012 China tenía 23 millones de pobres más que al terminar el año, según la ONU, gracias a los 48 mil millones de dólares destinados a programas de desarrollo en zonas rurales atrasadas. La tasa de pobreza en China es del 10,2%, una reducción del 2,5% en un año. El objetivo de Xi para dos años, desde 2013, es sacar a 80 millones de chinos de situación de pobreza. No siempre China fue lo que es hoy, antes los chinos no mandaban a nadie al espacio, esto era una exclusividad de rusos y norteamericanos. Insisto, China no fue como hoy es, con una capacidad de duplicar y cuadruplicar su crecimiento en una sola década. No es por criticar a nadie, pero estos datos para otros son simplemente imposibles de conseguir, las palabras más comunes para ellos son; déficit, recesión, ajustes, paro y corrupción, mucha corrupción. Además de movimientos secesionistas tras los que se oculta la avaricia y la poca solidaridad de zonas ricas frente a zonas más empobrecidas. Eso sí, son los campeones en democracia y a pesar que las garantía que de esta se desprenden no parecen haber protegido al ciudadano, de la depredación de su estado del bienestar. Democracia, democracia, se suele decir con mucha rotundidad pero nadie explica bien que es eso de la democracia, y como es posible que teniendo el, según algunos, mejor sistema de gobierno posible es decir; la democracia liberal, se haya llegado a la situación actual. A pesar de todo se insiste en el martra de la democracia, digamos proselitista, aquella que para defender sus sagrados principios no vacila en bombardear cualquier país, lo suficientemente débil como para no sufrir ni un rasguño en el envite. Por el contrario se critica el socialismo chino y cíclicamente se orquestan campañas mediáticas, que sin embargo no han impedido que China se haya convertido en la primera potencia comercial mundial. Esto quiere decir que el éxito de un país no depende de su sistema político ¿o sí? Puedes sacar a millones de personas de la pobreza, ser la primera potencia económica mundial, a la vez que regular tu crecimiento para no crear burbujas económicas propias de los países con democracias liberales. Una gran carencia que tiene China es su gasto militar, muy inferior a la primera democracia del mundo, Estados Unidos. Esto, el gasto militar, parece que tampoco tiene que ver con la democracia, si bien la democracia contemporánea más antigua es la que mayor gasto militar tiene. Esto a pesar de que solo representa el 5% de la población mundial, pero parece que tiene una imperativa necesidad de protección si bien sus ciudadanos no parecen estar amenazados, salvo por el Estado Islámico. Otros dicen que el gato militar es para salvaguardar la democracia en el mundo. China no es un país colonialista, ni falta que le hace con sus 1300 millones de personas, pero es posible que otros le obliguen a incrementar el gasto militar, dadas las amenazas que continuamente le plantean y dado el incremento de sus intereses en el mundo. También por si acaso a alguien se le ocurriese democratizar el país, preludio de bombardeos humanitarios para quién sabe si, proteger al maltratado demócrata hongkonés, de las garras de Pekín y los líderes del partido comunista chino, como ya ocurriese en Tian anmen 1889. Una revoltinha aburguesada sin mayor transcendencia para los logros socialista en China. En aquella ocasión hubo más soldados que civiles heridos, y un número de muertos que no tiene nada que ver con las cifras de las agencias occidentales, como así demuestran los llamados “Tiananmen Papers”, que no dejan en muy buen lugar a los pacíficos manifestantes.
"José Stalin es un titán del pensamiento. Su nombre será dado a un siglo entero", Palmiro Togliatti Nunca falta alguien que se lo crea todo... En Pisa hay una torre en venta. Necesita un poco de trabajo, pero la vendo barata.
Hong kong, una china en el zapato represor de China. Si antaño vendaban los pies de sus hijas por razones estéticas, para que no se hicieran grandes, veremos que vendas están preparando los dirigentes chinos a sus díscolos hijos por razones políticas, para que no se hagan mayores, democráticamente hablando. Me temo que algunos pasarán del vendado al cabestrillo.
Jo, lo que ha costado comentar en este post, cualquiera diría que ha estado vetada. No pensemos en manos negras, pero tampoco descartemos que el régimen chino incluya Bassets entre las palabras vetadas en los buscadores. Como decían en aquella película, creo que de Bogart, no les gustan las personas con ideas propias, como ese joven hongkonés de 17 años que les tiene en jaque.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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